FÚTBOL-ARGENTINA: La otra final

Cuando se cumplen 30 años de la obtención del primero de los dos torneos mundiales de fútbol ganados por Argentina, organizaciones de derechos humanos y ex jugadores, como Leopoldo Luque, homenajearán a las víctimas de la dictadura que imperaba entonces en el país.

La convocatoria al homenaje "no es para criticar al que festejó aquel triunfo ni para condenar a los jugadores", aclaró Tati Almeyda, integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, uno de los dos sectores en que se bifurcó la organización creada en plena dictadura (1976-1983) para exigir la aparición con vida de sus hijos detenidos por la represión.

"Lo que queremos es saldar con este recuerdo una deuda con nuestros desaparecidos", explicó a IPS la activista integrante de una de las entidades que organizar el acto, al que ya confirmaron su presencia, además de Luque, Omar Larrosa, Luis Galván, Julio Villa, René Houseman, Oscar Ortiz, Miguel Oviedo y Héctor Baley.

La edición 1978 de la Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado) se disputó en junio en Argentina, pese a las denuncias contra la dictadura por las graves violaciones a los derechos humanos perpetradas especialmente entre 1976 y 1979.

Dirigido por César Luis Menotti, el equipo argentino ganó 3 a 1 la final con Holanda, jugada el 25 de junio en el estadio perteneciente al club River Plate de Buenos Aires.

Decenas de miles de argentinos salieron entonces a las calles en una celebración espontánea muy recordada.

Algunos interpretaron que el festejo reforzó el dominio de la dictadura, que trataba de ocultar sus crímenes con una sangrienta censura de todo tipo de expresión. Otros, en cambio, sostienen que sólo se trató de la expresión necesaria de una alegría popular compartida y contenida en un país donde el fútbol se vive con pasión y es la principal expresión deportiva.

"A mi hijo se lo habían llevado en 1975, antes del golpe (de estado), cuando tenía 20 años. O sea que para el Mundial ya hacía tres años que estaba desaparecido", relató Almeyda. No obstante, en su familia festejaron aquel triunfo deportivo con sentimientos encontrados. "Era una contradicción enorme, la ausencia de mi hijo entre los gritos de gol", recordó.

En homenaje a aquellas víctimas y como desagravio para con el deporte, el Instituto Espacio para la Memoria (IEM), integrado por una docena de entidades humanitarias, convocó a realizar el domingo 29 de este mes una serie de actos bajo el título "La Otra Final. El partido por la vida y los derechos humanos".

La ceremonia comenzará con una concentración en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los más emblemáticos campos de concentración clandestino de la dictadura por donde pasaron unos 5.000 prisioneros, la mayoría de los cuales fueron asesinados, por ejemplo arrojándolos vivos al mar.

Desde ese lugar, que ahora es un museo de la memoria del horror, partirán con una bandera forrada con las fotografías de miles de desaparecidos hasta el cercano estadio de River Plate.

El palco oficial del estadio, que en la final de 1978 ocuparon los tres miembros de la junta militar, Jorge Videla, Eduardo Massera y Orlando Agosti, esta vez estará vacío y cubierto con una mención a las 30.000 personas desaparecidas.

Además, la "vuelta olímpica" triunfal que estilan hacer los campeones de fútbol no la darán los jugadores sino integrantes de las organizaciones de derechos humanos y sus acompañantes con las fotos de sus familiares y amigos cuyo paradero aún se desconoce.

El acto seguirá con la entrega de medallas y diplomas a los jugadores mundialistas del 78 que participen del nuevo encuentro, quienes jugarán un partido con equipos que se complementarán con integrantes de la actual selección argentina de menores de 20 años y otros jóvenes no profesionales.

Una de las plantillas será dirigida por el actual conductor de la selección Sub-20, Sergio Batista, y la otra por el ex futbolista José Luis Brown, los dos integrantes del equipo nacional argentino que obtuvo, de la mano de Diego Maradona, el segundo título mundial en el torneo jugado en 1986 en México.

"Muchas de las estrellas de 1978 no están en condiciones de jugar el partido completo. Algunos se excusaron porque están enfermos. De todos modos, hubo una muy buena recepción de parte de ellos", aseguró este miércoles Ana María Careaga, presidenta del IEM, durante el acto de lanzamiento del homenaje.

La Otra Final culminará con un recital en el que actuarán los músicos argentinos Luis Alberto Spinetta y Lito Vitale, junto al uruguayo Daniel Viglietti, entre otros

En los últimos días, los jugadores participaron en distintos actos de recordación y documentales en los que se mezcló la victoria deportiva con la evocación de este período trágico de la historia argentina.

Uno de los que participó de esos actos fue el portero de esa selección, Ubaldo Fillol. "Nosotros no matamos ni torturamos ni secuestramos", diferenció, y "no nos molesta que nos pregunten sobre el tema, pero nos duele que nos relacionen con eso", remarcó esta semana en una entrevista en una escuela de periodismo deportivo. De todos modos, agradeció la oportunidad de poder "decir su verdad".

En vísperas de los actos, también se difundió el documental "Mundial ’78: La historia paralela", realizado por periodistas deportivos de Argentina.

En el filme, el periodista Raúl Cubas, quien estuvo desaparecido y logró sobrevivir, narró que, cuando estaba secuestrado en la ESMA, fue llevado por sus captores a una rueda de prensa para entrevistar al propio Menotti.

"Me parecía una locura, porque estaba allí, pero en realidad no pertenecía a este mundo", asegura el sobreviviente en la película. Cubas hizo la entrevista y no se animó a contarle a Menotti de dónde venía por miedo a ser luego asesinado. Luego de la ronda de prensa fue trasladado de regreso a su lugar de cautiverio y torturas.

El premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel también participó de la convocatoria al acto del domingo 3e0.

"Yo estaba preso desde hacía 14 meses cuando se jugó el mundial", recordó a IPS Pérez Esquivel, presidente del Servicio Paz y Justicia. Dos días antes de la final, la presión internacional obligó a la dictadura a dejarlo en libertad bajo vigilancia.

"Compré un televisor chiquito en blanco y negro, que todavía tengo, y miré el partido con todas las contradicciones que podía tener alguien que estaba detenido injustamente y que escuchaba a José María Muñoz (un relator de fútbol por radio partidario de la dictadura ya fallecido), diciendo que los argentinos éramos ‘derechos y humanos’", un eslogan oficial para contrarrestar la condena internacional, recordó.

El presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Miguel Monserrat, también trajo a la memoria esa mezcla de alegría deportiva con la pena por lo que consideró "una campaña de manipulación de la dictadura, apoyada en locutores, periodistas y conductores de medios", según dijo a IPS.

"Recuerdo, por ejemplo, a (la conductora de televisión) Mirta Legrand o a Mariano Grondona (periodista), diciendo que los que denunciaban crímenes de la dictadura en el extranjero en solidaridad con las víctimas desaparecidas y los exiliados "hacían campaña en contra del país", criticó.

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