AMBIENTE: Parlamentos secos de acción

Los parlamentos recibieron una reprimenda en la octava sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, que se realiza en la capital española.

Las críticas aparecieron en la evaluación "Implementar la Convención de Lucha contra la Desertificación desde el punto de vista parlamentario", realizada por Uwe Holtz, politólogo de la Universidad de Bonn.

El informe se presentó en la víspera en el séptimo Foro de Parlamentarios, en el marco de la convención que finalizará sus sesiones este viernes.

"El papel de los parlamentos en el proceso de implementación de la convención ha sido débil. En las décadas venideras, las asambleas legislativas deben fortalecer su postura estratégica de lucha contra la desertificación. Tienen que formar parte de la voluntad política de afrontar el problema", reza el documento.

"Los compromisos específicos contraídos por los legisladores en las discusiones previas a la conferencia deben reafirmarse y seguir su evolución", añade.
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"La Unión Interparlamentaria debe dar un apoyo más estructurado a este foro. Se invita a las legislaturas nacionales y regionales a crear mecanismos internacionales de supervisión de esos cuerpos y hacer mejor uso de las actividades de la Red Parlamentaria en la convención, que a su vez necesita financiación regular", remarca.

La presencia de legisladores en la apertura del foro fue escasa, en especial de los representantes de las naciones en desarrollo, las más afectadas por la desertificación. Se considera que la degradación más severa tiene lugar en África.

"Me estaba preguntando por qué hay pocos representantes", dijo a IPS Job Yustino Ndugai, presidente del Comité de Recursos Naturales y Ambientales del parlamento de Tanzania. "Parece que no están muy comprometidos con estas cuestiones", añadió.

La Conferencia de las Partes, que comenzó el 3 de este mes, reúne a unos 2.000 delegados de todas partes y coincide con una gran preocupación respecto de los resultados de los esfuerzos tendentes a hacer frente a la desertificación.

Ya pasaron tres décadas desde la primera reunión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre este asunto. En 1977 se realizó la Conferencia sobre Desertificación en Nairobi.

Pero el pastoreo excesivo, la deforestación, los métodos de irrigación nocivos y otra serie de problemas llevan a la degradación continua de la tierra en zonas áridas, que cubren más de un tercio de la superficie de la Tierra y son susceptibles a la desertificación.

Esos problemas son a menudo producto de la pobreza y se agravan más por el cambio climático.

"Se asume que la humanidad debe proteger la capa de ozono y la biodiversidad, pero no se reconoce lo suficiente la importancia de evitar la degradación y la erosión de la tierra", señala la evaluación de Holtz, que además sostiene que la convención contra la desertificación tuvo consecuencias "diversas".

La convención fue adoptada en 1994 afín de alentar acciones en el ámbito local e internacional y la cooperación contra la degradación de la tierra. Las disposiciones y obligaciones de la misma entraron en vigor el 26 de diciembre de 1996.

En la actualidad, más de 250 millones de personas se ven afectadas en forma directa por el fenómeno, según cifras que maneja la convención, y miles de millones más están en peligro. El costo en efectivo se estima en unos 42.000 millones de dólares al año. Los efectos sobre los seres humanos adoptan la forma de migración, hambre y conflictos varios.

Además de criticar a los parlamentarios, la evaluación cuestiona a los estados que deben priorizar la lucha contra la desertificación y a los países con posibilidad de financiar iniciativas de conservación señalando que su rendimiento "fue menos que óptimo".

Asimismo, los esfuerzos de la secretaría de la convención tendentes a promover y ayudar a implementar tales actividades también fueron considerados por debajo de lo esperado.

Las naciones signatarias de la convención deben elaborar planes de acción nacional contra la desertificación. Hasta ahora, 37 países africanos implementaron programas al respecto.

Pero "en la práctica muchos programas no funcionan por falta de acciones estratégicas adecuadas en los países en cuestión, de recursos financieros acordes y de tecnología, conocimiento y vínculos entre políticos y científicos", según la evaluación.

El especialista del Banco Mundial Enos Esikuri, concuerda con el informe.

"Creo que muchas de las iniciativas no cumplieron con las expectativas de los estados partes y ellos mismos se lo pueden decir. También creen que no fueron preparados pensando en los fondos disponibles. La calidad de los planes varió mucho de un país a otro", indicó Esikuri.

Se supone que deben incorporar las visiones de las diferentes comunidades y organizaciones no gubernamentales al respecto. Pero se suelen excluir las opiniones de agricultores, líderes locales, entre otras.

"El proceso por el cual se obtiene un producto es tan importante como el producto mismo", apuntó Esikuri.

"El Banco Mundial puede aportar mucho dinero, pero eso no basta para afrontar el problema de la desertificación", remarcó.

"Es crucial la asistencia al desarrollo, pero creemos que la convención se implementa mejor mediante recursos locales y nacionales. El papel de los parlamentarios es vital para esos fondos lleguen a destino", añadió.

Se diseñó un plan de 10 años con objetivos y plazos para dar un impulso adicional a la lucha contra la desertificación.

Por su parte, Walter Lusigi, asesor del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) subrayó que la desertificación no es insuperable.

El GEF financia proyectos que contribuyen a la conservación del ambiente en las naciones en desarrollo.

"No se trata de un problema que no podamos resolver. Es un problema de compromisos, de falta de seriedad, de sinceridad", afirmó Lusigi.

Aunque reconoció que la degradación de la tierra debe afrontarse desde varias perspectivas.

"Es una cuestión de actitud, de la forma en que hacemos negocios, de responsabilidad, de transparencia y de gobernanza. Se requiere algo más que dinero", añadió Lusigi.

"Hay algunas historias de éxito, pero son muy pocas. Pero nos gustaría ver cada vez más experiencias de ese tipo", apuntó Esikuri.

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