Organizaciones no gubernamentales de Filipinas que se oponen a la presencia de tropas de Estados Unidos en el país reclaman la suspensión de ejercicios militares conjuntos programados para el 18 de febrero.
Su campaña se vio reforzada por un supuesto enfrentamiento entre soldados filipinos y miembros del grupo Abu Sayyaf, ligado a la organización terrorista Al Qaeda, en la austral provincia de Sulu, que provocó la muerte de siete civiles —entre ellos tres niños y una mujer embarazada— y un soldado que estaba de licencia.
Un testigo afirmó que tropas estadounidenses acompañaron a las filipinas durante ese enfrentamiento en la aldea de Ipil.
Funcionarios dijeron que investigarían el tema antes de estudiar la propuesta de cancelar el ejercicio militar conjunto, llamado Balikatan (que significa hombro con hombro), en el que participarían 600 soldados estadounidenses.
Según la embajada de Estados Unidos en Manila, no habrá "juegos de guerra" en Mindanao y Sulu durante el Balikatan, que se extenderá hasta el 3 de marzo. En cambio, en esos lugares, informó, se realizarán "proyectos de asistencia humanitaria", como construcción y reparación de escuelas, entre otros.
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La embajada también negó que soldados estadounidenses hayan estado involucrados en el enfrentamiento de Sulu. Enfatizó que las tropas de ese país no tienen permitido unirse a operaciones de combate del ejército filipino y que simplemente ofrecen asesoramiento y comparten información.
Según Corazón Fabros, de la no gubernamental coalición No a la Guerra, el desmentido de la embajada "era lo esperado y consistente con sus respuestas habituales" a las acusaciones de participación de fuerzas de Estados Unidos en operaciones militares locales.
La Nueva Alianza Patriótica criticó a la embajada por negar los hechos sin haber recurrido a una investigación independiente. Agregó que las violaciones a los derechos humanos, cometidas por soldados de Estados Unidos, no deben ser ignoradas y que los responsables deben ser llevados a juicio.
Fabros, quien es abogada, dijo que hace falta documentar adecuadamente la información de los testigos que pueden confirmar la participación de tropas estadounidense, para que su testimonio "se sostenga al ser presentado ante cualquier organismo investigador o incluso los tribunales".
El desafío, agregó, es "encontrar personas dispuestas a testimoniar y que no teman por sus vidas".
Existe mucho miedo en la comunidad local, dijo Fabros. "Uno tiene a las tropas estadounidenses prácticamente en el patio trasero y, sumado a eso, la fuerte presencia militar filipina en el área es suficiente para disuadir a cualquiera de testimoniar", aseguró.
Esta es la razón por la cual varios grupos están organizando una misión de búsqueda de información, que irá a la zona la semana próxima. "Escuchará y documentará las declaraciones de personas que tienen información de primera mano", declaró. Hace falta "sistematizar nuestra supervisión y documentación y lograr que el gobierno tome cartas en esta continua intervención de Estados Unidos en Filipinas".
Desde su creación en 2006, la Coalición No a la Guerra, compuesta por varias organizaciones no gubernamentales, ha reclamado poner fin a los ejercicios militares conjuntos anuales.
En una declaración, la Coalición señaló que el testimonio de una testigo de las muertes en Sulu "corrobora las denuncias anteriores sobre la participación de tropas estadounidenses en operaciones de combate en Filipinas".
La testigo, Sandrawina Wahid, cuyo esposo fue uno de los que perdieron la vida, dijo a los periodistas que fue vendada por soldados filipinos luego de ver a militares de Estados Unidos en la lancha a la que fue llevada, junto con el cuerpo de su marido, después del enfrentamiento.
El esposo de Wahid era soldado y estaba de licencia. Según se dijo, le dispararon incluso después de que dijera que era miembro del ejército.
Pero, según las autoridades, el enfrentamiento que se produjo poco antes del amanecer fue "un encuentro legítimo" entre tropas filipinas e insurgentes de Abu Sayyaf. Los militares informaron que las tropas estaban buscando a una empresaria que había sido secuestrada por los rebeldes y que dos soldados resultaron muertos en el combate.
Pero el gobernador de Sulu, Abdusakur Tan, dijo que perdieron la vida por "fuego amigo" entre dos unidades militares que participaron en la escaramuza.
Según la oficina regional de la Comisión de Derechos Humanos, no había miembros de Abu Sayyaf en la aldea cuando se produjo el supuesto enfrentamiento y que la empresaria secuestrada no estaba en esa zona. Los pobladores denunciaron que los soldados quemaron varias casas y que rodearon el caserío y abrieron fuego.
Las fuerzas armadas filipinas dijeron que 50 soldados participaron en la operación. Tres oficiales, que fueron entrenados por tropas estadounidenses, recibieron órdenes de permanecer en sus barracas y "no participar en operaciones militares" hasta que se complete la investigación.
Las organizaciones no gubernamentales que reclaman la suspensión de los ejercicios militares conjuntos reconocen que les queda mucho por hacer, hasta alcanzar un clima similar al que existía en 1991, cuando el Senado rechazó la renovación de un acuerdo para el empleo de bases por parte de las fuerzas estadounidenses.
"Será un tremendo esfuerzo, pero es algo que necesariamente debemos hacer", dijo Fabros.