BIRMANIA: Aung San Suu Kyi, presa o rehén de la dictadura

La dictadura militar de Birmania dijo que considerará poner fin al arresto domiciliario de la líder de la oposición prodemocrática, Aung San Suu Kyi, dentro de seis meses. Pero el anuncio es objeto de generalizado escepticismo y suspicacia.

La promesa verbal fue realizada el domingo en Singapur por el ministro de Relaciones Exteriores, Nyan Win, en la sesión inaugural de una conferencia de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés).

El canciller singapurense George Yeo confirmó el anuncio.

Se trató de la primera ocasión en que un ministro del régimen birmano ofrece una fecha concreta para la liberación de Suu Kyi.

Pero la dictadura tiene antecedentes de formular declaraciones conciliatorias cuando se encuentra bajo presión internacional que ignora luego, cuando siente que su posición se ha fortalecido.
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Suu Kyi pasó detenida 11 de los últimos 19 años. La fase actual de su detención comenzó a fines de mayo de 2003, luego de que ella y sus seguidores políticos fueron atacados por policías y luego arrestados.

En mayo de 1990 Suu Kyi condujo a su partido, la Liga Nacional para la Democracia, a una aplastante victoria en las primeras elecciones parlamentarias que se realizaban en 28 años.

La ciudadanía asignó a la oposición 81 por ciento de los 485 escaños de la Asamblea Constituyente, mientras que el dictatorial Partido de Unidad Nacional logró apenas dos por ciento.

Los militares anularon las elecciones. Suu Kyi obtuvo en 1991 el premio Nobel de la Paz.

La declaración sobre la liberación de la líder del movimiento prodemocrático "no es sincera", aseguró Bo Kyi, ex preso de la dictadura y dirigente de la Asociación de Asistencia a los Prisioneros Políticos en Birmania.

"El régimen busca reducir la presión internacional y utiliza esa promesa como un engaño. Han hecho otras similares en el pasado", afirmó.

Entrevistado telefónicamente por IPS, Bo Kyi agregó que el límite legal para mantener detenido a un prisionero político es de cinco años. "Si sus intenciones fueran serias deberían liberarla ahora. ¿Para qué esperar? Los anuncios del ministro no se ajustan a la ley", afirmó.

Los ministros de Relaciones Exteriores de la Asean pusieron de manifiesto en una dura declaración su "profunda desilusión" ante la decisión de la junta militar birmana, a fines de mayo, de prolongar el arresto de Suu Kyi.

Los cancilleres agregaron que el régimen debía adoptar medidas concretas para llevar al país "hacia una pacífica transición a la democracia en el corto plazo".

La Asean está integrada por Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam. El bloque fue creado en 1967 para detener el avance del comunismo y promover el libre mercado en la región.

En noviembre de 2007, el grupo adoptó una carta destinada a fortalecer la unión y promover el respeto a los derechos humanos.

La presión de la Asean sobre Birmania deja en evidencia su intención de abandonar el principio de no intervención en los asuntos internos de los miembros cuando la credibilidad de la organización está en juego.

Este cambio comenzó a notarse con los cuestionamientos respecto del último, y aún vigente, capítulo del arresto de Suu Kyi y se volvió a manifestar el septiembre de 2007 cuando los generales birmanos reprimieron brutalmente las pacíficas protestas de civiles liderados por monjes budistas que reclaman libertades políticas.

La declaración de la Asean, sin embargo, también se basa sobre la patética respuesta de la dictadura ante el desastre provocado por el ciclón Nargis, que a principios de mayo arrasó el delta del río Irrawaddy: mató a 300.000 personas y afectó a otros 2,5 millones de habitantes.

El bloque regional se sumó a los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e instituciones humanitarias para ayudar en las tareas de asistencia y reconstrucción.

Pero el progreso ha sido lento: los generales negaron el acceso de los socorristas a muchas áreas afectadas por el desastre, dejando a las víctimas libradas a su suerte o desplazándolas forzosamente desde los centros de refugiados hacia sus arrasadas aldeas.

El singapurense Yeo consideró deficientes los esfuerzos de la Asean para ayudar a los damnificados por el ciclón. Pero el bloque regional no puede correr el riesgo de que esa evaluación empeore, ya que está empeñado en convencer a la comunidad internacional de que su participación asegurará mejores resultados.

Para la dictadura birmana, en cambio, el ciclón sólo representa una forma más fácil de atraer millones de dólares en concepto de ayuda.

Pero la comunidad internacional "aún sospecha del régimen militar. Tiene dudas sobre su sinceridad respecto de la fase de reconstrucción", dijo Soe Aung, portavoz del Consejo Nacional de la Unión de Birmania, una red de exiliados que huyeron de la dictadura.

"La declaración de la Asean refleja ese sentimiento. Es una buena oportunidad para aplicar mayor presión", agregó. "La promesa de liberar a Suu Kyi también responde a la falta de fondos. Tienen la esperanza de ganar alguna simpatía y dinero."

A la Asean la preocupa que algunos donantes internacionales no se sumen a la próxima etapa del esfuerzo de reconstrucción del país, dijo a IPS Debbie Stothard, de la red regional de derechos humanos Altsean.

Un informe de la Asean y la ONU difundido el lunes señala que Birmania necesitará 1.000 millones de dólares en los próximos tres años para atender las consecuencias del desastre provocado por el ciclón.

"Los líderes de la Asean están comprendiendo lentamente que no pueden ser tomados por tontos por el régimen de Birmania. El ciclón ofrece la oportunidad para que los líderes regionales y la comunidad internacional traten al gobierno birmano de manera diferente a lo que lo habían hecho en el pasado", agregó Stothard.

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