Erigidas en fiscales de la sociedad, las organizaciones no gubernamentales ganaron prestigio y credibilidad señalando injusticias de empresas o desvíos en el funcionamiento del Estado. Pero, ¿quién controla el uso que hacen de sus recursos? ¿Ante quién rinden cuentas de sus acciones y resultados?
Varias fuentes consultadas por IPS en Argentina afirman que organizaciones grandes y pequeñas, los destinatarios de sus acciones y los donantes son muy conscientes de la importancia de volver transparente y fiscalizable la labor de la sociedad civil organizada.
Pero en la práctica, la escasez de recursos, la falta de instrumentos para la evaluación, o las trabas burocráticas de las normas nacionales transforman esta necesidad de transparencia en una carga adicional que se lleva como se puede o que distrae a la organización de su misión fundamental.
"En Argentina hay coincidencia en la necesidad de un acuerdo de transparencia, tanto en las fundaciones de empresas, con muchos recursos, como en organizaciones de base, pequeñas pero con fuerte sentido ético", dijo a IPS Pablo Marsal, de la Asociación de Graduados de Organizaciones y Dirección Institucional (Agodi).
Marsal es uno de los autores del capítulo argentino del proyecto "Rendición de cuentas y transparencia de la sociedad civil en América Latina", que se ejecuta en nueve países de la región y en España para conocer qué mecanismos de evaluación existen en las organizaciones e identificar necesidades en esta materia.
Según su investigación, la coincidencia ética en Argentina no implica de por sí un mejor control, pues faltan recursos o hay trabas. "Hay organizaciones que no tienen para pagar un contador o una auditoría, pero tienen mecanismos eficientes como las asambleas semanales donde se rinde cuenta de todos los gastos", destacó.
También citó el caso de pequeños grupos de base que exigen que cada gasto sea autorizado con tres firmas de la dirección, los que rechazan acumular sobrantes de donaciones o los que apelan a métodos muy caseros pero efectivos. "Una organización nos dijo que usan el pizarrón, donde anotan cada gasto para que cualquiera lo vea", citó.
Menos difundidas están la incorporación de códigos de ética o de manuales de buenas prácticas o las evaluaciones periódicas y sistemáticas sobre el funcionamiento.
Entre las trabas burocráticas a la acción de las organizaciones no gubernamentales (ONG), Marsal citó "una ofensiva" de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), ente recaudador de impuestos y de derechos aduaneros.
En 2005, la AFIP obligó a las organizaciones no gubernamentales a volver a registrarse para conocer el listado completo de entidades sin fines de lucro con derecho a estar exentas de impuestos a las ganancias.
Muchas no se enteraron de esa exigencia por falta de difusión masiva, o no pudieron hacer los trámites que requerían de un contador, y así desaparecieron del registro unas 20.000 ONG, sostuvo Marsal, lo que implicó una reducción de 20 por ciento, según la estimación de unas 100.000 existentes en 2004.
Para suplir estas carencias y contribuir al fortalecimiento del llamado tercer sector, la organización Help Argentina diseñó un cuadernillo de autoevaluación para entidades de la sociedad civil, una guía para mejorar su funcionamiento en diferentes áreas de trabajo con recomendaciones para fortalecer puntos débiles.
Luz Avruj, coordinadora del proyecto, dijo a IPS que las organizaciones que evalúan su quehacer en Argentina "son las menos" y que cuando lo hacen no es por motivación interna sino por exigencia de los donantes y restringiéndose al resultado del proyecto que recibió financiamiento, no a la entidad en general.
Aun cuando no haya nada que ocultar, la falta de transparencia aleja "definitivamente" la posibilidad de recibir fondos, comentó la experta. "Entre los donantes hay gran descreimiento sobre el destino de lo que donan, por eso creemos que si se mejora la gestión, el financiamiento sería más permanente", añadió.
La coordinadora de la iniciativa de autoevaluación, llamada "Rendir cuentas para darse cuenta", observó además que "en Argentina y en general en la región hay una reticencia cultural a evaluar porque la práctica se asocia a la aprobación o desaprobación de la tarea, pero de lo que se trata es de reconocer fortalezas y debilidades para mejorar", aclaró.
