BIRMANIA: Vecinos evitan presionar, según Soe Mynt

Soe Mynt es el rostro de la resistencia prodemocrática birmana en India desde 1990. En ese año, secuestró un avión comercial tailandés que se dirigía a Rangún y lo desvió a Kolkata, la antigua Calcuta.

Crédito: Burma Digest
Crédito: Burma Digest
El apoyo popular a la causa de Birmania en India ayudó a Soe Myint a sufrir una condena de apenas tres meses de cárcel. Luego, estableció allí la agencia electrónica de noticias Mizzima, que funciona en un diminuto apartamento en la capital india.

Con su red de corresponsales clandestinos dentro de Birmania, Mizzima es hoy una importante ventana hacia un país que vive bajo uno de los regímenes más represivos del mundo.

Soe Myint explicó a IPS por qué los países vecinos de Birmania continúan dándole la espalda a un pueblo brutalmente reprimido.

IPS: La respuesta de los países asiáticos a la ofensiva de la junta militar birmana de la semana pasada contra civiles y monjes budistas desarmados que protestaban contra la suba de precios fue poco entusiasta. En su mayoría, parecían dispuestos a dejarles el problema a Occidente. ¿Cómo explica usted esto?
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Soe Myint: Los países asiáticos tienen sus propios intereses geopolíticos y económicos en Birmania y no los sacrificarán por los principios de la democracia y los derechos humanos.

Muchos se benefician del régimen militar de Birmania en términos de comercio, negocios e inversiones. Y muchos tienen sus propios problemas en materia de democracia, derechos humanos, autodeterminación, minorías, etcétera.

Los gobiernos de estos países están protegiéndose indirectamente contra las críticas o incluso contra la interferencia de potencias extranjeras. Unos pocos también son críticos de las posiciones y acciones de los países occidentales, especialmente los de Estados Unidos, en materia de democracia y soberanía.

Aunque ellos genuinamente quieren que se restaure la democracia y que la líder prodemocrática en arresto domiciliario Aung San Suu Kyi esté en el poder, no están dispuestos a desafiar la legitimidad de la junta militar en Birmania.

— China es conocida por tener una enorme influencia sobre Birmania. ¿Cuán importante es el rol de Beijing en la resolución de la crisis actual y en la restauración de la democracia en Birmania?

— Si hay alguna nación que puede influir en la junta militar birmana, ésa es China. Sin el respaldo de Beijing, el actual régimen se vendría abajo rápidamente. China lo ha apoyado en varios niveles —político, económico y militar—, lo que se hizo evidente desde la brutal represión de 1988.

China tiene enormes intereses políticos, económicos y militares en Birmania. No se puede hacer nada sin apoyo chino, fuera de una invasión total liderada por Occidente, y Beijing sabe que esto no va a ocurrir.

A China no le importan la democracia y los derechos humanos en Birmania. Pero sí le importan la estabilidad y el desarrollo económico de Birmania, por sus propios intereses.

— Usted se radicó en India, país cuyos partidos políticos fueron abiertamente partidarios de su causa pero con una política exterior que discrepa con los sentimientos populares.

— India todavía es una democracia. Sin embargo, muchos aspectos de la política exterior del gobierno indio —de cualquier gobierno— no necesariamente reflejan los deseos e intereses del pueblo. India parece no tener una política y una visión completas y de largo plazo sobre Birmania.

Por otro lado, hay poca conciencia sobre Birmania en los medios de comunicación indios. El movimiento democrático birmano tampoco logró convencer al sistema indio de que era capaz de ocuparse del futuro de Birmania. Tampoco pudo utilizar el apoyo del pueblo indio y convertirlo en un fuerte movimiento de solidaridad con Birmania.

Además, la propia democracia india viene afrontando desafíos y, en algunos casos, se vio debilitada por el fundamentalismo y el expansionismo. Los intereses geopolíticos y económicos prevalecieron sobre los principios de democracia, solidaridad, libertad y amistad en las decisiones de política exterior india.

— Birmania es conocido como un país rico en recursos pero con habitantes pobres. ¿La política de los países cercanos estuvo determinada por el deseo de acceder a esos recursos?

— Muchas de las ventajas de Birmania demostraron ser impedimentos para su lucha por la democracia. La riqueza en recursos naturales es uno de ellos.

Cuando los países, particularmente los que están en el vecindario inmediato, necesitan estos recursos naturales de Birmania para su propio desarrollo —bajo el competitivo capitalismo globalizado—, los principios, los valores, la amistad y la solidaridad dejan de ser prioritarios.

— ¿A dónde considera que se dirige el movimiento prodemocrático a partir de ahora? ¿Cuál considera que es la clave para asegurar que el impulso de los monjes y los civiles de la última semana no se pierda?

— El movimiento por la democracia de Birmania, como muchos otros similares en todo el mundo, tiene sus vicisitudes. Está enfrentando uno de los peores y más brutales regímenes dictatoriales del mundo, apoyado o ayudado por países poderosos.

La lucha continuará. Puede llevar otro año u otros 20 años. Pero ganará, porque es la lucha de un pueblo que quiere ser libre, democrático y próspero.

La resolución de la comunidad internacional para ayudar a Birmania y a su gente es crítica. Las actuales protestas en Birmania recorrieron un largo camino en la movilización de apoyo internacional, y el impulso no debería perderse.

— Generalmente se considera importante el rol de los monjes budistas. La junta no dudó en disparar, golpear y encarcelar a los monjes, a pesar de la reverencia de que son objeto en la sociedad budista. ¿Cuál es su punto de vista?

— En Birmania hay dos instituciones poderosas: el ejército y el clero. Los militares tienen armas. Pero los monjes tienen paz y cuentan con el respeto del pueblo. Al recurrir a la brutalidad, los militares perdieron el apoyo de los monjes.

El ejército puede disparar, golpear y encarcelar a los monjes, y al resto de la gente, pero no puede hacerlo durante demasiado tiempo. La caída de la dictadura militar parece al alcance de la mano.

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