A pesar del machismo que corre por las venas de buena parte de su población, sea hombre o mujer, y de la homofobia bastante generalizada, Cuba podría ir más allá en su actual apertura hacia la diversidad sexual y reconocer amplios derechos a las parejas de personas del mismo sexo.
Mientras la comunidad gay y lesbiana cubana se frota las manos con esperanza, los opositores de un nuevo proyecto de Código de Familia muestran su rechazo con frases como "la sociedad no está preparada", "no es el momento oportuno" o "qué modelo imitará un niño que crezca en una pareja homosexual".
Contrario a estas tendencias, representantes de diferentes sectores de la sociedad civil consultados por IPS estiman que para hacer justicia cualquier momento es bueno. "No me parece aceptable el argumento de que la sociedad cubana no está preparada aún o que no sea el momento oportuno. Creo que estos argumentos pueden expresar veladamente posturas discriminatorias", comentó a IPS el sociólogo Aurelio Alonso, autor del libro "El laberinto tras la caída del muro" (2006).
La posición de Alonso fue compartida por la reverenda Raquel Suárez, integrante del equipo de pastores de la Iglesia Bautista Ebenezer, quien rechazó cualquier intento de frenar iniciativas dirigidas a disminuir la discriminación de determinados sectores poblacionales.
"Yo formo parte de la población y no pienso así. Los homosexuales también forman parte de esa población. Entonces el tema es más profundo. ¿Qué estamos entendiendo por población y quiénes formamos parte o no de ella? Hay que enfrentar cualquier manifestación que vaya en detrimento de la vida plena de los seres humanos", dijo a IPS.
La propuesta de reforma ya fue entregada a la máxima instancia del gobernante Partido Comunista de Cuba, anunció en junio Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), principal impulsor junto a la Federación de Mujeres Cubanas, única organización femenina de esta isla caribeña.
Pero el debate se mantiene ausente de los medios de comunicación nacionales y se limita a pasillos universitarios, círculos intelectuales, especializados y académicos, grupos parlamentarios y autoridades de diferentes sectores y, por supuesto, a aquellas comunidades que aparecen como las principales beneficiadas.
Según el historiador y etnólogo Jesús Guanche, "el Código de Familia puede y debe ser reformado a la altura de los tiempos actuales, pues el concepto de familia se ha ampliado y diversificado". "Si no se cambia, de todos modos las personas irán por un lado y como es habitual el cuerpo legal irá a la zaga y muy rezagado", apuntó.
"Es necesario someter a debate público cualquier problema por peliagudo que se crea. Problema que no se identifica es como si no existiera y, al contrario, problema que se identifica correctamente ya tiene el mismo una parte de la clave para su solución", añadió Guanche a IPS.
Además de establecer el deber y la responsabilidad familiar de aceptar y cuidar a todos sus integrantes, independientemente de su identidad de género y orientación sexual, el nuevo Código de Familia reconocería los mismos derechos para las uniones entre parejas heterosexuales y homosexuales.
La iniciativa propone flexibilizar las regulaciones vigentes sobre la adopción para favorecer el acceso de cualquier pareja y ampliar los servicios actuales de reproducción asistida a lesbianas y mujeres solas. El Cenesex impulsa, además, una estrategia nacional para proteger a travestis, transexuales y trangéneros.
Siguiendo la experiencia de otros países, Cuba se quedaría en el reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo, sin hablar aún de matrimonio, pues una decisión de ese tipo requeriría cambios en la Constitución. El artículo 36 de la ley fundamental establece que el matrimonio es la unión voluntaria entre un hombre y una mujer.
"Si la sociedad no estuviera preparada, la alternativa sería la apertura de espacios socializadores para el debate. Esta podría ser una buena ocasión para el análisis popular y recoger los puntos de vista de diferentes sectores de la sociedad civil", propuso Zulema Hidalgo, del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR).
Sobre el derecho a adoptar, Hidalgo comentó que muchos heterosexuales carecen de valores y recursos humanos, sin embargo, la sociedad no le cuestiona su condición de ser padres y madres. "Esto establece desigualdades. Nada tiene que ver la opción sexual con la educación de un niño o niña o con calidad de vida", opinó.
En caso de ser aprobada la legislación, la isla se colocaría a la cabeza de los países del Caribe en el reconocimiento de los derechos humanos de las comunidades de gays, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales y toda la diversidad de personas transgéneros. En el área caribeña, países como Jamaica aún sancionan las manifestaciones homosexuales.
En América Latina y el Caribe, sólo en algunas jurisdicciones de Argentina, Brasil y México se han aprobado normas en este sentido, mientras que en Colombia, Costa Rica, Chile y Uruguay se tramitan proyectos legislativos al respecto. La pionera en legalizar la unión civil de parejas de un mismo sexo en la región fue la ciudad de Buenos Aires, en 2000.
La unión entre dos hombres o entre dos mujeres se reconoce en Dinamarca, Noruega, Suecia, Islandia, Finlandia, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Luxemburgo y Suiza. En tanto que Holanda, España, Bélgica, Canadá y el nororiental estado estadounidense de Massachusetts aprobaron directamente el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Para Gabriel Coderch, coordinador general del OAR, en Cuba sí hay espacio para estos cambios, lo que hay que tener es valor para llevarlos a cabo. "Contradicciones siempre tendremos. Hace falta educar a la población, enseñarle que ser gay o lesbiana no es una enfermedad o un problema. Esa es una tarea ardua, indiscutiblemente", admitió.
"Los cambios culturales son muy lentos, mucho más de lo que se desearía, sobre todo para los que están inmersos en la necesidad del cambio, pero se van produciendo", aseguró Leticia Artiles, coordinadora de la Red Latinoamericana de Género y Salud Colectiva, de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames). Cuba sancionó "las ostentación pública de la homosexualidad" hasta la pasada década y, durante muchos años, las personas con esa opción sexual fueron excluidas de algunas carreras universitarias donde "se requería confiabilidad", así como de puestos de dirección y del Partido Comunista. Ser homosexual era, salvo raras excepciones, antónimo de revolucionario.
En los últimos años, se observa un mayor tratamiento del tema de la homosexualidad en la televisión nacional, sobre todo vinculado a espacios sobre la epidemia del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
En 2006, una delegación oficial cubana asistió a la Primera Conferencia Internacional sobre Derechos Humanos de la Comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales.
"Puede haber sectores de la sociedad que no estén preparados. En 1961 también había sectores no preparados para admitir la idea de un proyecto socialista. Cuando ideas más avanzadas aparecen como necesarias, hay que impulsarlas, a pesar de esos grupos de resistencia", comentó el escritor Arturo Arango.
La comparación también es válida con la legalización del aborto en 1965, derecho que aún carecen millones de mujeres en el mundo. "¿Cuántos no se habrán escandalizado entonces? Ahora viviremos la euforia de unos y el escándalo de otros. Y luego llegará la normalidad, como con todo", opinó una cubana radicada en el exterior. FIN/IPS/da/dm/hd ip pr/sl la/07)