Mientras Polonia se prepara para celebrar comicios anticipados el 21 de este mes, el escándalo de corrupción que provocó la disolución del gobierno todavía plantea serias dudas sobre el estado de la democracia.
El parlamento fue disuelto el 7 de septiembre, medida apoyada por todas las fuerzas políticas y por gran parte de la población tras conflictos irreconciliables dentro de la coalición de gobierno, conformada por el mayoritario Partido Ley y Justicia (PiS) y los minoritarios Autodefensa (SD) y Liga de Familias Polacas (LPF).
El primer ministro Jaroslaw Kaczynski, conservador nacionalista que promueve el proteccionismo económico, anunció el fin de la coalición con fuerzas de la extrema derecha y populistas el 13 de agosto.
La medida sobrevino luego que el populista líder del SD, Andrzej Lepper, fue destituido como viceprimer ministro y ministro de Agricultura el 9 de julio, por sospechas de corrupción.
La Oficina Central Anticorrupción (CBA) se enteró de que dos funcionarios del Ministerio de Agricultura habían sido sobornados para redelimitar tierras agrícolas y, en vez de iniciar una investigación, elaboró una trampa en secreto para descubrir si había más personas implicadas.
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La CBA, liderada por un miembro del PiS, sospechaba que el propio Lepper estaba implicado y caería en la trampa, pero el ministro fue alertado por alguien dentro del gabinete.
El gobierno responsabilizó al ministro del Interior, Janusz Kaczmarek, de la filtración, y lo relevó del puesto, lo interrogó dos veces e incluso lo detuvo por un breve lapso acusado de revelar información confidencial.
Tras su destitución, Kaczmarek, quien se considera a sí mismo un "chivo expiatorio", denunció que el gabinete interviene regularmente las líneas de teléfono de las oficinas editoriales y recaba evidencias incriminatorias sobre políticos de la oposición.
El ministro de Justicia, Jbigniew Ziobro, quien reconoció que hubo escuchas telefónicas y sostuvo que eran "legales", respondió amenazando a figuras de la oposición con revelaciones explosivas.
Ahora la prensa espera que Ziobro y la maquinaria del gobierno hurguen en busca de "suciedad" de los políticos opositores con fines electorales.
La oposición reclamó una investigación sobre la conducta de la CBA, pero el gobierno se opone a realizarla antes de los comicios, y acusa a los opositores de defender a Lepper.
El ex ministro, antes criticado por la oposición y conocido por sus declaraciones populistas y polémicas, subraya que las autoridades no pudieron presentar ninguna evidencia en su contra.
La intención de los líderes del PiS era, según analistas, expulsar del gabinete a Lepper ya que era un miembro problemático.
"Kaczynski hizo una apuesta política. Su complot para librarse de Lepper, quedarse con sus votos y reemplazar el liderazgo con alguien más dócil fracasó", dijo a IPS Jacek Kucharczyk, analista político del Instituto de Asuntos públicos en Varsovia.
"Su opción política era o bien elecciones adelantadas, usando su poder para influir en el resultado, o bien ingresar en un prolongado periodo de gobierno de minorías, con una comisión parlamentaria investigando sus actividades con consecuencias posiblemente desastrosas", dijo Kucharczyk.
El principal diario de oposición, Gazeta Wyborcza, ha sido el medio más crítico del gobierno, y en un comentario del 30 de julio, el editor en jefe Adam Michnik alertó que Polonia estaba "convirtiéndose en un país de un progresivo golpe de Estado".
"El resultado será un sistema que prive de sustancia democrática a las instituciones y las convierta en una ficción", sostuvo.
El mismo periódico escribió el 30 de agosto que la razón para el arresto de varios funcionarios y de Kaczmarek, quien en el interín presentó su candidatura como primer ministro por la extrema derecha, fue el temor del gobierno a que estos revelaran información comprometida sobre lo que llamó "el mayor escándalo político en muchos años".
Algunos de estos temores fueron corroborados por Kucharczyk, quien alega que Kaczynski "todavía parece estar en control de factores como la televisión pública, la oficina del fiscal y las agencias de inteligencia, volviendo la campaña electoral difícil para la oposición".
El PiS intentó presentar la destitución del ministro como prueba de que es capaz de ir contra sus propios aliados en nombre de la construcción de una Polonia libre de corrupción y delitos.
El PiS llegó al poder en 2005 en base a promesas de combate a la corrupción y el delito, y muchos votantes aprecian su enfoque de mano dura en relación a lo que creen es una poderosa elite izquierdista y liberal que controla el país.
"La situación es la misma que en 2005. Tenemos que decidir si debemos continuar o rechazar el sistema post-comunista", dijo Jaroslaw Kaczynski en un mensaje al electorado.
Actualmente el PiS tiene más enemigos que simpatizantes, pero no excluye ninguna posibilidad y espera seducir a la liberal Plataforma Cívica (PO) para formar una coalición, nuevamente con Kaczynski como primer ministro.
Kucharczyk cree que el PiS puede ganar, aunque sin una mayoría absoluta. "Si él sale primero, su legitimidad será más fuerte y él alegará que fue reelecto por personas que aprueban su manejo de la política. Pero le resultará muy difícil hallar a alguien que quiera formar una coalición con él", dijo a IPS.
Las encuestas muestran que el PiS, de los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, (presidente y primer ministro respectivamente), lidera con 35 por ciento de las intenciones de voto, lo que podría no ser suficiente para permitirle gobernar de manera independiente.
El PiS es seguido de cerca por el centroderechista y liberal PO, de Donald Tusk, con 32 por ciento de las intenciones de voto, y más lejos se ubica el socialdemócrata Izquierda y Demócratas (LiD), de Wojciech Olejniczak, con 16 por ciento.
El líder del PO, Donald Tusk, no excluyó a ninguna coalición de derecha o de izquierda, pero insiste en que no aceptará la presencia de Kaczynski en su gabinete.
