PERIODISMO-BRASIL: Guerra solitaria en la Amazonia

«Me siento como Prometeo», se compara Lúcio Flávio Pinto, periodista que mantiene un ejemplo radical de medio de comunicación alternativo en esta septentrional ciudad brasileña, capital del estado de Pará y principal puerta de entrada a la Amazonia.

Treinta y dos procesos judiciales, amenazas de muerte y agresiones físicas son resultados de sus denuncias en el Jornal Pessoal (Diario Personal), que publica en forma quincenal desde 1987. Sus principales blancos son la corrupción, los fraudes para obtener tierras y los abusos de poder del mayor grupo local de medios de comunicación en un estado conocido por la cantidad de asesinatos de activistas políticos y sociales.

Responder a las 18 acciones judiciales aún pendientes ocupa "80 por ciento de mi tiempo", estima Pinto. Sus enemigos, afirma, tratan de enredarlo, obligándolo a defenderse en muchos procesos, lo que amplía el peligro de algún desliz formal en la defensa. Además, le quitan tiempo para escribir.

Ese cerco judicial le impidió dejar Belém para recibir un premio en Estados Unidos en 2005, pues temía que si se perdía plazos y audiencias, arriesgaría una condena. Esta suerte de encarcelamiento le recuerda a Prometeo, el héroe de la mitología griega que robó el fuego divino a los dioses para dárselo a los humanos y, en castigo, fue encadenado a una roca visitada por un buitre que le devoraba las entrañas.

El Jornal Pessoal, producto de un esfuerzo exclusivamente individual, tiene la misión de difundir hechos y asuntos omitidos por los grandes medios debido a intereses económicos o políticos de sus propietarios. Son sólo 2.000 ejemplares vendidos en kioscos para "dar al ciudadano la información necesaria a sus decisiones" y para "pelear con los poderosos en condiciones de igualdad".

Sin publicidad ni otra fuente de ingresos que la venta directa a los lectores, Pinto enfrenta dificultades para cumplir solitariamente la misión que adoptó: ser "una piedra que molesta" a los poderosos. No acepta apoyos financieros porque la credibilidad es su principal arma y exige total independencia. Además de su modesta casa, sólo tiene un viejo automóvil.

El Jornal Pessoal es "una cárcel, de oro, pero cárcel". Para defenderse por su cuenta, con una pequeña ayuda de amigos abogados, debió estudiar derecho y se volvió experto en la Ley de Prensa. Para descubrir los fraudes empresariales aprendió a analizar los balances, las "minucias" contables que le han permitido denunciar muchos negocios ilegales o dañinos para la población.

Pinto no eligió esta vida espinosa por falta de alternativas profesionales. En 41 años de carrera iniciada cuando tenía 16, acumuló reconocimientos, dos de ellos internacionales: la italiana Paloma de Oro por la Paz (Colombe d'Oro per la pace) en 1997, y el premio a la Libertad de Prensa concedido en 2005 por el Comité para la Protección de los Periodistas, con sede de Nueva York. Además, escribió 10 libros sobre la Amazonia.

Ya se había destacado como un gran conocedor de la Amazonia y escrito en dos importantes diarios cuando publicó, en septiembre de 1987, el primer número de Jornal Pessoal, inspirado en una iniciativa similar del estadounidense Isidor Feinstein Stone, cuyo I.F.Stone's Weekly, publicado en Washington entre 1953 y 1971, tuvo gran repercusión.

Jornal Pessoal nació porque O Liberal, diario de Belém, se negó a publicar un reportaje investigativo en el que Pinto exponía vínculos de dos grandes empresarios con el asesinato del ex diputado Paulo Fonteles, abogado de campesinos envueltos en conflictos de tierras en el estado de Pará. Los dueños del periódico temían perder ingresos publicitarios.

Muchos hechos e historias locales sólo han contado con la limitada divulgación de Jornal Pessoal, por involucrar a personas o empresas poderosas. Así han desfilado desde escándalos financieros y fraudes empresariales hasta la misteriosa muerte de un miembro de la elite de Belém, ocurrida en 1991 y que, según el periódico, fue un asesinato vinculado al lavado de dinero del narcotráfico.

Los diarios, que al principio guardaron silencio, acogieron meses después la versión del suicidio presentada por la viuda, pese a que era "inverosímil", recuerda Pinto. El disparo fatal procedía de una distancia de tres metros, explica. Luego, la Policía Federal confiscó casi una tonelada de cocaína cerca de Belém, de personas vinculadas al muerto.

El episodio causó "el momento más triste de mi carrera", según el periodista. Tras una rueda de prensa con la policía, Pinto anunció que tendría una "conversación en off" (fuera de micrófonos) con el comisario encargado del caso. Otros reporteros quisieron participar, pero cuando Pinto les exigió a cambio que publicaran el contenido del diálogo en sus medios, "todos se fueron".

Pinto siempre menciona este hecho para dejar explícito el "domesticado" periodismo actual, "un león sin dientes", "trabado por intereses". Las nuevas generaciones "no saben identificar hechos", prefieren ser editorialistas o presentadores de noticieros, y muchos se abstienen de publicar informaciones para utilizarlas en consultorías, se lamentó.

Sus críticas más agudas se dirigen al grupo Maiorana, que domina la comunicación en Pará, con un diario, televisión y radioemisoras. Pinto trabajó en los medios del grupo en los años 80 y rompió por discrepancias inconciliables.

Su batalla más amplia, sin embargo, es contra la "colonización" de la Amazonia, víctima de decisiones tomadas afuera de la región, que no se destinan al bienestar de la población amazónica, sino a abastecer mercados externos.

Pará es el ejemplo más evidente. Su gran minería de hierro, bauxita, manganeso y otras materias primas y la central hidroeléctrica de Tucuruí, la segunda mayor de Brasil y la cuarta del mundo, son proyectos extranjeros, ya que benefician principalmente a otros mercados.

La energía de Tucuruí, vendida a precios subsidiados, reduce los costos de la producción local de aluminio que abastece 15 por ciento del consumo de Japón, destacó Pinto.

Durante la década de 1970, el periodista siguió de cerca el proceso de sustitución de Estados Unidos por Japón como potencia más influyente en la Amazonia. En ese periodo participó en los más extensos y premiados reportajes sobre la región, viviendo en la sureña São Paulo —donde también se graduó en sociología— y después de volver a Belém en 1974, como corresponsal del diario O Estado de São Paulo, que dejó en 1989.

Lúcio Flávio Pinto es "un banco de datos vivo de la Historia e historias de la Amazonia", un ejemplo de "periodista rigurosamente independiente" y de "afirmación de la ciudadanía llevada al extremo", sintetiza Roberto Smeraldi, coordinador de la organización ambientalista Amigos de la Tierra-Amazonia Brasileña.

Sería muy útil "poner su conocimiento y experiencia al servicio de iniciativas interesantes" para el desarrollo amazónico, pero él eligió como prioridad absoluta su "batalla personal" y periodística, asumiendo una "soledad declarada", observa.

Su talento podría tener mayor repercusión en alianza con movimientos o instituciones que le son afines, coincide Marcos Ximenes Ponte, director ejecutivo del no gubernamental Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia y ex rector de la Universidad Federal de Pará, donde Pinto fue profesor durante siete años.

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