CINE-EEUU: Los complejos guardias de Abu Ghraib

Sin importar cuán familiares se vuelvan, las fotografías que registraron las torturas y maltratos de soldados estadounidenses a prisioneros iraquíes en la cárcel bagdadí Abu Ghraib no han perdido su capacidad de conmover.

Las imágenes de humillación, tortura y muerte difundidas públicamente en 2004 son hoy en un potente símbolo de cómo el derecho internacional fue dejado de lado por Estados Unidos en el Iraq ocupado y en la "guerra contra el terrorismo" en general.

Incluso los defensores de la política exterior estadounidense debieron admitir que las fotografías causaron un daño inmenso a la reputación de un país cuya elite política suele ufanarse de ser la vanguardia mundial de los derechos humanos.

"Standard Operating Procedure" ("procedimiento habitual de operaciones", en inglés), la nueva película del veterano director Errol Morris, es fruto de una meticulosa investigación sobre el maltrato a los detenidos iraquíes.

En ella aparecen numerosas entrevistas a militares que se desempeñaron en Abu Ghraib. El espectador queda con pocas dudas de que la crueldad de los a menudo inexpertos soldados fue autorizada desde las cúpulas de Washington.
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IPS dialogó con Morris, quien en 2004 ganó un Oscar por su documental "The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara" ("Niebla de guerra: Once lecciones de la vida de Robert S. Mcnamara"), sobre la trayectoria de quien fue secretario (ministro) de Defensa de Estados Unidos en los años 60.

IPS: — ¿Por qué decidió hacer una película sobre Abu Ghraib?

ERROL MORRIS: — Estoy muy interesado en la fotografía. Y estas fotografías fueron vistas por más gente que cualquier otra en la historia.

Soy cada vez más consciente de que las fotografías casi siempre son sacadas de contexto y se convierten en un vehículo de propaganda, entre otras cosas. En esta historia, decidí tratar de descubrir qué muestran realmente y averiguar algo sobre las personas que las tomaron.

— ¿Le resultó difícil convencer a quienes trabajaban en Abu Ghraib para que hablaran con usted?

— Fueron de las entrevistas que me resultaron más difíciles de obtener. Muchos de los entrevistados fueron a la cárcel. Otros estaban preocupados por la posibilidad de revelar algo que los enviara a la cárcel..

La brigadier general Janis Karpinski (que comandó tres grandes prisiones en Iraq) fue, en muchos sentidos, la más fácil. Acababa de publicar un libro y estaba en el circuito de conferencias.

— Uno de los elementos más asombrosos de su película es la inocencia que aparentan muchos de los entrevistados. ¿Estaban mal preparados para administrar una prisión en zona de guerra?

— Si dijera eso me quedaría corto. Estamos hablando de adolescentes, casi. Lynndie England (condenada por una corte marcial por su participación en los abusos) tenía apenas 20 años.

Eso también ocurría en todo el ejército: tenía menos personal y menos equipamiento del necesario. Los que estaban allí tenían poca o ninguna preparación para cumplir el trabajo para el que habían sido asignados.

El gobierno se negó a escuchar desde el comienzo a cualquiera que dijera que sus políticas no tenían sentido o que, incluso creyendo que lo tenían, no se estaban realizando con eficacia.

— Usted habló detenidamente con Sabrina Harman, una militar que tomó muchas de las fotografías o bien aparece en ellas, quien recibió más críticas por sonreír o mostrar sus pulgares hacia arriba que por documentar estos abusos.

— Es cierto. Una de las cosas más interesantes es que la gente parece más horrorizada por la sonrisa y sus pulgares que por cualquiera de las cosas reales que ocurrían..

— Harman alegó que tomó las fotografías para dar testimonio de los abusos. ¿Usted le cree?

— La pregunta central de la película es: "¿Es ella real? ¿Podemos creer lo que nos está diciendo?". Aquí está mi opinión, que vale dos centavos: la gente es compleja. Nos gusta pensar que los villanos son villanos y que los héroes son héroes. Pero rara vez en la vida hay villanos puros o héroes puros.

Por momentos, Sabrina parece estar despistada y no tener corazón. Por momentos, parece profundamente compasiva. Me gusta su complejidad.

— Al comienzo del filme, usted sugiere de modo bastante convincente que el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld avaló los abusos. Pero usted no entrevistó a funcionarios del gobierno de George W. Bush. ¿Por qué?

— Muchos culpan a Bush, a (el vicepresidente Dick) Cheney y a Rumsfeld. Las políticas del gobierno en materia de detenciones y tortura están muy documentadas.

Yo estaba contando una historia diferente. Tal vez sea menos política, tal vez lo sea más. Pero es una historia más perturbadora, sobre la gente. Le pregunto a la audiencia qué haría si se situara en este entorno. No creo que sea una pregunta fácil de responder.

— Los documentales de más éxito comercial en los últimos años, como los de Michael Moore y Morgan Spurlock, incluían pasajes cómicos. Su película casi no los tiene. ¿Qué piensa sobre el estado actual del cine documental?

— Diría que el público de Estados Unidos se encuentra en una etapa de negación. Le gustaría que esta guerra se terminara y no quieren tratarla. Pero eso no significa que uno no deba hacer películas sobre eso. Uno no puede estar todo el tiempo preguntándose cómo hacer un éxito de taquilla. Uno debería hacer películas porque se siente obligado a hacerlas.

— ¿Tendrá alguna actividad en las elecciones presidenciales de Estados Unidos?

— Me encantaría involucrarme. En los últimos seis meses le estuve enviando dinero a (el candidato opositor Barack) Obama. Es muy importante que gane las elecciones de noviembre.

— ¿Le preocupa el tinte cada vez más conservador de los comentarios de Obama sobre política exterior, en especial sobre Irán e Israel?

— Trato de ignorar el día a día de la campaña. Es una especie de pesadilla. Me parece que ya sé suficiente sobre Obama. Leí el libro que escribió sobre su padre ("Dreams from My Father") y es extraordinario.

— ¿Se podrá reparar alguna vez el daño que Abu Ghraib infligió a la imagen de Estados Unidos?

— Estas fotografías destruyeron la imagen que teníamos sobre nosotros mismos. El público quería creer que ésta era una guerra por la democracia. Las fotografías sembraron dudas al respecto. Ensuciaron nuestra reputación y nuestra imagen, y no sé si alguna vez volverán a ser las mismas.

Si Obama se convierte en presidente será un paso importante en la dirección correcta. Espero que halle la manera de salir de Iraq, que devuelva ese país a los iraquíes y que detenga estas políticas. Pero, ¿cuánto tiempo llevará reparar el daño?

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