La decisión del estatal Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) de no transmitir algunos videoclips realizados por directores nacionales ha atizado nuevamente la polémica sobre la aplicación de la política cultural del gobierno en los medios de comunicación.
La protesta de varios artistas vía correo electrónico, que revive el debate entre la intelectualidad local comenzado en enero, coincide con el proceso de discusión del discurso del 26 de julio del presidente en funciones de Cuba, Raúl Castro, quien llamó a cuestionarse "cuanta cosa hacemos en busca de realizarla cada vez mejor".
Paradójicamente, muchas veces se trata de obras apoyadas por otras instituciones estatales o políticas del país que, por una razón u otra, ven limitada su circulación a pequeños grupos o proyecciones únicas en festivales y nunca llegan al público cubano masivo, que debería ser su receptor principal.
Conciente de que la censura en los medios de comunicación es un mal universal, uno de los participantes en el debate electrónico de las últimas semanas, el realizador cubano Pavel Giroud, concedió una entrevista a IPS vía correo electrónico.
Con una vasta obra cinematográfica que incluye "La edad de la peseta" (2006), una de las obras más premiadas de la cinematografía cubana de los últimos tiempos, Giroud sufrió en carne propia la censura cuando su video del tema "Mi generación", del grupo de rock Tesis de Menta, nunca fue admitido por la televisión estatal.
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—¿Cómo funciona el mecanismo de la censura en los medios artísticos? ¿Quiénes deciden, cómo se enteran los realizadores, qué posibilidades tienen de reclamar?
—Como funcionan los mecanismos censores en todas partes, lo que ocurre es que a Cuba se le mira con una lupa. Para mí, la censura no es patrimonio nacional. Cada cadena de televisión u órgano de prensa en el mundo tiene sus pautas de transmisión o edición y todo lo que no cumpla estos requisitos, queda fuera. HBO se negó a publicar el documental que sobre Fidel Castro (presidente cubano) hiciera (el cineasta estadounidense) Oliver Stone, porque no tenía todos los condimentos que la cadena requería para su transmisión.. De modo que exigió una nueva entrevista a Fidel, o sea, poco importaba lo que Stone quería decir de su entrevistado, lo importante era lo que la cadena quería mostrar. La película española "Lucía y el sexo" fue censurada en muchos estados de la unión americana (Estados Unidos) por tener demasiado sexo explícito. En Medio Oriente hay pautas en el vestir para la mujer. En China cortan secuencias enteras de películas cuando ven amenazados ciertos preceptos, el autor de los versos satánicos se ha pasado la vida huyéndole a la muerte, el cine cubano hizo Fresa y Chocolate (1993) y una década después fue que la TV Cubana vio adecuada su salida al aire. En lo particular, prefiero que no transmitan un trabajo mío a que me manden a cambiar planos o quitar fragmentos. Tampoco me interesa mucho que me den explicaciones. Es tan grave el hecho de que te silencien, que poco importa la razón que tienen en cuenta para ello, porque nunca será suficiente para el silenciado.
—¿No resulta paradójico que la televisión, una entidad estatal, censure obras suyas que han contado con el respaldo de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), una organización que agrupa a los jóvenes creadores cubanos, bajo la orientación de la Unión de Jóvenes Comunistas, y la firma discográfica estatal EGREM? En casos como éste, ¿qué apoyo le ofrecen a los creados la AHS o la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)?
—No puedo explicar lo que no he logrado explicarme yo. No creo que estas instituciones estén creadas para funcionar como sindicatos. Yo defiendo la autonomía de las instituciones, justo porque critico la centralización toda (desde la económica hasta la cultural), de modo que no veo por qué la Uneac o la AHS deban enfrentarse a la televisión. En este caso se requería una ayuda de la AHS para hacer el video y ellos colaboraron. El problema está en la TV, que evoluciona a pasos de tortuga. Estos músicos son víctimas de censores, como lo fue en sus días el trovador Silvio Rodríguez, y lo curioso es que en Cuba siguen cantando, escribiendo, pintando y prestigiando al país muchos "artistas malditos".
—En su aporte al debate electrónico menciona las facilidades de que disfrutan quienes realizan videoclips en los que predomina la banalidad, la poca creatividad y cierto oportunismo político. ¿Por qué cree usted que se privilegien este tipo de obras en los medios nacionales? ¿Acaso la televisión es una suerte de "feudo" al margen la política cultural del país?
—La banalidad y la poca creatividad es privilegiada en todas partes. Enciende cualquier canal de música del mundo y verás que por cada video de clara valía artística debes machucarte con otros que tienen esos atributos que yo nombraba en ese escrito. Las mismas nalgas moviéndose junto al reguetonero machista, los mismos gesticos seductores de los "cantantes" de moda, los mismos ralentis (efectos de cámara lenta) amorosos en la puesta de sol, el mismo brillo en los bíceps, los mismos meneos sensuales y las mismas sonrisitas falsas. Creo que de eso sí no somos los principales productores. Es mucho más seguro hacerle un disco al puertorriqueño Daddy Yankee o la mexicana Paulina Rubio, porque se vende, no da problemas y si los dan tienen sustitutos a la mano. Hacer música comercial es oportunismo, más que mediocridad. Muchos buenos músicos o pintores hacen lo que vende. Esto mismo ocurre a nivel político, hay oportunismo por ambas partes, por los hacedores y por los transmisores. Los transmisores saben que un video lleno de loas al sistema no le traerá problemas y los creadores tienen muy claro que llegan más rápido a la TV haciendo una canción, un video, una película o un cuadro a una figura política. La cultura cubana está llena de ejemplos de cantantes que hacían una canción en cada fecha histórica, revolucionaria, y ahora cantan boleros en la calle 8 de la pequeña Habana en Miami, de pintores que antes de la revolución de 1959 pintaban a Batista (Fulgencio, dictador de Cuba entre 1952 y 1958) y luego al Che (el guerrillero cubano-argentino Ernesto Guevara), de escritores que mientras gozaban de prebendas del gobierno revolucionario escribían libros sobre los héroes del Escambray (sierra en el centro de la isla) y ahora libros diciendo horrores de Fidel. Oportunismo hay en todas partes, como en todas partes la televisión es un feudo que cada dueño usa en función de sus antojos. ¿Quién se atreve a hablar bien del comunismo en el canal 51 de Miami?
—Como en el debate intelectual de comienzos de año, esta polémica sobre los audiovisuales censurados transcurre fundamentalmente por correo electrónico, y es muy probable que entre un número reducido de personas afines al sector artístico. ¿Considera usted que es necesario abrir la discusión sobre estos temas a la sociedad cubana en general?
—Que yo lo crea es lo menos importante porque lo cree todo el mundo. Cuba ahora está en un intenso debate, no sólo cultural. Creo que se vive un momento en que desde arriba se quiere escuchar a los de abajo y los de abajo esperan el apoyo de los de arriba, pero por el medio hay demasiada lacra, gente que no defienden ideal alguno que se salga de sus intereses. Sucede que el cobarde será cobarde en cualquier orilla y aunque tenga la oportunidad de hablar, callará.