Una frustrada marcha neonazi en el viejo distrito judío de la capital de República Checa ha sido objeto de gran atención por parte de la prensa, ante un supuesto avance del extremismo ultraderechista en los países ex comunistas de Europa central y oriental.
Varias manifestaciones habían sido planificadas para el aniversario de "La Noche de los Cristales Rotos" en Alemania, cuando el 10 de noviembre de 1938 docenas de judíos fueron asesinados y alrededor de 30.000 deportados a campos de concentración.
Extremistas checos de ultraderecha habían anunciado se decisión de marchar por el barrio judío de Praga, desafiando la decisión de las autoridades comunales de prohibir la manifestación. Alrededor de 2.000 policías fueron destinados a tareas de patrullaje asistidos por helicópteros.
Unos 400 neonazis llegaron a Praga, pero los controles policiales les impidieron acceder al centro de la ciudad.
El día comenzó con un homenaje —al que asistieron algunos centenares de personas— a las víctimas del pogrom de 1938 en la Sinagoga Vieja-Nueva, que los grupos judíos también habían planificado como protesta contra la manifestación ultraderechista.
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Aunque algunos políticos asistieron, otras figuras de importancia se rehusaron a hacerlo. El ministro de Relaciones Exteriores, Karel Schwarzenberg, declaró que aunque las marchas neonazis debían prevenirse no había que exagerar la amenaza que plantean.
"No le dediquemos tanta atención, porque eso es exactamente lo que buscan. Quieren que se escriba sobre ellos", afirmó.
Esa misma tarde, alrededor de 1.000 manifestantes antifascistas, algunos con bombas Molotov, esperaban ansiosos la llegada de los neonazis al barrio judío. "Algunos de nosotros queremos bloquearles el paso, pero otros quieren enfrentarlos", dijo entonces a IPS un miembro del grupo alemán Antifa Dresden, Michael.
Este activista era uno de los muchos extranjeros que viajaron a Praga en ómnibus ya sea para apoyar a los manifestantes antifascistas o a los neonazis. "Cuando nos enteramos de lo que estaban planeando los nazis decidimos venir a la República Checa para detenerlos", agregó Michael.
Cuando los extremistas de ultraderecha no aparecieron, algunos deslizaron comentarios irónicos. "¿Por qué estamos protestando contra nadie?", dijo un joven manifestante.
Finalmente, una docena de neonazis que lograron eludir los controles policiales desafiaron a los antifascistas con una pistola lanzagases. Uno de ellos fue golpeado y las cámaras de televisión filmaron la pelea, pero la gran mayoría de las personas ni siquiera se enteró de lo que había ocurrido.
A pesar de las notas sobre choques en la ciudad que aparecieron en la prensa internacional, sólo se registraron un puñado de escaramuzas y hubo cinco personas con heridas leves. Los 396 detenidos —en su mayoría neonazis, la cuarta parte extranjeros— fueron arrestados antes de que pudieran llegar al lugar elegido para la marcha.
Daniel Hnizdo, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Charles de Praga, testigo de lo ocurrido, opinó que la cobertura periodística incluyó varios datos erróneos.
"Los medios necesitaban una historia porque nada espectacular ocurre habitualmente en República Checa. Había muchas expectativas y, cuando no se concretaron, decidieron crear la historia que esperaban de todas formas", dijo a IPS.
"Hubo peleas, pero fueron fundamentalmente entre policías y anarquistas y muy esporádicas", agregó.
Viktor Velek, periodista del semanario en inglés Prague Post, señaló que "hubo poderosos símbolos en juego que atrajeron la atención de los medios internacionales: la rica tradición judía de Praga y la 'Noche de los Cristales Rotos' como un hito de la persecución de los judíos en Alemania".
"La marcha también recibió mucha publicidad porque estuvo acompañada por una prolongada batalla acerca de si era legal o no. Esto inevitablemente hizo crecer las expectativas", dijo a IPS.
