La Campaña de la ONU para el Milenio desembarca en Europa, poco después de inaugurados los centros regionales en África y Asia. Su subdirectora mundial Marina Ponti conducirá en Roma la oficina europea de esta red internacional de la sociedad civil.
"La Campaña para el Milenio fue lanzada en 2002 en Italia. Cinco años después, volvemos a donde comenzamos", dijo Ponti, entrevistada por IPS.
La iniciativa fue lanzada por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) con la finalidad de abrir canales a la presión ciudadana por el cumplimiento de los ocho objetivos acordados por los jefes de Estado y de gobierno participantes en la Cumbre del Milenio, realizada en 2000 en Nueva York.
Los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio incluyen reducir a la mitad la proporción de pobres y hambrientos, garantizar la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil y la materna, combatir el sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo, todo esto respecto de 1990 y con 2015 como fecha límite.
IPS: — ¿Por qué la Campaña decidió establecer su sede europea en Roma?
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Marina Ponti: — Resolvimos mudar la oficina regional a Europa, antes instalada en Nueva York, luego que ver los muy buenos resultados de las abiertas en Nairobi y Bangkok. Eso volvió evidente la necesidad de contar con una en Europa.
Elegimos Italia no sólo porque integra el Grupo de los Siete países más industrializados del mundo (G-7, junto con Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Japón), sino también porque tiene una sociedad civil muy activa.
— Pero ¿qué clase de apoyo espera usted de Italia, en un periodo de gran incertidumbre política?
— Sí, ahora estamos en una situación política muy inestable, tendremos elecciones en dos meses Lo que podemos decir es que realmente esperamos que los Objetivos del Milenio se conviertan en un asunto de todos los partidos, que se vean como un componente importante de sus plataformas políticas.
— En su trabajo anterior con Social Watch (organización no gubernamental internacional con sede en Uruguay que aboga por la erradicación de la pobreza y la equidad de género), usted exploró el "lado oscuro" del sistema financiero internacional. Se habla de un billón de dólares anuales de dinero lavado por traficantes de drogas y de armas y otros delincuentes. Pero el asunto está ausente de los Objetivos del Milenio. ¿Por qué?
— Los Objetivos del Milenio fueron un acuerdo entre naciones ricas y pobres. Las pobres debieron comprometerse a cumplir los objetivos uno al siete, y las ricas a cumplir el octavo, a través de mejoras en la calidad y cantidad de la asistencia y reformas al sistema internacional de comercial.
Noventa por ciento de las demandas políticas de la Campaña y las actividades en el Sur se refieren a exigir a los gobiernos combatir la corrupción. Eso es crucial para lograr los Objetivos, junto con reformas institucionales reales.
— Pero ¿por qué ustedes, como Campaña del Milenio, no discuten mecanismos para luchar contra la corrupción en el plano internacional?
— Porque no hay instituciones internacionales con facultades superiores a las de los Estados nacionales en la lucha contra la corrupción. Podremos combatirla por sobre los estados soberanos cuando logramos convertir esa lucha en una realidad a nivel nacional.
Muchos hacen campaña contra el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y otras instituciones internacionales, las cuales, sin embargo, reflejan de algún modo las demandas de los gobiernos que en realidad las gobiernan.
Necesitamos que ciudadanos y grupos que los representan presionen a los gobiernos para cambien las políticas nacionales. Pedimos coherencia en las políticas. Pero la coherencia empieza por casa, en el ámbito nacional.
— ¿Puede darnos un ejemplo?
— Hemos combatido los subsidios agrícolas, y uno de los peores responsables del problema es la Comisión Europea (rama ejecutivo de la Unión Europea). Pero no queremos librar esta batalla en Bruselas, porque allí no está realmente el poder de cambiar las políticas, hasta que los gobiernos nacionales, especialmente los de Europa meridional, cambien sus posiciones.
Muchas de las políticas que combatimos en las organizaciones internacionales proceden, en realidad, de decisiones políticas tomadas en ámbitos nacionales. Por eso privilegiamos ese nivel.
— Usted acusó a las naciones ricas de la falta de voluntad política para estimular la cooperación hacia el desarrollo. Transcurrida la mitad del camino hacia 2015, ¿cambió algo? ¿Qué pasa con Europa?
— En 2005 Luxemburgo logró un acuerdo europeo importante sobre el 0,7 por ciento (del producto nacional bruto de los países del Norte como asistencia oficial al desarrollo). Esto fue un logro muy importante rumbo al logro de los Objetivos.
Pero, de nuevo, esos compromisos no son vinculantes, así que serán realidad solo si los gobiernos y los parlamentos perciben una presión muy fuerte de los votantes.
— ¿Cuáles son los principales puntos de la estrategia de la Campaña del Milenio para este año?
— Nos concentraremos en un asunto clave para la campaña europea: la calidad de la asistencia. En los próximos 10 años será cada vez más difícil para los gobiernos aumentar los recursos si los ciudadanos no pueden estar seguros de que fueron bien invertidos.
En septiembre habrá una importante conferencia en Accra (Ghana) que evaluará los avances de los países donantes para mejorar la calidad de su asistencia al desarrollo.
Y la movilización global "Levántate contra la Pobreza" se volverá a realizar este año, del 17 al 19 de octubre. El año pasado participaron 44 millones de personas en todo el mundo. De ellas, 750.000 estaban en Italia.