La decisión del diario oficialista iraní «Irán» de publicar un aviso a toda página de la línea de ropa informal United Colors of Benetton, fue una clara señal de la aprobación gubernamental al famoso diseñador de moda italiano.
Pero en la misma edición, junto a una gran foto de Luciano Benetton, el diario incluyó artículos que lo describían como "sionista" y criticaban a la municipalidad (alcaldía) de esta capital por haberlo invitado a realizar una visita.
El periódico, que se distribuyó en las mezquitas durante las plegarias de los viernes, señaló a sus lectores que "el presidente de esta compañía y algunos de los miembros del directorio son judíos y forman parte del lobby sionista".
Pronto quedó claro que el verdadero blanco del ataque no era Benetton ni su empresa, sino el alcalde de Teherán, Mohammad Ghalibaf, un conocido crítico del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad y su gobierno.
Los ataques a Ghalibaf por parte de la prensa y sitios de noticias alineados con Ahmadinejad no se detuvieron luego de que el embajador de este país en Italia aclarara que la visita de Benetton era de carácter privado y que no tenía ninguna conexión con el alcalde.
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Alef, un sitio de Internet de línea dura, manejado por el legislador Ahmad Tavvakkoli, crítico de Ahmadinejad, describió el episodio como "el escándalo político mediático del gobierno". Agregó que "el incidente con Benetton revela una conspiración y está basado en una mentira".
La noticia sobre la visita apareció por primera vez en la página de Internet del organismo estatal encargado de combatir el contrabando de bienes y divisas, encabezado por el portavoz gubernamental, Gholamhossein Elham.
Allí se afirmó —lo que luego se demostró falso— que "el multimillonario sionista italiano" estaba visitando Teherán invitado por la alcaldía para explorar nuevos negocios, y agregó que Benetton había abierto su séptima tienda de ropa en Irán durante su estadía.
La compañía ya tenía tres en esta capital, dos en Mashad y una en Yazd. Benetton ingresó al mercado iraní hace casi 10 años, señaló una portavoz de la empresa.
"El escándalo no tiene nada que ver con Benetton, excepto por el hecho de que sus promotores están en contra de cualquier cosa asociada con la cultura occidental. El verdadero blanco fue el alcalde, cuyos aliados están en una nueva disputa con los seguidores de Ahmadinejad a causa de las elecciones parlamentarias previstas para marzo", dijo a IPS un analista local.
"Las tiendas de Benetton llevan varios años aquí, lo que hubiera resultado imposible sin la autorización de varios ministerios, como los de economía, comercio y orientación islámica (cultura)", agregó.
De todas formas, legisladores de línea dura se unieron a la batalla. En la sede del Parlamento, cinco miembros protestaron contra la visita de Benetton y reclamaron al ministro del Interior que ponga fin "a la influencia del inversor sionista en la moda femenina". También auspiciaron un proyecto de ley para prohibir sus tiendas de ropa en Irán.
Una declaración del embajador de Irán en Italia, Abolfazl Zohrevand, señaló que había puesto a un inversor iraní, que vive en ese país, en contacto con la alcaldía de Teherán para explorar oportunidades de negocios.
Benetton, quien es amigo del inversor iraní, le pidió viajar con él en su avión privado para inspeccionar sus tiendas aquí, según la declaración del embajador. La alcaldía, agregó, fue anfitriona del empresario iraní, no del millonario italiano.
Zohrevand defendió al alcalde de Teherán y dijo que Benetton no es sionista sino católico. Quienes iniciaron la campaña en la prensa intentaban destruir a Ghalibaf y demostrarle a Benetton quiénes eran los que mandaban, señaló.
Uno de los artículos publicados por el diario Irán acusó a Benetton de colocar "chips espías" en la ropa, que le permitirían "rastrear al comprador" y obtener "información invalorable sobre el consumidor".
El diario no interrumpió sus ataques tras las aclaraciones realizadas por el embajador en Roma, ni luego de que un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores señalara que Benetton no figuraba en una lista de empresas "favorables al sionismo" elaborada en esa repartición oficial.
Farda, un sitio de noticias en Internet que apoya a Ghalibaf, señaló que se había formado un equipo de periodistas para llevar adelante una guerra psicológica contra el alcalde, que incluyó el plan de distribuir la edición de Irán durante las plegarias del viernes.
Ghalibaf, un político de línea dura que se volvió conservador y fue comandante de la Guardia Revolucionaria de la fuerza aérea, fue un rival de Ahmadinejad en las elecciones presidenciales y lo acusó de ganarlas por medio del fraude.
La reformista Masoumeh Ebtekar, ex vicepresidente y actualmente miembro del concejo municipal de Teherán, escribió en su página personal en Internet que "el término sionista es una etiqueta muy versátil para aplicar a cualquiera que quieren destruir. Llamar sionista a Benetton es algo que fácilmente podían hacer extensivo a Ghalibaf".
"Algunos llegaron incluso a decir que sus hijos tienen nombres judíos, algo muy común entre los musulmanes, para ofrecer más 'pruebas' de que es sionista", afirmó.