Con un acto masivo, el gobierno argentino de Cristina Fernández procuró este martes mostrar el apoyo social que tiene su decisión de aumentar los impuestos a exportaciones agrícolas, para mejorar la distribución de riqueza, y aislar a las asociaciones rurales que protestan desde hace 20 días.
Fuentes policiales dijeron a la agencia estatal Telam que unas 200.000 personas llegaron hasta la Plaza de Mayo, frente a la sede del gobierno, donde se destacó la presencia de adherentes a la Confederación General del Trabajo, la principal central sindical del país, y al gobernante Partido Justicialista, así como militantes de organizaciones de derechos humanos y sociales variadas.
"Les pido que me ayuden a seguir luchando por la justicia, por el trabajo, para conformar un empresariado nacional, que agregue valor a la producción, con más y mejor trabajo, con la educación como instrumento de reequilibrio social, porque sola no puedo", sintetizó Fernández ante la multitud.
También reivindicó los logros de su gestión y la de su esposo y antecesor en el cargo, Néstor Kirchner (2003-2007). "Nunca en 100 años habíamos tenido la recuperación económica que registramos en los últimos cinco años. No desaprovechemos la oportunidad. Todavía nos falta lograr muchas cosas", resaltó.
Casi 24 horas después de ofrecer a las agrupaciones agrarias medidas de compensación para los productores de pequeña escala, que no alcanzaron para convencerlos de suspender la medida de fuerza, la presidenta les rogó "encarecidamente" desde el palco que adviertan el mal que están haciendo al causar desabastecimiento de alimentos en las ciudades.
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"Agrávienme a mí si eso los hace felices, pero no agravien más al pueblo y despejen las rutas para que los argentinos podamos acceder a los alimentos, las fábricas a los insumos y los comercios a sus mercaderías", clamó Fernández, conciente del malestar social que provoca la falta o escasez de alimentos en las tiendas y supermercados.
Una vez más, como lo viene haciendo desde hace 20 días en sucesivos discursos, Fernández explicó que tiene un compromiso de redistribución del ingreso. "Sé que hay costos personales que pagar, pero tengo la convicción, la fuerza y el coraje. No voy a traicionar al pueblo argentino que me votó", remarcó.
Se refirió luego a las críticas y reacciones airadas que generó la medida de aumentar el impuesto a las exportaciones de oleaginosas. "Asumí hace poco más de 100 días. Nunca había visto en tan corto tiempo, tantos ataques contra un gobierno popular, tantas ofensas e insultos", reclamó ante sus seguidores.
"Sólo he cometido el pecado de ser la persona más votada en elecciones libres y democráticas. Tal vez, además de ser votada, tengo otro pecado: el de ser mujer. Pero de los dos pecados me siento orgullosa. De ser la primera mujer argentina en llegar a ser elegida presidenta por el voto popular", resumió, en referencia a su triunfo en los comicios que la llevaron al gobierno en diciembre.
Las columnas de participantes descendieron de los ómnibus y llegaron a Plaza de Mayo temprano, precedidas de críticas hacia un acto que se sospechaba organizado desde la cúpula misma del gobierno, en contraposición a reacciones espontáneas de los productores del campo y manifestantes que se solidarizaron en las ciudades.
Los militantes se agolparon en bloques compactos con sus banderas y escucharon con atención. Había también numerosos asistentes que no fueron encolumnados. Tampoco la aclamaron ni aplaudieron a rabiar cada una de las exhortaciones de la presidenta. Simplemente estuvieron presentes.
Una de ellas portaba un cartel que rezaba "a mí no me pagó nadie", aludiendo a los críticos que deslegitimaron la convocatoria haciendo circular versiones acerca de que se pagó dinero por ir a la plaza ubicada frente a la Casa Rosada.
"Me pareció que tenía que ir porque creo que las retenciones (impuestos a las exportaciones agrícolas) son justas, más allá de que el gobierno se pueda equivocar en la forma en que plantea las cosas", comentó a IPS Jorge Álvarez, quien fue al acto solo. "Nos guste o no, es el mejor gobierno que tuvimos en los últimos años", añadió.
Todos los ministros del gobierno, Kirchner, gobernadores provinciales e intendentes acompañaron a Fernández desde el palco. Estuvieron además allí líderes sociales emblemáticos que apoyan al gobierno como Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
La mandataria elogió el coraje de las integrantes de Madres de Plaza de Mayo, que reclaman por sus hijos desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-1983), y al final del acto Bonafini le obsequió su propio pañuelo, un pañal de tela blanco con el nombre de sus hijos desaparecidos que lleva en la cabeza, al igual que otras muchas y que son símbolo de esa lucha de más de 30 años.
Al finalizar el discurso de poco más de media hora, la presidenta Fernández se despidió del público y se acercó a saludar a los simpatizantes que se agolpaban en la primera fila. "Fuerza", "no afloje", eran los clamores más repetidos entre los manifestantes mientras le apretaban la mano o la besaban.
Tras ese baño de multitud de la mandataria, el gobierno sólo espera que los productores rurales levanten las medidas de fuerza. Y de hecho, uno de los representantes de las asociaciones rurales que lideran la protesta adelantó a IPS que se negocia suspender mañana el paro y lock-out patronal.