Medios de comunicación colombianos e internacionales dicen desde el jueves que la guerrilla de las FARC se negó a liberar a la rehén Ingrid Betancourt a través de un artículo emitido después de que se pusiera en marcha la misión humanitaria francesa para rescatarla. Pero ese texto había sido escrito 15 días antes.
Fue la cadena televisiva regional Telesur, con sede en Caracas, la primera en divulgar el comunicado presuntamente nuevo. "FARC considera inadmisible solicitud de liberar a Ingrid Betancourt", tituló ese medio en un despacho aparecido en Internet el jueves a las 14:02, hora venezolana.
Telesur afirmó que en la carta "publicada este jueves por la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol)", uno de sus firmantes, "el llamado canciller de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Granda, calificó de 'inadmisible' la solicitud de liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, como nuevo gesto unilateral que el gobierno colombiano condiciona para excarcelar guerrilleros e iniciar un eventual canje humanitario".
Pero Anncol, un medio afín a las FARC, había publicado ese texto el 20 de marzo, bajo el título "Raúl Reyes, el camino de la vida a pesar de la muerte", firmado por Granda y por Jesús Santrich y fechado un día antes, el 19.
Y lo que Granda y Santrich consideraban "no admisible" era, en rigor, "que nos pidan más gestos de paz, cuando después de tantas muestras fehacientes de nuestra voluntad política por encontrar salidas al conflicto, se nos responde con infamias y maleficencia".
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IPS comprobó el dato el jueves en el sitio de Anncol, que este viernes estaba caído. Pero el artículo todavía puede verse en la versión caché del buscador Google, de donde fue extraído por nuestra agencia (https://ipsnoticias.net/fotos/ANNCOL.htm).
Poco después de Telesur, Caracol Radio y el diario El Tiempo, de Colombia, recogieron la información, con error incluido, y la pusieron en sus portadas. Les siguieron despachos de agencias internacionales de noticias, publicados a su turno por la prensa de la región y del mundo, con algunas excepciones: además de IPS, el diario francés Le Monde y el semanario bogotano El Espectador.
¿Por qué casi nadie se detuvo a revisar con detalle el contexto básico de esa carta? ¿Quizás porque todo el mundo esperaba alguna respuesta de las FARC a la misión desesperada despachada por París?
El gobierno de Francia había puesto en marcha horas antes un publicitado operativo humanitario, con dos médicos y dos diplomáticos enviados a la difícil misión de encontrar, asistir y en lo posible rescatar a Betancourt, ciudadana colombiana y francesa y rehén de las FARC desde 2002.
El contexto incluye una semana de intensos informes sobre el grave estado de salud de Betancourt, con versiones contradictorias sobre su aparición en puestos de salud en medio de la selva y supuestos testigos que decían haber presenciado su estado terminal.
Pero la misión carecía —carece aún— de mínimas certidumbres, por la falta de señales públicas de que las FARC hayan accedido a liberar a la más preciada de los por lo menos 37 rehenes y prisioneros de guerra que mantienen en su poder para canjearlos por 500 guerrilleros presos.
Otro asunto pasado por alto en los medios es que la carta no está firmada por el secretariado del Estado Mayor Central de las FARC, un detalle importante para distinguir pronunciamientos oficiales y no oficiales de esa guerrilla campesina alzada en 1964.
Pero si bien no puede tomarse como una respuesta oficial de las FARC a la misión humanitaria ni al imperioso reclamo formulado esta semana por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, el texto de 2.644 palabras contiene elementos informativos valiosos.
Esta sería la primera vez que miembros de la guerrilla afirman que no habrá más gestos unilaterales de su parte, tras las liberaciones de seis rehenes en enero y febrero de este año —-dispuestas por las FARC en respuesta a las gestiones del presidente venezolano Hugo Chávez y de la senadora colombiana opositora Piedad Córdoba—, y el ataque del 1 de marzo al campamento del comandante "Raúl Reyes" en territorio ecuatoriano.
Esto colocaría a la guerrilla en una difícil disyuntiva: si de verdad está resuelta a conservar hasta el final a su principal carta para el canje, Betancourt, con su muerte en cautiverio perdería mucho más que una oportunidad de negociar con el gobierno. "Y de verdad que nos hacemos responsables por todos nuestros actos", acotan.
Puesto que el ataque y muerte de Reyes y, poco después, de otro miembro del secretariado, "Iván Ríos", se sucedieron mientras las FARC sostenían contactos y conversaciones con emisarios de varios países por el canje humanitario, "nos dan la razón sobre la necesidad de exigir cada vez más garantías cuando de encuentros de cualquier tipo se trate", dice el artículo de Granda y Santrich.
"Seguramente nos haremos más exigentes y sólo nos valdrán nuestras propias garantías. No habrá encuentro gobierno guerrilla, por ejemplo, sin la existencia de una zona de despeje", agrega.
El texto incluye otro párrafo de inusual dureza hacia los rehenes: "Todos quienes están como cautivos son responsables del azuzamiento de la guerra. Desde Ingrid en adelante, y valga decir que ninguno de ellos está en peores condiciones que Simón Trinidad o Sonia (guerrilleros extraditados a Estados Unidos), o que muchos de los dirigentes políticos y líderes populares que han sido apresados sin ser guerrilleros".
Otro contexto básico ignorado por los medios son varias cartas firmadas en las últimas semanas por los mismos Granda y Santrich, que pueden encontrarse en el sitio de la Agencia Bolivariana de Prensa.
No es éste el primero ni el más llamativo error periodístico cometido en los últimos meses de desbordado conflicto colombiano.
La prensa regional se inventó toda una genealogía de las FARC, tomando el alias de la compañera de Reyes, "Olga Marín", como su nombre verdadero y concluyendo que era la hija del líder máximo, "Manuel Marulanda" o "Tirofijo", cuyo nombre verdadero es Pedro Antonio Marín.
Según ese "árbol genealógico" de las FARC, "Olga Marín" a su vez era hermana de Luciano Marín, el nombre civil de otro miembro de la cúpula de las FARC, "Iván Márquez".
En los tensos momentos en que tenía lugar en Washington la reunión de cancilleres de la Organización de los Estados Americanos para tratar de reparar la inédita ruptura entre Bogotá y Quito por la incursión colombiana en territorio de Ecuador, el diario El Tiempo publicó una fotografía del fallecido Reyes con otra persona, a la que identificó como el ministro ecuatoriano Gustavo Larrea.
El gobierno colombiano distribuyó copias de la foto entre las delegaciones asistentes, pero horas después, desde Argentina, el dirigente comunista Patricio Echegaray afirmó que el fotografiado era él, mientras le hacía una entrevista a "Reyes" que fue publicada en varios medios.
Cualquiera de estas fallas era fácilmente evitable con una mínima comprobación, ese "chequeo" del que tanto se habla en las redacciones.