«Que (los narcotraficantes) te ofrezcan 500 dólares diarios, pos es una tentación fuerte, y si dices no, te matan. ¿Así estamos jodidos, no?», dice Alejandro, quien tras un mes de curso se graduó de policía raso y así se mantiene desde hace ocho años, con un sueldo mensual de 460 dólares.
Este hombre de barriga prominente y que confiesa haber estudiado hasta el tercer año de secundaria es uno de los 350.000 policías de México distribuidos en diversas corporaciones que no tienen una coordinación central. Se trata de agentes mal pagados, con escasa preparación y superados ampliamente por el poder táctico y de fuego de los narcotraficantes.
El gobierno del conservador Felipe Calderón, en funciones desde diciembre, reforzó el mando militar en la lucha contra el narcotráfico y relegó en esas tareas a segundo plano a la policía, a los que 80 por ciento de los consultados en diversas encuestas consideran una institución corrupta.
Pero organizaciones humanitarias, la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y parte de la oposición de izquierda demanda sacar de esas funciones policíacas a las Fuerzas Armadas, que junto a la Iglesia Católica es la institución más respetada por los mexicanos.
Argumentan que la función de los militares es otra y que existe el riesgo de que cometan violaciones de los derechos humanos y hasta crímenes. Precisamente, en las últimas semanas comenzaron a multiplicarse las denuncias en su contra al respecto.
Sin embargo, parte de la misma oposición y expertos creen que el gobierno no tenía otra opción que la militar frente al poder creciente de las mafias de narcotraficantes. Soldados dispararon el 1 de este mes contra un camión en un retén instalado en una zona rural del estado norteño de Sinaloa, matando a dos mujeres y a tres menores de siete años. Diecinueve militares fueron detenidos por ese hecho y, según fuentes oficiales, serán juzgados con severidad.
Todas las encuestas indican que Calderón recibe amplio respaldo social en su estrategia de militarizar el combate contra las mafias de traficantes, con las que el gobierno se enfrascó en una guerra que ya cobró, en lo que va del año, más de 1.100 muertos, en su mayoría personas vinculadas al narcotráfico.
Entre 2000 y 2006, en la gestión del presidente Vicente Fox, del mismo Partido Acción Nacional que Calderón, los muertos sumaron 9.000.
"Yo creo que está bien que entren los soldados a apoyar. Ya es tanta la violencia de los narcos y además considere que hay policías municipales menos preparados que nosotros y que están en lugares donde el narco está muy fuerte", dijo a IPS Agustín, otro policía raso que junto a Alejandro realiza rondines en una zona residencial de la capital de México.
"A nosotros, en un mes nos dieron acondicionamiento físico, leyes, ética, derechos humanos, defensa personal y conocimiento de armas. Quizá es muy poco y por eso caemos en la corrupción, ¿no cree?", expresó este policía que confiesa "estar alegre" de que no le corresponda trabajar en una zona violenta o expuesta al poder de los narcotraficantes.
Ni Agustín ni Alejandro quisieron proporcionar sus apellidos a IPS. "Es por seguridad, ya sabe que por hablar nos pueden chingar (molestar o sancionar) los jefes", señaló uno de ellos, que recorre a pie las calles de la capital con un uniforme celeste y negro, gorra oscura y dos armas: una pistola y una pequeña ametralladora.
Ambos uniformados indicaron que, tras ingresar a la policía, asumieron el compromiso de acudir una vez al mes a un cuartel a recibir cuatro horas de entrenamiento físico y capacitación en ética y derechos humanos.
Según datos oficiales, en México existen alrededor de 350.000 policías distribuidos en 1.661 corporaciones distintas, como los llamados auxiliares, bancarios y municipales.
Casi 90 por ciento de esos cuerpos policiales son manejados por autoridades estatales y municipales y apenas 37.500 tienen la categoría de investigadores o detectives.
Entre los policías rasos hay miles que ganan el equivalente a menos de 250 dólares al mes y que no han terminado la educación primaria.
