Los incendios forestales o «quemadas» en la Amazonia son responsables de tres cuartos de las emisiones de dióxido de carbono de Brasil. Pero cada hectárea de bosque absorbe, en promedio, media tonelada de carbono al año. En cambio, los ríos de la región emiten de una a dos toneladas anuales del mismo gas por hectárea de superficie.
Esas son algunas de las conclusiones divulgadas la semana pasada en Brasilia por el Experimento de Gran Escala de la Biósfera-Atmósfera en la Amazonia (LBA), un conjunto de investigaciones iniciadas en 1996, que están desnudando las dinámicas amazónicas y sus efectos climáticos.
Se puede afirmar que la persistencia de la deforestación puede desertificar el centro-sur de Brasil y países vecinos, cuyas lluvias dependen de la humedad proveniente de los bosques amazónicos, indicó Antonio Donato Nobre, del LBA.