El vertido de líquidos residuales está devastando el segundo río más caudaloso de la central provincia argentina de Córdoba, el Ctalamochita o río Tercero.
Originada en los centros poblados y los complejos fabriles, la contaminación transforma las aguas transparentes de sus nacientes en un caldo turbio y maloliente, en un recorrido de casi 300 kilómetros.
La cuenca del río Tercero comienza en las proximidades del cerro Champaquí —el más alto de la provincia, con casi 2.800 metros— en una zona cuyas precipitaciones oscilan entre mil y 600 milímetros anuales.
Con un caudal medio de 27,17 metros cúbicos por segundo, abarca 3.300 kilómetros cuadrados, y es una de las principales cuencas hidrográficas de Córdoba.
El Ctalamochita —de las voces indígenas "ctala" y "mochi", por tala (Celtis tala) y molle (Schinus molle), árboles abundantes en la región— es afluente directo del Paraná y por tanto de la cuenca del Río de la Plata.
En su cuenca superior recibe numerosos afluentes que dan al curso principal grandes volúmenes de agua disponibles para energía, riego y control de crecientes.
En su trecho medio e inferior, el agua se destina principalmente a abastecer a unos 55 mil habitantes, y en su tramo bajo a irrigar cultivos. Pero el río también tiene usos recreativos, con atractivas playas y lugares de pesca.
Aunque la contaminación del Ctalamochita ya se hacía notar a comienzos de la década del 90, un estudio de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Córdoba, mediante un convenio con la Dirección Provincial de Agua y Saneamiento (DiPAS), ofrece un diagnóstico pormenorizado y actual, en el que industrias y plantas depuradoras tienen un papel protagónico.
El trabajo fue presentado por la ingeniera Nancy Larrosa, del Instituto Superior de Investigación y Servicios en Recursos Hídricos, en Conagua 2007, congreso nacional del agua celebrado en mayo en la norteña ciudad de Tucumán.
Comprende nueve campañas estacionales de control efectuadas desde 2004, que abarcaron todo el río, desde el balneario Almafuerte hasta la localidad de Saladillo. Se fijaron 14 estaciones de muestreo en zonas de descargas industriales y cloacales, tomas de agua para potabilización y playas, incluyendo los centros más poblados, como Villa María (87.000 habitantes), Río Tercero (43.000) y Bell Ville (32.000).
Los parámetros físicos, químicos y biológicos investigados se compararon con la normativa vigente, el decreto 415 de la Dirección Provincial de Agua y Saneamiento de Córdoba.
Los investigadores comprobaron que todos los indicadores estudiados aumentaban aguas abajo. El fósforo total encontrado superó el máximo permitido, de 25 microgramos por litro, en todo el río salvo en el "balneario" (playa) Almafuerte, en las nacientes.
Según los especialistas, este nutriente puede encontrarse en las aguas debido al volcado de efluentes domésticos e industriales, o por disolución de compuestos fosfatados presentes en los sedimentos de los cuerpos hídricos.
Las mayores concentraciones de fósforo se hallaron después de las descargas de las colectoras cloacales de Villa María y Bell Ville. También allí se registró el aumento de la demanda biológica de oxígeno, parámetro para medir la concentración de contaminantes orgánicos, y de la bacteria Escherichia coli.
El aluminio también superó los límites permitidos en todos los sitios de control, menos en los balnearios Almafuerte y Río Tercero. A medida que el río avanza, aumenta la alcalinidad y la dureza del agua, así como la presencia de cloruro, sulfato, sodio, potasio y calcio.
"Eso indica diferentes niveles de contaminación relacionados tanto con las descargas industriales como con las cloacales", explica la ingeniera Larrosa.
El estudio señala que cuando el caudal del río descendía a menos de 10 metros cúbicos, las concentraciones de arsénico aumentaban hasta valores muy cercanos a los permitidos.
La investigación relevó industrias ubicadas en Bell Ville, Villa Nueva, Monte Leña y Ballesteros, que vierten sus desechos al río. Todas ellas y las estaciones depuradoras de agua (14 en total), infringían el decreto 415, lo que motivó emplazamientos, multas y, en algunos casos, prohibición de vertido.
"La complementación de nuestra tarea con la de la DiPAS resultó estratégica. La universidad no tiene poder de policía", destaca Larrosa.
Las principales industrias afincadas en esas ciudades producen lácteos, explosivos y papel. Hay también un matadero-frigorífico y estaciones depuradoras.
La ciudad de Río Tercero basa buena parte de su economía en su polo petroquímico y metal-mecánico. Produce desde ácido nítrico y agua oxigenada hasta herbicidas, pesticidas y compuestos petroquímicos. Cuenta con 21 fábricas, entre ellas Petroquímica Río Tercero, Fábrica Militar Río Tercero y Atanor.
En octubre de 2005, la Fábrica Militar Río Tercero fue multada por la DiPAS debido a la mala calidad de sus efluentes. Esa misma planta fue noticia el 3 de noviembre de 1995 por una explosión —que luego se supo intencional y relacionada con el contrabando de armas— que mató a siete civiles, hirió a más de 300 y destruyó tres barrios.
El 6 de este mes esa fábrica volvió a ocupar la portada de los periódicos al estallar una caldera en su planta de amoníaco, ocasionando un escape de gas hidrógeno. La explosión de 1995, que aún persiste en la memoria de los habitantes y en los eucaliptos de la zona, desató otra vez el pánico en la población.
A casi 12 años del primer estallido, "el municipio no montó un sistema efectivo e independiente de vigilancia y control; los vecinos siguen sin tener un plan ciudadano para enfrentar emergencias químicas", destacó en un informe el científico Raúl Montenegro, Premio Nobel Alternativo (Right Livelihood Award) y presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente.
El 12 de junio, una fuga de gas tóxico mató a dos obreros en la planta de Petroquímica Río Tercero. Un mes después, 40 operarios fueron hospitalizados por emanaciones de amoníaco.
Como en otras ciudades argentinas, los mecanismos de sanciones y apercibimientos muestran sus debilidades, pues resulta más barato para las empresas pagar multas que invertir para alcanzar un buen desempeño ambiental.
Otro aspecto preocupa, dijeron fuentes científicas consultadas por Tierramérica: la calidad de las aguas subterráneas en la zona sur es deficiente por las altas proporciones naturales de arsénico y flúor, lo que vuelve más urgente preservar el Ctalamochita como fuente segura de agua.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 18 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.