Además de estos agentes, que reciben órdenes de autoridades locales y no cuentan con redes de información compatibles entre sí, existe la Policía Federal Preventiva, integrada por 15.261 hombres, 10.000 de ellos soldados y marinos prestados por las Fuerzas Armadas, y la Agencia Federal de Investigaciones, integrada por 5.000 personas.
Para pertenecer a estos grupos, que sí responden al gobierno nacional, se requiere tener terminada la educación media y cumplir con un curso de preparación que dura como mínimo tres meses. Estos uniformados pueden llegar a ganar unos 1.000 dólares mensuales o más.
Calderón apeló al mayor despliegue de las Fuerzas Armadas, compuestas por 300.000 efectivos, con base a lo que establece la Constitución ante problemas graves de seguridad interior y a la resolución de la Corte Suprema de Justicia de marzo de 1996, que estableció jurisprudencia al indicar que los militares podían actuar en apoyo de la policía.
La presencia de los militares en la lucha contra el narcotráfico data de mediados de los años 90, cuando el entonces presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) ordenó su uso. Sin embargo, fue Calderón el que desplegó al mayor número de soldados y el que entregó la mayoría de los mandos estratégicos a militares.
Según investigaciones de la Procuraduría General (fiscalía), las mafias de la droga vulneraron ya a las policías y tomaron el control de diversas zonas del país, especialmente en la frontera con Estados Unidos, destino principal del tráfico ilícito.
También los soldados han sido tentados por el narcotráfico. Aunque no se tiene una cifra oficial de cuántos de ellos se pasaron a sus filas, se sabe que 107.128 de ellos desertaron entre diciembre de 2000 y noviembre de 2006.
Hay lugares del país donde policías, de igual categoría que los capitalinos Alejandro y Agustín, reciben entre 300 y 500 dólares diarios de las mafias a cambio de protección y apoyo, apuntan los estudios de la fiscalía.
Las investigaciones añaden que los grupos armados de los narcotraficantes están integradas en parte por ex policías y ex militares, quienes llegan a recibir hasta 100.000 dólares mensuales.
Los narcotraficantes mexicanos, que actúan en coordinación con colegas colombianos y de otros países productores de drogas, son responsables del transporte de gran parte de los estupefacientes consumidos en Estados Unidos, el principal mercado mundial.
Los observadores ven en la violencia mexicana de los últimos años el reflejo de una guerra interna por el control de las rutas de acceso a Estados Unidos, pero también por los mercados locales, cada vez más demandantes.
"Un narcotraficante ofrece mucho dinero, lo sabemos y por eso nos dan cursos de ética", indica el policía Agustín.
"Pero hablando claro: yo creo que la mayoría de policías no lo aplican", declaró luego de considerar "muy bajo" su sueldo mensual de 460 dólares. "Con lo que gano no se puede vivir bien, ¿pero qué más le podemos hacer?", se preguntó.
Cuando se le informa que en diversas zonas de Estados Unidos un policía gana más de 3.000 dólares mensuales y que antes de graduarse pasa por cursos rigurosos que duran al menos dos años, Agustín declara sentir envidia. "Por eso allá les respetan, mientras aquí en México nos ven con mala cara".
Aunque están en marcha diversas iniciativas dirigidas a profesionalizar a las policías, depurarlas y coordinarlas, el estigma de corruptas sigue presente.
Los policías y, en medida cada vez mayor, los militares, cuyos salario mensual a nivel de soldado ronda los 400 dólares, se enfrentan a diversos grupos de delincuentes y cada vez más a los narcotraficantes.
La fiscalía general señala que entre los más peligrosos están Los Zetas, el brazo armado de los narcotraficantes del llamado Cartel del Golfo. Este grupo está integrado por ex militares que usan armamento de alto poder y sofisticados sistemas de comunicación. Según las pesquisas, sus miembros reciben pagos mensuales de miles de dólares.
"Y creo que por ahora sólo los militares pueden combatir a los narcos, pero también lo haríamos nosotros si nos pagarán más, nos dieran más preparación y más armas", dijo Alejandro.