La demostración neonazi que debía realizarse en el viejo barrio judío fue organizada por un grupo llamado Jóvenes Demócratas Nacionales con la excusa de repudiar la ocupación de Iraq por parte de Estados Unidos.
Pero el ayuntamiento prohibió su realización, considerando que era provocativa y el pretexto "ficticio".
Esa decisión fue invalidada dos veces por un tribunal, que citó errores de procedimiento: las autoridades comunales, destacó, no tienen la facultad de juzgar la veracidad o falsedad de los motivos invocados para realizar la marcha.
La prohibición se mantuvo, aunque con el argumento de que la Unión Liberal Judía ya había obtenido permiso para realizar en las calles del vecindario actividades que se extenderían desde octubre hasta fin de año..
Los neonazis propusieron ocho recorridos alternativos —todos a través del barrio judío— y una nueva fecha, pero el ayuntamiento también los rechazó.
Los grupos checos de extrema derecha solían concentrarse en recitales de música, donde la policía realizaba redadas habitualmente. Pero ahora comenzaron a buscar notoriedad a través de manifestaciones y los tribunales encuentran cada vez más dificultoso iniciar acciones contra ellos.
Los extremistas se están volviendo más profesionales y sofisticados, abandonando gradualmente acciones socialmente inaceptables, según los expertos. Los grupos se vuelcan hacia formas de nacionalismo autónomo y adoptando nuevos símbolos en reemplazo de los conectados con el nazismo histórico.
Algunas personas hicieron sonar la alarma a fines de octubre, cuando el Partido Nacional —extraparlamentario y de extrema derecha— anunció la formación de una Guardia Nacional paramilitar, similar a la Guardia Húngara.
La creación de la Guardia Húngara en agosto, en Budapest, generó una controversia mucho mayor. Eslovaquia, que limita tanto con Hungría como con República Checa, criticó al gobierno por su inadecuado manejo de los extremistas.
El presidente eslovaco, Ivan Gasparovic, quien a su vez fue criticado por políticos alemanes y húngaros por tolerar a extremistas en su gobierno, pidió a las autoridades en Praga que no ignoraran la creación de la Guardia Nacional Checa.
Representantes de este grupo paramilitar afirmaron que se trata de un cuerpo desarmado que actuará en manifestaciones o desastres.
El Partido Nacional hizo referencia a la "incapacidad de la policía para garantizar la calma, el orden y la seguridad del público" y a "temores por el comportamiento de minorías e inmigrantes" como los motivos para crear la guardia.
El servicio checo de contrainteligencia estima que entre 3.000 y 5.000 personas en el país simpatizan con la ideología neonazi, pero que en su mayoría se encuentran divididos, son débiles y no presentan una amenaza.
Hnizdo cree que muchos en la prensa pueden apresurarse a pintar un cuadro uniforme sobre las tendencias extremistas en la región.
"Tienen la tendencia a poner a Europa central y oriental en una misma categoría. Quizás están tratando de comparar al extremismo checo con diversos grupos de extrema derecha en países como Eslovaquia, Hungría y Rusia", explicó.
La población checa, sin embargo, no es inmune a la xenofobia. Según una encuesta reciente, la mitad de los consultados respondió que hay muchos extranjeros en el país y 12 por ciento llegó a decir que no tienen derecho a permanecer en el territorio.
Alrededor de 2,5 por ciento de los 10 millones de habitantes de República Checa son extranjeros o de ascendencia extranjera, una cifra muy inferior a la que se registra en las naciones de Europa occidental.
Según investigaciones, las actitudes no están siempre conectadas con ideologías de extrema derecha o izquierda, aunque casi cinco por ciento de la población se inclina hacia valores característicos de la ultraderecha.
La xenofobia y el extremismo, señaló Hnizdo, deben ser entendidos de forma separada en el caso checo.
"Hay muchas críticas a los grupos de extrema derecha, que son muy marginales, pero se tolera la xenofobia especialmente en relación con los gitanos y el Islam, que se expresa de forma pasiva", afirmó.