Varios terrenos baldíos en puntos céntricos y muy poblados de 14 de los 15 municipios de La Habana fueron destinados a cultivos organopónicos como parte del programa de agricultura urbana para 2006 en la capital de Cuba. Se trata de espacios reducidos cultivados sin productos químicos, en este caso en canteros protegidos que permiten preservar mejor el sustrato, enriquecido con materias orgánicas, y obtener mayores rendimientos.
Yamil Sarría, especialista del grupo de agricultura urbana en la capital, de 2,2 millones de habitantes, dijo a Tierramérica que los cultivos organopónicos están a resguardo de eventuales inundaciones, además de que se recuperan más rápidamente del embate de ciclones.
Las plantaciones, básicamente de condimentos y hortalizas, «son de poca altura y sufren menos con los vientos huracanados», agregó el experto.