Tres meses después de una crisis política que derivó en la renuncia del gobernador de la austral provincia argentina de Santa Cruz, nuevos episodios de violencia, huelgas y manifestaciones callejeras sacuden a ese distrito patagónico, administrado durante 12 años por el presidente Néstor Kirchner.
"Nos cuesta mucho romper el cerrojo periodístico pero aquí siempre hubo conflictos", dijo a IPS Mónica Galván, de la Asociación de Docentes de Santa Cruz. "Lo que ocurre es que ahora toman una nueva dimensión porque se trata de la tierra del presidente", admitió la dirigente sindical y educadora.
El nuevo conflicto detonó el viernes 17 cuando un ex ministro provincial atropelló con su camioneta a una veintena de manifestantes de sindicatos estatales que marchaban en reclamo de aumentos salariales. En la embestida hirió a 22 personas, cinco de ellas hospitalizadas aún este martes.
Ubicada 2.700 kilómetros al sur de Buenos Aires, Santa Cruz fue gobernada entre 1991 y 2003 por Kirchner, quien además nació en ese distrito. Desde allí se lanzó a la primera magistratura, a pesar de ser una figura poco conocida en Buenos Aires.
Como presidente, Kirchner obtuvo una rápida aprobación a su gestión, al mismo tiempo que perdía popularidad en su terruño. Duros enfrentamientos entre el gobierno provincial y trabajadores petroleros, pesqueros y estatales derivaron en crisis que forzaron a dos gobernadores a dimitir en un lapso de 14 meses.
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En marzo de 2006 renunció el gobernador Sergio Acevedo, elegido con más de 70 por ciento de los sufragios, en medio de un conflicto con trabajadores petroleros que provocó choques con la policía y la muerte de un agente. Lo sucedió su vicegobernador, Carlos Sancho, que dimitió en mayo de este año.
Sancho renunció en el marco de una huelga de maestros que llevaba ya dos meses sin solución y tras la brutal represión policial a una manifestación de trabajadores estatales que dejó una veintena de heridos. La gobernación fue ocupada entonces por el diputado provincial Daniel Peralta.
Sindicalistas, dirigentes opositores y sociales sostienen que Kirchner pretende manejar la provincia desde Buenos Aires. Tres meses atrás, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, hermana del mandatario, fue agredida en las calles de la capital provincial por un grupo que criticaba la gestión presidencial
Ahora, cuando faltan dos meses para los comicios presidenciales de octubre, otra vez Santa Cruz es escenario de inestabilidad.
El nuevo capítulo se abrió el viernes cuando Kirchner volvió a su distrito tras cinco meses de ausencia para acompañar a su esposa, la senadora y candidata presidencial por el oficialismo Cristina Fernández.
Favorita para los comicios según encuestas, Fernández condujo un acto proselitista en Río Gallegos, capital provincial, en un estadio cerrado al que asistieron cerca de 10.000 personas. Entretanto, a 800 metros de allí, más de 3.000 trabajadores públicos marchaban por las calles pidiendo aumentos de salarios. "Tenemos diálogo con el gobierno de Peralta, pero marchamos todos los viernes en reclamo de aumentos salariales para el sector público", explicó la dirigente Galván. "Esta vez, como venía el presidente, tomamos el recaudo de no hacer la marcha cerca del estadio, pero vinieron a provocarnos", dijo.
El ex ministro del Interior de Santa Cruz, Daniel Varizat, figura rechazada por los sindicatos por la represión que había ordenado en mayo, atropelló con su camioneta a 22 manifestantes que se retiraban de la marcha y que habían rodeado el vehículo y lanzaban insultos y escupitajos contra éste.
El ex funcionario, acompañado por un empresario y dos periodistas, aceleró el vehículo con evidente intención de embestir. De los cinco heridos que permanecen en el hospital, una profesora de 52 años se encuentra grave.
Detenido y acusado de causar lesiones graves y leves, Varizat, que fue senador, diputado y funcionario del gobierno nacional, argumentó que "temía ser linchado" por los manifestantes. Su abogada, Paula Ludueña, sostuvo que su cliente actuó "en legítima defensa" y que se le soltó el freno.
El incidente desató una ola de agresiones y renovó la inestabilidad política y social santacruceña, con repercusiones en el ámbito nacional. El sábado, desconocidos arrojaron una bomba molotov contra una tienda de campaña que habían levantado los sindicalistas frente a la casa de gobierno provincial.
En respuesta, los manifestantes volcaron el cerco que protege la casa de gobierno, lanzaron piedras contra sus ventanas y pintaron la leyenda "asesinos" en las paredes. Por la noche continuaron las protestas callejeras y golpeteo de cacerolas de los vecinos de la capital provincial.
Los enojados activistas quemaron la figura de un pingüino, en alusión al apodo con el que se identifica a Kirchner.
El lunes, el gobernador Peralta desplazó al jefe de policía, Wilfredo Roque, accediendo a uno de los reclamos de los manifestantes.
Pero el arresto de Varizat y el retiro de Roque no conformaron a los trabajadores, que este martes llevaron a cabo una huelga provincial a la que se adhirieron todos los sindicatos estatales: educadores, empleados de la administración pública, de la justicia, y del sector sanitario.
"¿Cómo es posible que ni Kirchner ni su esposa hayan repudiado los hechos (de violencia)?", se preguntó Galván, cuyo sindicato resolvió extender la huelga hasta este viernes. Encabezados por el obispo católico de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín, los manifestantes marcharon por la ciudad para sostener sus cuatro reclamos.
Un proceso justo contra Varizat y que se garantice la independencia judicial, que se retiren de Río Gallegos efectivos de la Gendarmería, guardia fronteriza desplegada en la provincia por orden de Kirchner, aumentos salariales y otras demandas sindicales conforman esa agenda.
El obispo Romanín dijo que "el clima de la provincia está tan exaltado que hay riesgo de que derive en un caos".