COMERCIO: Sólo los ministros pueden salvar Ronda de Doha

Más de seis años de intentos de profundizar la apertura comercial en el mundo mediante las negociaciones de la Ronda de Doha han quedado supeditados al imprevisible resultado de una reunión de ministros que la OMC hospedará dentro de 10 días en su sede de esta ciudad suiza.

Las esperanzas de que los representantes de los 152 estados partes de la OMC (Organización Mundial del Comercio) alcanzaran un acuerdo en la litigiosa negociación de Doha se desvanecieron este jueves cuando resultó evidente que las divergencias predominan en las discusiones de agricultura y productos industriales, los dos temas fundamentales.

Los diplomáticos responsables de cada negociación, Crawford Falconer, de agricultura, y Don Stephenson, de industria, presentaron en la fecha sus proyectos de acuerdo que contienen muy pocos avances respecto de textos similares que redactaron en mayo.

Los dos documentos "no cambian gran cosa con respecto a lo que teníamos", confirmó a IPS el director de negociaciones comerciales internacionales de la cancillería argentina, Néstor Stancanelli.

"Más de lo mismo", comentó otro diplomático latinoamericano en referencia a las escasas variaciones introducidas en los dos borradores.
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En contraste, el director general de la OMC, Pascal Lamy, interpretó que los dos textos revisados "montan el escenario para el acto decisivo" de la Ronda de Doha, que debe su nombre a la capital de Qatar, donde fue lanzada.

Lamy impulsa fervorosamente una conclusión exitosa de la Ronda, de la cual fue uno de sus impulsores en noviembre de 2001, cuando era entonces comisario de Comercio de la Unión Europea (UE).

Con esa intención, Lamy ha promovido repetidas veces una reunión de ministros de un grupo reducido de países para que saquen del estancamiento las negociaciones.

Luego de varios fracasos, la conferencia tiene ahora visos de realidad pues los altos funcionarios de unos 30 ó 35 países se aprestan a viajar a Ginebra para decidir la suerte de Doha.

Falconer explicó que en su documento ha tratado de presentar un enfoque uniforme de las cuestiones discordantes que predominan en agricultura, donde los países industrializados se muestran renuentes a levantar barreras proteccionistas que podrían beneficiar a las naciones en desarrollo.

El texto de Falconer intenta evitar que los ministros tengan que enfrascarse en los detalles técnicos y en cambio se vuelquen de lleno a la adopción de las decisiones políticas.

El presidente del comité de las negociaciones agrícolas observó que el borrador se ocupa de algunos temas largamente reclamados por los países del Sur, como los productos especiales, una categoría que les permitiría proteger a los campesinos más pobres, y el mecanismo de salvaguardias especiales, ideado para contener las avalanchas de importaciones de productos agrícolas.

Stancanelli apuntó que el nuevo documento de agricultura presenta pocos cambios. Seguimos con los mismos problemas de desequilibrios, dijo en diálogo telefónico con IPS desde Buenos Aires.

El texto de Falconer mantiene, por ejemplo, las mismas cifras de los borradores que presentó en el pasado. En uno de los casos más polémicos, sobre el monto de la ayuda interna aceptada para Estados Unidos, el borrador propone una cifra que oscila entre 13.000 millones de dólares y 16.400 millones anuales.

El ministro de Comercio Exterior de India, Kamal Nath, sostuvo esta semana que a Estados Unidos sólo se le debería autorizar un monto anual de ayuda a sus agricultores de 7.000 millones de dólares.

Aunque estos contrastes persisten en el nuevo documento, el diplomático argentino observó que en la negociación de agricultura se ha ido construyendo un ejercicio de avance gradual donde todos los intereses son escuchados.

Por el contrario, en bienes industriales, o Acceso a los mercados de los productos no agrícolas (NAMA, por sus siglas en inglés), el borrador "no refleja las posiciones de los países en desarrollo", sostuvo Stancanelli.

Las críticas del negociador argentino se dirigen a la parte del texto que regula las flexibilidades otorgadas a los países en desarrollo para defender sus industrias incipientes.

El documento de Stephenson admite que se efectúen recortes de hasta 14 por ciento, como máximo, de las líneas arancelarias de los productos no agrícolas. En cambio, el Mercosur, la unión aduanera que Argentina integra junto a Brasil, Paraguay y Uruguay, había solicitado elevar el tope de los recortes hasta 16 por ciento.

El pedido del Mercosur (Mercado Común del Sur) fue efectuado esta semana, en una reunión plenaria del comité de NAMA, por el representante de Brasil, Roberto Azevedo.

Stancanelli restó trascendencia a versiones de prensa de Brasil que hablaban en los últimos días de diferencias entre los negociadores de ese país y los de Argentina, en torno a la cuestión de NAMA.

El diplomático argentino remitió a una de las declaraciones aprobadas durante la reunión de presidentes del Mercosur sostenida a principios de este mes en la ciudad de Tucumán, noroeste de Argentina.

En esas manifestaciones y en la declaración leída por Azevedo en Ginebra queda constancia de la voluntad del Merscosur de sostener una coordinación permanente y de avanzar con una voz más unificada de todo el bloque, dijo.

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