El herbicida glifosato, utilizado para eliminar malezas de las plantaciones de soja, demora en degradarse y no es inocuo, afirma un estudio de investigadores de distintas instituciones de Argentina. “Se sabía de su toxicidad, pero se creía que se degradaba mucho más rápido y que los sedimentos lo absorbían sin efectos, pero detectamos que no es así”, dijo a Tierramérica el doctor Horacio Zagarese, del Instituto Tecnológico de Chascomús.
Junto a investigadores de las universidades de Buenos Aires y la de La Plata, el equipo de Zagarese comprobó que el glifosato, utilizado también para destruir plantaciones ilegales de coca en Colombia, aumenta la concentración de fósforo en lagos y lagunas y altera la presencia de algas que son base de la cadena alimentaria acuática.
“Si la soja es el cultivo más extendido en Argentina y (para él) se usan toneladas de glifosato, es evidente que en el largo plazo esto tendrá una incidencia», sintetizó.