La actual crisis alimentaria ha revivido el mito de que el mundo no produce suficiente comida para toda su población, afirma Michel Pimbert, autor de un nuevo estudio que propone revalorizar la producción local.
La crisis es una manufactura del sistema global de mercado, sostiene Pimbert, director del Programa de Agricultura y Biodiversidad del Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo (IIAD), con sede en Londres.
Hay que desandar la globalización y evolucionar hacia la producción alimentaria local, que permita a la gente controlar su propia nutrición, ingresos y economías, desde los hogares hasta el plano regional.
Pimbert expone sus ideas en la publicación en Internet "Towards Food Sovereignty" (Hacia la soberanía alimentaria), que incluye vídeos y audios con testimonios de agricultores, indígenas y consumidores.
Los primeros tres capítulos están disponibles gratuitamente en el sitio web del IIAD (http://www.iied.org/).
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Pimbert no es el único que reclama cambios de rumbo en la agricultura.
El 15 de abril, la Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD, por sus siglas en inglés) difundió investigaciones de varios años y concluyó que seguir con las prácticas agrícolas habituales conduce al desastre.
Aunque no tomó parte directa de los trabajos de la IAASTD, Pimbert afirma que su investigación fue paralela, al trabajar directamente con pastores y agricultores tradicionales para incluir sus puntos de vista, en general marginados.
Tierramérica dialogó con Pimbert en su oficina de Londres.
Tierramérica: — Muchos funcionarios e instituciones reclaman una mayor producción alimentaria para resolver la crisis de la carestía. ¿Qué piensa usted?
Michel Pimbert: — Que no hay bastante comida para alimentar a todos es un mito persistente. Las cuestiones reales son la distribución de los alimentos y la desigualdad de los ingresos.
Entidades como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) reclaman más investigación para elevar los rendimientos de las cosechas. Es más de lo mismo. Nadie se fija en el acceso a los alimentos y a la tierra. Es mucho más fácil hablar sobre cuestiones tecnológicas que sobre el panorama completo.
Es momento de mirar qué es lo que está mal en el sistema alimentario mundial y hallar maneras de que funcione mejor, especialmente para las comunidades pobres y marginadas.
— ¿Qué son los sistemas alimentarios locales?
— Comienzan en el hogar y se expanden al vecindario, el municipio y la región. Junto a la producción alimentaria se incluye el procesamiento, distribución, acceso, consumo, reciclaje y disposición de residuos. Varían mucho entre un lugar y otro y son la base del sustento, la cultura y el bienestar de cientos de millones de personas, en su mayoría de naciones en desarrollo.
— ¿Cuáles son las ventajas de producir los alimentos en el mismo lugar donde se consumen?
— Es mucho más democrático, ofrece más control a los ciudadanos. Es ecológicamente más sustentable y más adaptable a las condiciones cambiantes.
Mantiene los recursos dentro de la comunidad y genera más ingresos locales. Además, potencia la diversidad cultural, reflejando la historia y las circunstancias de cada lugar. Después de todo, la comida es cultura.
— ¿Qué hay que hacer: crear o fortalecer sistemas alimentarios locales?
— Gobiernos, corporaciones internacionales y otras elites marginan o directamente amenazan los remanentes de estos modelos y los ecosistemas de los que dependen. Treinta años de políticas neoliberales han devastado la producción local con el comercio desleal (dumping) de alimentos fuertemente subsidiados de las naciones ricas a las pobres.
— ¿Cómo recuperar la producción local en un país destruido como Haití, por ejemplo, donde ha habido disturbios por falta de alimentos?
— Lo primero es observar las políticas que impiden o dificultan el surgimiento de estos sistemas. Detener las importaciones de alimentos baratos subsidiados sería un primer paso. Se puede lograr que los sistemas alimentarios sean justos y sostenibles. Pero se necesitan políticas nacionales e internacionales que promuevan la soberanía alimentaria junto con fuertes federaciones de organizaciones locales.
La protección de la agricultura nacional es indispensable en muchos países pobres. Es interesante que varias naciones estén haciendo eso precisamente ahora. India, por ejemplo, rechaza el principio de la Organización Mundial del Comercio de que hay que abrir los mercados, pues intenta controlar su propia seguridad alimentaria.
— ¿Qué quiere decir para usted soberanía alimentaria?
— Es el derecho de las poblaciones a decidir sobre sus alimentos y agricultura. Tiene que ver con regenerar una diversidad de sistemas alimentarios autónomos basados en la equidad, la justicia social y la sustentabilidad ecológica.
— ¿Qué impacto puede tener en este proceso el encarecimiento del petróleo y de la energía?
— El sistema agroindustrial global es muy dependiente de la energía barata. Se requieren entre 10 y 15 unidades de energía para producir una unidad de energía alimentaria
Los sistemas locales de producción son mucho más eficientes en cuanto a consumo de energía, y el aumento de los costos de la energía y del transporte puede obligar a los gobiernos a reconocer esta realidad.
Como concluyó la IAASTD, nuestro sistema alimentario necesita una transformación completa para cumplir los desafíos de las próximas décadas. ¿Haremos pequeños ajustes o los cambios profundos necesarios para integrar alimentos, ecología, sustento y cultura?
— ¿Qué espera lograr con su libro?
— Generar debate sobre estos temas y elevar la conciencia sobre la necesidad de una transformación en todos los niveles. Espero que la gente reflexione y presione por el cambio.
* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 17 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.