AMBIENTE-PERÚ: Rescate de la papa andina en el corazón de Cusco

Un plato de papas sancochadas de diversos tamaños, formas y colores es el saludo de bienvenida a Huama, en el sur de los Andes peruanos, a 4.500 metros sobre el nivel del mar.

Campesinos de Huama en plena faena. Crédito: Milagros Salazar/IPS
Campesinos de Huama en plena faena. Crédito: Milagros Salazar/IPS
"Sírvase señorita, coma lo que cosechamos", ofrece Rafael Pilco, presidente de los conservacionistas de esta comunidad pobre de la región del Cusco, que cultivan 200 variedades de papas nativas y las protegen de plagas y embates climáticos.

Luciendo ponchos multicolores, los líderes del grupo y sus esposas nos llevan a las chacras (fincas) de las alturas donde conservan su tesoro.

Hace más de 8.000 años, la papa (Solanum tuberosum) fue domesticada en esta región. El taxonomista estadounidense David Spooner, de la Universidad de Wisconsin, ubicó su lugar de origen entre el Cusco y el Altiplano compartido con Bolivia.

De las 120 familias de Huama, 40 se dedican a conservar este alimento en base a conocimientos y creencias ancestrales. Las demás crían animales y plantan papa, desde luego, maíz, olluco y otros vegetales.
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"Sembramos cuando la luna está llena, porque si lo hacemos sin luna vienen las enfermedades y la producción no es buena", explica Pilco en quechua, mientras sus compañeros asienten.

Desde hace tres años, las 40 familias abastecen a dos de los mejores hoteles de Cusco gracias a las bondades culinarias de las variedades nativas y a un convenio que les ha permitido vender hasta ahora 20.000 kilogramos.

Cada kilo se vende a medio dólar, con una ganancia de apenas 10 por ciento, calculan los campesinos, aunque en rigor es menos, porque no consideran el costo del transporte.

Las mujeres se ocupan de la transacción porque, según reconocen sus compañeros, ellas son mejores comerciantes.

El agrónomo Miguel Ángel Pacheco, del gubernamental Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), ayuda con la traducción al español y contempla maravillado el grado de organización de esta comunidad.

"La papa es el símbolo de Perú como cultivo que ha permitido el desarrollo en los Andes, como alimento básico, actividad y hasta como ritualidad. La papa significa pachamama (madre tierra), lo que nace de la tierra, y tiene un gran potencial que puede contribuir con nuestra economía", explica a Tierramérica el estudioso Mario Tapia, consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

VAIVENES DE TRADICIÓN ANCESTRAL

La conservación de papas nativas, iniciada por los incas, se mantuvo por siglos. Pero casi se perdió cuando se multiplicaron las enfermedades y se devaluó el valor de estas variedades en las ciudades, reemplazadas por especies mejoradas, nuevas o híbridas, obtenidas por modernas técnicas y con altos rendimientos.

En Huama apenas cuatro familias perseveraron en la tradición, que 10 años atrás cobró nuevo impulso.

¿Qué cambió? Ellos dicen que mejoró la organización de la comunidad cuando ésta decidió renunciar al alcoholismo, muy extendido en los Andes peruanos.

"El alcohol provocaba la desnutrición de los niños porque los padres dejaban abandonados a sus hijos sin comer, también ocasionaba violencia familiar", explica el presidente comunitario Gregorio Barrientos. Quien incurra en él, "siquiera con una copita", debe pagar una multa de 54 dólares.

Camilo Huaraca, de 48 años, es la cabeza de una de aquellas cuatro familias que hoy tiene más de 150 variedades en sus parcelas.

"Soy conservacionista por herencia de mis abuelos. Antes sólo tenía 60 variedades y después amplié mi colección en las ferias, donde intercambiaba semillas con otros campesinos", relata a Tierramérica.

En esas ferias promovidas por organizaciones no gubernamentales como Arariwa, campesinos de diversas zonas del país concursaban exhibiendo sus variedades y los ganadores eran premiados con guano (estiércol) o herramientas de trabajo.

MIRANDO A LOS MERCADOS

El Ministerio de Agricultura, con apoyo de la FAO, premiará en junio a 35 familias conservacionistas. El proceso comprende talleres en los que se selecciona a los finalistas y se recoge sus demandas de asistencia, bajo la dirección del investigador Tapia.

Las Naciones Unidas celebran el Año Internacional de la Papa en este 2008, sacudido por la escasez y carestía de muchos alimentos básicos.

En Perú existe el banco de germoplasma de papa más grande del mundo: semillas, cultivo de tejidos o colecciones de plantas de 5.000 variedades de toda la región andina, de las cuales más de la mitad son originarias de este país. El manejo e investigación están en manos del no gubernamental Centro Internacional de la Papa.

En Huama, la FAO ha desarrollado un programa para mejorar semillas, y la sede del INIA en Cusco se ha comprometido con asistencia para aumentar la producción y vincular a los campesinos con mercados atractivos.

Se trata de ofrecer alimentos elaborados: hojuelas o papas secas, ingrediente central de platos como la carapulcra, que lleva además ají colorado, cacahuete, cebolla, ajo y diferentes carnes.

"Queremos intercambiar conocimientos con estas comunidades para que tengan mayores herramientas en la siembra y el ingreso al mercado", señala a Tierramérica el agrónomo Ladislao Palomino, del INIA.

El Instituto también estudia la riqueza culinaria y alimenticia de la papa para poner la información al alcance de campesinos y empresarios que quieran invertir en la elaboración de productos con variedades nativas.

"La papa 'puca sonjo' tiene alto contenido de antiosanina y betacaroteno, que contribuyen a prevenir el cáncer. Esto le da un valor agregado al consumo de este alimento", explica Palomino.

LUCHA CONTRA EL CLIMA

El presidente del INIA, Walter Delgado, viajó con Tierramérica a Huama, donde comprobó la caída de la producción de este año, luego de tres heladas y pocas lluvias.

Los campesinos afirman que peligra el sustento de sus familias, y también la venta de 5.000 kilogramos de papas nativas a los hoteles cusqueños.

Para soportar estas inclemencias, los campesinos desarrollaron la siembra por mezcla: plantan diferentes especies dispersas en una misma parcela, lo que mejora las perspectivas de la cosecha, puesto que algunas son más resistentes que otras.

Los especialistas del INIA pretenden abordar estos desafíos con el proyecto Andenes, en el que estudian las características agronómicas de la papa, incluyendo su adaptación a temperaturas muy altas y el descubrimiento de nuevos virus.

Mientras, los campesinos no renuncian a prácticas ancestrales para garantizar la cosecha, como el pago a la tierra de una ofrenda que incluye sus mejores frutos, y la presencia del "arariwa", guardián de los cultivos.

"Es elegido por todos nosotros, es una persona respetada y es tratado como el primer hombre", explica Huaraca.

* Este artículo fue publicado originalmente el 3 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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