Help es una institución de segundo grado cuyo fin es acercar recursos económicos y humanos a sus organizaciones miembros. Pero para serlo, las ONG deben cumplir ciertos requisitos. "Como teníamos experiencia en evaluar organizaciones, muchas nos pedían sistematizar esa metodología para su uso interno", explicó Avruj.
Así surgió el diseño del cuadernillo de evaluación, en el que se pregunta, por ejemplo, si todos los miembros conocen los objetivos de la organización, si ésta considera que sus proyectos son coherentes con su misión, si hace evaluaciones de su tarea y con qué frecuencia, o si tiene una estrategia de comunicación externa.
La evaluación también orienta en aspectos financieros e institucionales. Pregunta si la entidad elabora un presupuesto, si destina la mayor parte de los fondos a su misión, si tiene personería jurídica, si tiene estatutos, revisores de cuentas, si se hacen auditorías periódicas y si tienen una cuenta bancaria a su nombre.
"Evaluar cuesta, hay que pagar consultores o destinar recursos, por eso proponemos esta herramienta de autoevaluación y encontramos que tiene mucha demanda", sostuvo Avruj. La piden las entidades de base pero también algunas más grandes, y los donantes para acercarla a sus beneficiarios.
Para Marsal, iniciativas como la de Help pueden contribuir a reforzar la credibilidad de las ONG, que es el principal capital con que cuentan. De todos modos, no eludió mencionar que en este país hubo casos graves de contradicciones entre la misión y los resultados en algunas entidades.
Por ejemplo, Poder Ciudadano, capítulo argentino de Transparencia Internacional, relevó en 2004 a su presidente porque había cobrado durante una década una jubilación pública de privilegio que la propia entidad cuestionaba. Marsal también recordó el procesamiento por abuso sexual de menores del sacerdote católico Julio Grassi, presidente de la Fundación Felices los Niños.
Estos asuntos formarán parte del debate de la Séptima Asamblea Mundial de Civicus – Alianza Mundial para la Participación Ciudadana, que se celebrará entre el 23 y el 27 de este mes en Glasgow, Escocia, considerada una de las mayores reuniones de la sociedad civil internacional.
Civicus es una coalición creada en 1993 para promover la creación, crecimiento y protección de la acción ciudadana, en especial en zonas donde la participación democrática y la libertad de asociación están amenazadas, según dice su sitio en Internet.
Entre las ONG consultadas por IPS, pequeñas y grandes, todas se dijeron conscientes de la necesidad de responder a la demanda de transparencia, pero pensando casi exclusivamente en la mirada de los donantes y no tanto en los destinatarios de su labor, en el Estado o en la sociedad en general.
El director administrativo de Greenpeace Argentina, Gustavo González, explicó que además de la memoria y balance anual, sus cuentas son auditadas por empresas privadas. Esos balances se envían luego a la sede de Greenpeace Internacional, la entidad madre, que es sometida a su vez a una auditoría global.
Los resultados del desempeño en Argentina se presentan al público una vez por año y se publican en la revista de la entidad, pero los destinatarios principales de la información por estas dos vías son quienes financian a la institución.
Cecilia Iglesias, de la Asociación Civil Red Ambiental, admitió que la ONG que lidera "necesitaría alcanzar un mayor grado de formalidad en el manejo administrativo y contable", sobre todo porque "algunas veces se nos complica la rendición de cuentas ante los financiadores".
"Esto no fue un obstáculo hasta ahora porque nos manejamos con pequeños fondos enfocados a proyectos específicos, pero en la medida en que crecemos se torna necesario sistematizar ciertos mecanismos de evaluación y presentación de resultados", admitió Iglesias, consultada para la elaboración de la herramienta de Help.
La investigación de Agodi reveló en definitiva que se puede mejorar la calidad del trabajo de las organizaciones en Argentina si se sortean algunas trabas y se aportan herramientas, dijo Marsal.
Pero el tercer sector "no está libre de algún gran escándalo de corrupción que perjudique la credibilidad de todos", advirtió.