El gobierno de Colombia y el insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN) comenzaron este martes en La Habana una compleja fase de conversaciones para el diseño de una agenda que podría dar lugar a negociaciones de paz.
El encuentro, correspondiente a la sexta ronda exploratoria de la mesa de diálogo abierta en 2005, se inició al atardecer con Darío Echeverri, secretario de la Comisión para la Conciliación de la Conferencia Episcopal de Colombia, como testigo de excepción.
Ambas delegaciones se alojan en casas de protocolo del gobierno cubano ubicadas en un área llamada El Laguito, de circulación restringida y sin acceso a la prensa acreditada. El lugar es también escenario de los contactos oficiales entre la representación del ELN y Luis Carlos Restrepo, comisionado de Paz del gobierno colombiano.
En esta ocasión, el grupo guerrillero está encabezado por Pablo Beltrán, un pedagogo de hablar pausado y tono mesurado, en lugar de Antonio García, jefe militar del ELN, con fama de duro y líder negociador en las primeras cuatro rondas.
El cambio en la delegación del ELN y la llegada de Beltrán con retraso a la capital cubana, debido a problemas de transporte, causó suspicacias en sectores del gobierno colombiano, que ampliaron el distanciamiento causado por un cruce de declaraciones contradictorias de las últimas semanas.
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"Ese clima afectó la confianza que es fundamental para cualquier diálogo", admitió a IPS Jaime Prieto, obispo católico de Barrancabermeja, municipio de casi 160.000 habitantes del norteño departamento colombiano de Santander.
Prieto, uno de los prelados que visitaron La Habana la semana pasada para contribuir a limar asperezas entre las dos delegaciones, se declaró optimista por el curso de las pláticas, porque hay "puntos de avance" que acercan a un acuerdo. Pero advirtió que se trata de un proceso "lento, progresivo y global" que requiere de mucha "paciencia" y al cual no hay que "trazarle un límite".
"La paz no se debe analizar en términos de temporalidad, pues no solamente se logra por acuerdos como tales, sino que involucra todo un proceso de justicia social", que conlleva "la distribución equitativa de la riqueza de un país" y la igualdad de oportunidades para toda la población, indicó.
Según informes del Banco Mundial, alrededor de 60 por ciento de la población colombiana es pobre, en tanto varias décadas de conflicto armado han provocado en el país una grave crisis humanitaria. Bogotá estima que la pobreza afecta ahora a 45 por ciento de los más de 42 millones de colombianos.
Por otra parte, Prieto consideró que existe "una especie de elasticidad", tanto en el gobierno como en la guerrilla, para acercarse a un acuerdo base luego de construir la agenda de diálogo, fundada en la participación social y ambientación para la paz.
En conferencia de prensa, Beltrán aclaró el lunes a periodistas que su organización informó en febrero de la ampliación de su delegación, lo que "no quiere decir que salgan otros". El insurgente dejó así abierta la posibilidad de que García retorne a la mesa de diálogo.
La propuesta de agenda común para el acuerdo base presentada por el ELN considera en primer lugar que para construir un ambiente de paz se requieren soluciones al desplazamiento forzado, un drama que impacta especialmente a la población del sector rural.
Casi cuatro millones de personas fueron desplazadas por la guerra entre 1985 y 2005, según datos de la Iglesia Católica y de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes).
El acuerdo también debería contemplar el cese del fuego y de las hostilidades, el tratamiento a los casos de privación de libertad, que incluyera tanto la liberación de los retenidos (secuestrados por la guerrilla) como de presos políticos, así como garantías para la protesta social y el fin de "los asesinatos y a la persecución política", según el ELN.
Otros puntos de la propuesta a discutir en las conversaciones se refieren a un acuerdo que propicie la participación de la sociedad en la construcción de la paz y la democratización de la vida nacional, así como el reconocimiento y garantías para el ELN.
También se propone espacio para la participación de la comunidad internacional en el proceso. El diálogo ha estado acompañado por sectores de la sociedad civil colombiana y el apoyo de varios países europeos, así como de Venezuela y Cuba.
En su encuentro con la prensa, Beltrán marcó los límites de la propuesta de cese del fuego y de hostilidades, que en primer lugar sería de manera experimental y temporal y no incluiría la concentración de efectivos del ELN en un área determinada.
"Si la guerrilla pierde movilidad, deja de existir. Ese tipo de localización sería un suicidio", dijo al rechazar la fórmula que exige el gobierno del derechista Álvaro Uribe para garantizar la verificación del alto el fuego. En opinión de Beltrán, "lo básico es que exista voluntad de cumplir ese cese".
El ELN es la segunda insurgencia del país sudamericano, después de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Ambas surgieron en 1964, pero tienen orígenes y orientaciones diferentes.
El gobierno de Uribe negoció con paramilitares ultraderechistas una polémica desmovilización que ha resultado parcial.
Restrepo ha reiterado en más de una ocasión que tiene órdenes precisas de no levantarse de la mesa de diálogo. "Yo también tengo esas órdenes No nos vamos a levantar ni aunque nos quiten la silla", comentó Beltrán a IPS.