ENERGÍA-ÁFRICA: Biocombustible, oportunidades y desafíos

El combustible de origen vegetal permite que África cuente con energía alternativa y se transforme en un gran proveedor de los mercados de países ricos. Pero varios obstáculos se interponen en ese camino.

"Hay mucho lugar para explotar fuentes de energía limpia en un momento en que se padece el recalentamiento planetario", sostuvo el ministro de Energía de Mozambique, Salvador Namburete en la Primera Conferencia y Exposición Anual de Biocombustibles de África, realizada esta semana en esta ciudad balnearia de Sudáfrica.

La Unión Europea (UE) exigió que 10 por ciento del combustible utilizado por el transporte y la industria en su región sea de origen biológico para 2020.

El comisario de Agricultura del bloque declaró varias veces que 20 por ciento de esa cantidad dependería de las importaciones.

El programa "todo menos armas", de la UE, establece que los productos de los Países Menos Adelantados ingresen libres de impuestos y cuotas a su mercado. Eso favorecerá la exportación del biocombustible africano.
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La categoría de Países Menos Adelantados fue creada en 1971 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como forma de reconocer que los estados más pobres del mundo necesitaban de una asistencia especial.

Los 50 países más pobres se encuentran, en su mayoría, en África.

Algunas de esas naciones tienen tierras adecuadas para el cultivo con que se produce el combustible vegetal y brindan oportunidades para promover la importación de tecnología necesaria a los inversores.

Los biocombustibles africanos también tienen posibilidades de ingresar al mercado estadounidense gracias a la ley de Oportunidades y Crecimiento Africano, la respuesta de Washington a la iniciativa europea "Todo menos armas".

Además, aparecen otros mercados en países con economías en crecimiento, como Japón, y también varias naciones africanas se inclinan hacia esa fuente de energía alternativa.

Pero ante esa variedad de oportunidades, surgen cuestionamientos acerca de la falta de infraestructura de este continente para hacer frente a las necesidades de producción.

"La falta de infraestructura en las naciones africanas socavaron las oportunidades para el uso de biocombustibles. Se puede producir, pero si no llega a los usuarios a un precio razonable, no tiene sentido", señaló Vinesh Moodly, gerente de refinería y despliegue de D1Oils Africa Plc, con sede Johannesburgo.

Brasil, el mayor exportador actual de etanol, que produce a partir de la caña de azúcar, también tiene dificultades de infraestructura.

La situación no sólo presiona la cantidad de suministros destinados a la exportación, sino que también hace bajar los precios, pues los exportadores se ven obligados a vender ante la falta de instalaciones portuarias.

La compañía petrolera estatal brasileña Petrobras y otras firmas privadas locales, estudian la construcción de varios gasoductos dentro del país para evitar la deficiente red de transporte terrestre de ese país.

En África se construye un gasoducto de 450 kilómetros, que une Maputo a Sudáfrica, informó Namburete, así como varios depósitos para almacenar el combustible en Beira, la segunda mayor ciudad de Mozambique, zona donde se ubica gran parte de la producción de biocombustible.

Pero la mayoría de los países productores de este continente, en términos de los costos de producción la caña de azúcar, el maíz o la mandioca, no tienen salida al mar, ni infraestructura que permita su transporte y exportación, y tampoco inversiones previstas en lo inmediato, como en Mozambique.

"Otra cuestión es cómo supervisar el proceso de concesión de tierras para garantizar que el campo se utilice para los fines para los que fue adjudicado. Contamos con 36 millones de hectáreas de tierras cultivables y, hasta hace dos años, sólo se trabajaban cinco millones", señaló Namburete.

"Desde entonces, recibimos solicitudes para producir biocombustible en cinco millones de hectáreas. El reto es tener un buen proceso de adjudicación y asegurarse que la tierra realmente se use para ese propósito", añadió.

Además, "tenemos que encontrar la forma de garantizar un equilibrio adecuado entre los cultivos destinados a la producción de biocombustible y los de consumo alimenticio".

Las 36 millones de hectáreas de tierras cultivables de Mozambique pueden destinarse a cultivos para fabricar biocombustibles "sin poner en peligro la producción alimentaria".

En tanto, en otras 41 millones de hectáreas de tierras no tan buenas puede plantarse jatrofa, un árbol cuyas semillas contienen un aceite no comestible capaz de transformarse en biodiésel.

La polémica por los cultivos destinados a la alimentación o a la producción de biocombustible es muy importante en África, dónde severas condiciones climáticas, inestabilidad social y mal uso de la tierra dejan a millones de personas con hambre.

Cuando se impulsa un proyecto de biocombustible es fundamental asegurarse que en la región en cuestión no haya carencia de alimentos, según Justin Vermaak, director ejecutivo de Versus Company Group, con sede en Durban.

"¿Se imagina producir biocombustible en Zimbabwe? Imposible. ¿Cómo se va a producir biocombustible en una zona dónde no hay alimento suficiente? Hay que impulsar ese tipo de proyectos donde no se plantee ese tipo de competencia", explicó.

Más de uno de cada tres zimbabwenses no tiene suficiente alimento, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

El país sufrió numerosas sequías en los últimos años, aunque la crisis alimentaria se atribuye en su mayor parte a la situación política y económica de ese país de África austral.

Los combustibles de origen vegetal no impulsaron nuevos cultivos en el mundo, sólo desviaron la producción agrícola existente, según Vermaak.

"Lo único que se ha logrado es la falta de abastecimiento. No hubo nuevas iniciativas de desarrollo, sólo apareció un nuevo consumidor para el mismo producto, sumando estrés al mismo sistema", explicó.

Varias naciones africanas impulsan políticas para favorecer la producción de biocombustibles e impulsar a las compañías privadas y estatales, y otras crean mercados locales.

Países pequeños como Ruanda que no sólo no tienen salida al mar, sino que además padecen los altos costos del crudo en el mercado internacional, se vuelcan a la producción de biocombustible para abastecer el ámbito local.

"La gente que produce biocombustible en África se guarda bien la información porque piensa que cualquier datito significa una ventaja comercial. Es una estupidez. Compártanla y nos va a ir mejor a todos", sentenció Vermaak.

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