Mientras Vietnam se esfuerza por obtener una porción de la torta del turismo de Asia, autoridades de esta localidad tratan de encontrar la forma para que parte de su población pueda vivir de esta industria sin que altere la paz y la exclusividad buscada por los visitantes extranjeros.
Hoi An, sobre la costa de la región central de este país, no aparece en los comerciales que el gobierno comenzó a emitir en las cadenas internacionales de noticias para atraer a los turistas, pero las autoridades locales desean promover el lugar, incluido en 1999 en la lista del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Hoi An fue un puerto comercial entre los siglos XV y XIX. Su rica historia y variada arquitectura constituyen una fuerte atracción para turistas ansiosos de sumergirse en la cultura local.
Unos 700.000 llegan anualmente hasta esta ciudad, atraídos por su reputación como un destino tranquilo. Pero a medida que crece el número de visitantes, también aumentan los problemas entre las autoridades y quienes desean ganarse la vida con la afluencia de turistas.
Ya desde hace años los visitantes encuentran que disfrutar de la tranquilidad no es fácil, con los interminables gritos de los vendedores ambulantes resonando en las calles o en la cercana playa de Cua Dai.
El subdirector del Departamento de Turismo de Hoi An, Tran Van Nhan, señaló que el turismo "cambia la mentalidad de las personas gradualmente. A cada minuto, a cada segundo. Son hospitalarios y amigables y a la semana siguiente sólo piensan en el comercio".
Se ha estado desarrollando una campaña desde enero para disminuir el número de vendedores y regular su actividad. A pesar de la actividad conjunta de la policía y representantes de las oficinas de turismo, cultura e información, los resultados han sido variados.
"Queremos organizarlos. Tenemos tarjetas de identificación, pero no funcionó porque todos quieren más", dijo Nhan.
Los esfuerzos se redoblaron hace unos dos meses. Aunque el desorden sigue siendo el rasgo distintivo en la ciudad, las mujeres que venden frutas y baratijas en la playa de Cua Dai se organizaron por su cuenta y decidieron que cada persona trabajará día por medio.
Una vendedora de joyas de fantasía, quien prefirió no dar su nombre, dijo que "no queremos hacer esto, pero debemos, por el dinero". Tiene 26 años y dejó la escuela al terminar la primaria para vender cosas en la playa.
Cuando comenzó había pocos extranjeros y ofrecía maníes y papel de arroz a los turistas vietnamitas. Ya lleva tres años vendiendo las joyas de fantasía. En un buen día puede ganar 3,50 dólares en comisiones, agregó, y aprendió inglés hablando con los turistas.
Vo, quien está en sus 50, es vendedora desde hace un año. Las autoridades locales, afirmó, le prohibieron ofrecer masajes y servicios de manicura en la playa, algo que había hecho por cinco años. Ahora gana menos que antes y, como apenas habla inglés, sólo se maneja recitando unos pocos números.
A diferencia de otros puntos de visita del sudeste asiático, Vietnam se ha mantenido relativamente libre de una de las peores consecuencias del turismo: el comercio sexual. Aunque la prostitución es común en este país, no hay en Hoi An shows de mujeres y las "taxi girls" mantienen un perfil bajo en unos pocos bares para turistas.
La prostitución es ilegal y son pocos los que reconocen abiertamente su existencia. Los funcionarios no comentan por qué han prohibido los masajes, aunque es obvio que están ansiosos por evitar el tráfico de personas y las "actividades inmorales" que van de la mano del turismo en buena parte de la región.
Los habitantes de Hoi An están divididos respecto de los siempre presentes vendedores ambulantes. "Realmente hacen dinero", dijo Duc Tran, chef y propietario del famoso restaurante Mango Rooms. "Estoy ofreciendo 125 dólares al mes, pero ninguno de ellos quiere trabajar aquí", agregó.
Vietnam se encuentra segundo en la región en materia de crecimiento económico y su industria turística está en auge. Este año llegaron más de tres millones de extranjeros, 18,5 por ciento más que en 2006. Para atender la creciente demanda se han realizado acuerdos para la construcción de más hoteles de cuatro y cinco estrellas, en la playa y sobre la ribera del río en Hoi An y la vecina Danang.
"Queremos una actividad turística sustentable y no es algo fácil de lograr. Debe haber ganancias para la población local. El tema es cómo hacer conscientes a todos de la necesidad de ofrecer un buen entorno para los turistas", señaló Nhan.
Aunque los hoteles y nuevos emprendimientos atraerán más turistas a Hoi An, el carácter exclusivo de estos lugares garantiza que los visitantes disfrutarán de privacidad, al menos en la playa. Tanto el hotel Victoria como el Palm Garden Resort tienen playas privadas, patrulladas por personal de seguridad que sólo permite el ingreso a los huéspedes.
Es muy probable que los nuevos emprendimientos sigan este modelo, lo que limitará el espacio disponible para los vendedores.