A pesar de las conquistas del siglo XX y lo que va del actual, las mujeres de la Unión Europea (UE) están aún lejos de llegar a la igualdad con los hombres, como se estipula inequívocamente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
A esta evidente conclusión es posible llegar tras un pormenorizado estudio de la situación de la mujer en Europa en víspera del Día Internacional de la Mujer, subraya la activista portuguesa Manuela Góis, investigadora de los derechos del género en el continente.
La rica UE, que en su conjunto es la primera potencia económica mundial, en los últimos 15 años se ha convertido gradualmente también en un espacio para el floreciente negocio sórdido del tráfico de mujeres, las nuevas esclavas de las redes de la prostitución clandestina, que se alimenta de la impunidad ante las denuncias de quienes fueron tratadas como mercadería humana.
Cifras del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estiman que, en el mundo, cuatro millones de mujeres ya cayeron en las rutas internacionales del tráfico de personas, casi todas para la explotación sexual, a las que se van sumando 500.000 cada año, un tercio de las cuales provenientes de los países ex socialistas de Europa.
Esta "globalización de carne humana" vale entre 9.000 y 15.500 millones de dólares y es el tercer negocio ilícito más rentable del mundo, tras el de la droga y el de las armas, según cálculos de una amplia investigación publicada la semana pasada en Lisboa, realizada por los periodistas Isabel Marques de Silva y Henrique Botequilha, del semanario Visão.
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El perfil clásico de la víctima, en la mayoría de los casos destinada a burdeles de Alemania, Francia, España, Holanda, Italia, Grecia y Portugal, es el de una inmigrante indocumentada, que vive bajo la angustia de ser expulsada del país y aterrorizada por los proxenetas de la redes de tráfico humano.
Cuando escapan a las redes o pagan el precio de la libertad, tarifado en 7.700 dólares por los "empresarios de la noche", las mujeres muchas veces sufren lo que los médicos describen como "stress post-traumático", semejante a una víctima de secuestro.
Según Elisabete Brasil, presidente de la Unión de las Mujeres Alternativa y Respuesta (UMAR), las víctimas "tienen la noción de que fueron torturadas como prisioneras de guerra o personas internadas en campos de concentración".
El negocio es trasnacional y transoceánico. Los propietarios de clubes nocturnos españoles llegaron a abrir un inmenso burdel en Buenos Aires, un auténtico "interpuesto" comercial, donde jóvenes latinoamericanas permanecerían nueve meses y luego harían una "comisión de servicios" de tres meses en Europa, la duración de un visado turístico, según Botequilha y Marques de Silva.
Manos escalofriantes, pero discriminatorios, son los casos de desdén a las mujeres que se registran en la UE y que afectan a las ciudadanas de ese bloque, sostuvo en entrevista a IPS la profesora Góis, del Centro de Documentación Feminista Elina Guimarães (CDFEG).
La activista desmitifica la presunta igualdad de géneros en la UE, donde persisten "sociedades patriarcales y el dominio masculino continúa sin límites, tanto en la esfera pública como en la privada", porque "no basta que Ángela Merkel haya asumido como canciller (jefe de gobierno) de Alemania, el país más poderoso de Europa, para deducir que hay igualdad".
Góis rechaza los recurrentes argumentos de que hay paridad en el ejercicio del poder político en la UE, poniendo como ejemplos a Merkel, a Segolène Royale, candidata a la presidencia de Francia, a la vicepresidenta del gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, y a las presidentas Mary McAleese, de Irlanda, Vaira Vike-Freiberga, de Letonia, y Tarja Halonen, de Finlandia.
"La paridad del poder político en la UE es todavía un espejismo", acusó la activista del CDFEG, que también forma parte de la UMAR. Añadió que las composiciones de los poderes ejecutivos de los países nórdicos y español, "aun son excepciones en el grisáceo panorama político europeo".
Estos casos de mujeres que ocupan cargos de poder son muy resaltados, mientras "la violencia doméstica es común en varios países de Europa y en los países del Sur (del continente) y tan sólo hace pocos años era silenciada, a la par de que el asedio sexual y el sexismo son poco denunciados", acotó.
En cuanto a la economía, en Europa "el poder continúa ejercido fundamentalmente por los hombres, mientras las desigualdades salariales son muy acentuadas", observó, al tiempo de reconocer una situación mejor en Suiza y en los países nórdicos, así como en el centro y este del continente, que constituyó el desaparecido campo socialista y "donde las diferencias son menores".
Al contrario, la experta apuntó su dedo acusador a Luxemburgo, que pese a ser el país con el más alto ingreso por habitante de la UE, "las mujeres en promedio reciben 55.000 dólares anuales menos que los hombres".
Otros aspectos también merecen críticas de la investigadora. Hizo hincapié en que "los mayores índices de desempleo en Europa se verifican entre las mujeres y la pobreza también es mayoritariamente femenina". En efecto, el índice de desocupación femenina promedio en este bloque, ahora conformado por 27 países, es de 8,5 por ciento, casi dos puntos porcentuales más alto que los hombres, según cifras divulgadas esta semana por el Gabinete de Estadística de las Comunidades Europeas (Eurostat).
Góis resaltó que también la opción de decisión sobre su propio cuerpo "es limitado a las mujeres por el poder patriarcal, sea a través de la familia como del Estado. En Polonia, Irlanda y Malta, las mujeres no tienen derecho a abortar, mientras que en Portugal esa conquista es muy reciente" y sólo será puesta en práctica dentro de tres meses, con la aprobación de una nueva ley.
En la UE, "las mujeres inmigrantes sufren múltiples discriminaciones. La mutilación genital femenina es practicada clandestinamente en Portugal y en España. El uso del velo y los casamientos forzados son significativos en estas comunidades en Alemania, España y Francia", acusó la dirigente de la UMAR.
"Las mujeres ocupan la mayor parte de los nuevos puestos de trabajo, pero continúa existiendo discriminación", señala el informe que será presentado el 8 y 9 de mayo por la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, al Consejo Europeo de Primavera (boreal) y cuyo extracto fue distribuido por sus responsables este miércoles en Bruselas.
Tres cuartos de los nuevos lugares tienen rostro femenino, pero persisten "significativas diferencias en relación a los hombres en el dominio del empleo y, pese a que (ellas) en promedio consiguieron mejor desempeño en los estudios, continúan siendo menos solicitadas por los empleadores y peor remuneradas que los hombres".
En otro documento, divulgado el lunes en todas las capitales europeas desde el gabinete de Eurostat de Bruselas y que corresponden a 2005, el promedio de vida de las europeas se estimó en 81,5 años, frente la esperanza de 75,8 años para los hombres.
Rumania es el país donde las mujeres tienen una menor esperanza de vida, la que se estima en 75,4 años y España ocupa el primer lugar, con 83,9 años. El elenco masculino es encabezado por Suecia, con 78,4 años, y cerrado por Lituania, donde un hombre no debe esperar vivir en promedio más de 65,4 años.
Las proyecciones para 2050 realizadas por Eurostat indican que el cuadro se verá modificado y la esperanza de vida para las mujeres será de 80 años en todos los países miembros, ocupando Francia el primer lugar con 89,1 años.
La estadística de la UE ofrece también números sobre el grado de educación, ocupando Finlandia el primer lugar, con 41,8 por ciento de mujeres licenciadas, y Rumania el último, con 11,9 por ciento de tituladas universitarias, en el marco de un promedio del bloque de 23,8 por ciento.