La rivalidad entre países ricos y pobres por los mercados de productos industriales se ha arraigado en la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde representa uno de los mayores obstáculos para el éxito de las negociaciones de la Ronda de Doha.
El fenómeno se origina en que las firmas manufactureras de los países en desarrollo se vuelven cada vez más competitivas mientras, como es sabido, el mismo sector de los países industrializados pierde competitividad ininterrumpidamente, dijo este miércoles el ministro de Comercio de India, Kamal Nath.
Pero, para mantener a las industrias no competitivas de los países ricos no podemos comprometer a los sectores manufactureros de las naciones del Sur, describió Nath, en referencia al fondo de la discrepancia.
La cuestión se dirime en la Ronda de Doha, un proceso lanzado en la capital de Qatar en noviembre de 2001, para profundizar la liberación del comercio mundial de productos agrícolas e industriales, de servicios y de otros aspectos de esa actividad, como la propiedad intelectual y las normas que regulan todo el sistema mercantil.
El capítulo de la ronda que se ocupa de la liberalización de los bienes industriales recibe en la OMC el nombre de Acceso a los mercados de productos no agrícolas y se identifica por sus siglas en inglés, NAMA.
El tono de la disputa ha subido especialmente esta semana, cuando deliberan en la sede de la OMC los ministros de unos 30 países con el propósito de obtener un acuerdo sobre agricultura y NAMA que permita cerrar el resto de la ronda a fines de este año.
Anne-Marie Idrac, secretaria de Estado encargada de comercio exterior en el gobierno francés, enfatizó que el tema de NAMA suscita todo el interés de la Unión Europea. Queremos coeficientes y flexibilidades con aforos bajos, precisó.
Los coeficientes determinan los valores en que quedarán los aranceles que cada país impone a las importaciones de bienes industriales y las flexibilidades corresponden a las exenciones reconocidas a determinados países para que protejan algún rubro industrial.
Idrac, que representa a la Unión Europea porque su país ejerce actualmente la presidencia rotativa del bloque, justificó las ambiciones de los 27 países miembros en materia de productos industriales.
En una ronda multilateral, cada uno debe poder recibir un beneficio. De eso se trata el desarrollo, interpretó. Nos parece justo que nosotros (los europeos) también recibamos, dijo Idrac.
La actual negociación de la OMC fue bautizada como Ronda de Desarrollo de Doha porque se entendió originalmente que debía resarcir a los países del Sur de los desequilibrios que habían causado las anteriores rondas comerciales.
Además de esos objetivos en coeficientes y flexibilidades, Idrac sostuvo que la Unión Europea ejercerá presión para obtener que en NAMA se introduzca la cláusula de anticoncentración.
Este mecanismo impediría que los países en desarrollo al aplicar las flexibilidades, eximan de los cortes a un sector entero o a una porción determinada de líneas arancelarias en el sector.
Felipe Saboya, investigador de la Central Única de Trabajadores de Brasil, explicó que la anticoncentración es "una especie de arma que los países industrializados ponen en la negociación para evitar que los países en desarrollo protejan aquellos sectores sensibles amenazados por recortes elevados".
Con las flexibilidades hay una gama de actividades industriales, un cinco por ciento de los aranceles generales, que pueden ser protegidos de cualquier clase de corte. Pero la anticoncentración lo impide, dijo Saboya a IPS.
Eso significa que se afecta toda la cadena productiva. Por ejemplo, prohíbe la protección del sector automotor, de las autopartes y también de la industria siderúrgica, sostuvo Saboya.
El experto brasileño opinó que las reducciones arancelarias propuestas en el proyecto de acuerdo de NAMA representarán para países como Argentina y Brasil, una apertura de los mercados semejante a que la hubo en la década de 1990, cuando se extendió una ola de liberalizaciones y privatizaciones en las economías de las dos naciones.
Inclusive puede ser aún más grave porque los aranceles consolidados serán muy inferiores en comparación a los de la década de 1990. Por lo general, los estados parte de la OMC tienen aranceles consolidados, como se llaman los formalmente comprometidos, que son superiores a los realmente aplicados.
De esa manera, Argentina y Brasil perderán todo espacio político y perjudicarán cualquier intento por dotarse de una política industrial regional y también de una política de desarrollo regional, estimó.
Saboya calculó que en caso de aplicarse los coeficientes de reducciones arancelarias previstos en el borrador de NAMA, la industria de Brasil perdería el 10 por ciento de sus puestos de trabajo. En el sector automotor ese porcentaje representa unos 1,2 millones de obreros.
Rudi Dicks, representante del Congreso de Sindicatos Sudafricanos, señaló a IPS que en su país se producirán consecuencias semejantes. Ya tuvimos una experiencia similar por los efectos devastadores de los cortes arancelarios durante la aplicación de los acuerdos de la Ronda Uruguay, que entraron en vigor en enero de 1995.
En esa y por ese motivo se perdieron 60.000 puestos de trabajo en Sudáfrica, dijo Dicks.
A causa de la Ronda Uruguay ya no existe más la industria electrónica en Sudáfrica. Ahora importamos directamente de Malasia o de China los aparatos de televisión y los componentes electrónicos.
Dicks declaró su disgusto con el texto del proyecto de acuerdo de NAMA porque no refleja los principios de la Declaración de Doha, uno de los cuales establecía que el proceso sería a favor del desarrollo, recordó.