La creciente tensión económica entre China y Estados Unidos adquirió tal significación política que podría desatar una guerra comercial, según funcionarios y empresarios chinos.
La escalada coincide con cuestionamientos internos en ambos países que limitan la capacidad de maniobra de las autoridades para alcanzar acuerdos bilaterales.
Concentrados en los preparativos del congreso quinquenal del Partido Comunista en noviembre y de los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, el gobierno chino se muestra reacio a tomar medidas económicas drásticas que pongan en riesgo la estabilidad social.
En Estados Unidos se considera que el gobierno de George W. Bush pierde terreno en la lucha por contener el temperamento proteccionista, creciente en el Congreso legislativo ante la proximidad de las elecciones presidenciales de 2008.
El gobierno estadounidense cedió a la presión política del Congreso de mayoría opositora y endureció en los últimos tiempos su postura hacia China en materia comercial.
Washington presentó una queja formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por violaciones a los derechos de propiedad intelectual y a las restricciones comerciales y dispuso aranceles excesivos a algunos productos chinos de exportación.
China respondió advirtiendo a Estados Unidos que esas acciones tendrían un enorme impacto negativo en las relaciones bilaterales.
Esta semana, la viceprimera ministra china Wu Yi, responsable de las negociaciones comerciales con la potencia norteamericana, aseguró que su gobierno impugnará las denuncias ante la OMC y "luchará hasta el final".
Esta no es la primera vez que Washington arremete contra Beijing por entender que el gigante asiático viola normas de la OMC. Pero la diferencia de los nuevos reclamos es su naturaleza y los mecanismos utilizarlos para formularlos.
El 9 de este mes, la representante comercial de Estados Unidos, Susan Schwab, pidió a la OMC considerar "la inadecuada protección en China a los derechos de propiedad intelectual y a las marcas registradas".
Además, pidió a la institución con sede en Ginebra que analice las "graves barreras comerciales" impuestas en China a publicaciones, películas y grabaciones musicales de su país.
Un tribunal federal estadounidense falló el 30 de marzo que el Departamento (Ministerio) de Comercio tiene autoridad legal para imponer aranceles al papel satinado fabricado en China.
La sentencia sugiere que tal reprimenda es innovadora, pues refrenda los "derechos compensatorios" ante una nación donde la economía de mercado es considerada inexistente.
Si se confirma el dictamen, quedará abierta la puerta para que otras industrias perjudicadas por la política comercial de China formulen demandas similares ante la justicia estadounidense.
Legisladores proteccionistas abogan por medidas más duras para reducir el enorme déficit comercial con China, que llegó a 233.000 millones de dólares en 2006, y corregir así lo que consideran desventajas injustas en favor del gigante asiático.
También sostienen que el gran excedente comercial de China obedece en parte a la debilidad de su moneda, al subsidio desleal en favor de empresas exportadoras y a la frágil protección de los derechos de propiedad intelectual.
La cuestión de su protección deficiente se volvió una cuestión delicada en el vínculo.
La organización Motion Pictures Association of America, que reúne a las principales empresas cinematográficas de Estados Unidos, calcula que ese sector perdió a causa de la piratería en China más de 2.500 millones de dólares en 2005.
Los ingresos por taquilla y venta legal de películas ascendieron a apenas 740 millones de dólares en ese mismo año, agregó.
Las compañías estadounidenses sostienen que esa situación obedece a la falta de controles por el cumplimiento de la frágil legislación contra la piratería y a las excesivas restricciones en el suministro de productos legales.
La industria estima que más de 90 por ciento de los DVD y CD que se comercializan en este país son copias ilegales.
La idea de que la legislación antipiratería china es demasiado laxa también es compartida por la Alianza Internacional de Propiedad Intelectual.
Según el último informe de esa organización, "China es el único país del mundo que pide pruebas de que el acto (de piratería) fue emprendido con el propósito de obtener beneficios".
En este país se debe encontrar a un falsificador con al menos 500 discos pirateados para poder acusarlo, pero, en la práctica, el castigo suele ser una multa.
Las autoridades chinas tomaron ahora consciencia de los problemas que tiene el sistema.
"China todavía tiene un largo camino por recorrer en lo que respecta a la protección de los derechos de propiedad intelectual", admitió Wu Yi esta semana.
Wu también reveló que el gobierno chino prevé la aprobación este año de más leyes al respecto y lanzar varias campañas publicitarias para que la población tome consciencia del peligro que supone la compra de copias ilegales.
"El gobierno chino será más decidido, adoptará más medidas y creará leyes de protección a los derechos de autor", se comprometió Wu. Pero también indicó que al presentar quejas formales en la OMC, Washington abortó la posibilidad de solucionar las disputas mediante el entendimiento mutuo.
Los empresarios estadounidenses también advirtieron que un enfoque duro contra Beijing en este momento, como gravar sus productos con aranceles altos, tendría consecuencias negativas.
"Un enfoque legislativo politizado puede socavar el comercio internacional, desbaratar un diálogo constructivo y, por último, debilitar la posición competitiva de las empresas estadounidenses y la economía en general sin un avance de sus intereses", advirtió el jueves la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
Parece remota la posibilidad de que los líderes chinos, ya sumergidos en el 17 congreso del Partido Comunista que se realizará en noviembre, pongan en riesgo la estabilidad social respondiendo a los reclamos de reducir el crecimiento de sus exportaciones o ajustar el valor de la moneda.
Algunos funcionarios como el subsecretario de Comercio, Yi Xiaozhun, ya advirtieron del peligro de "abusar de los derechos de propiedad intelectual" en China.
Debido a la prioridad que tienen algunas cuestiones políticas internas, también aumenta el peligro de un conflicto comercial entre ambos países.