DERECHOS HUMANOS: Minorías son víctimas de la guerra de Bush

La «guerra contra el terrorismo» provocó una fuerte reacción contra algunas de las minorías del mundo, grupos étnicos y religiosos, según un estudio difundido este martes.

"Continúa el debate sobre si la 'guerra contra el terrorismo' hizo del mundo un lugar más seguro para Occidente. Pero ciertamente lo volvió mucho más peligroso para las minorías", señaló Mark Lattimer, director de Minority Rights Group Internacional (MRG, Grupo de Derechos de las Minorías), con sede en Londres.

Titulada "Estado de las minorías del mundo", la edición 2007 del estudio anual de esta organización señala que entre algunos de los países donde estos sectores de la población siguen siendo reprimidos figuran aliados clave de Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo, entre ellos Pakistán, Turquía e Israel.

La intolerancia y la persecución a ciertas minorías se agravaron a partir de la identificación étnica y religiosa dada a los supuestos culpables de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, que dejaron 3.000 muertos: árabes y musulmanes.

"Los aliados de Estados Unidos se las arreglaron para apoyar la guerra contra el terrorismo a cambio de que se ignoraran sus antecedentes en materia de derechos humanos", dijo Lattimer.

Somalia es "el país más peligroso del mundo para las comunidades minoritarias", y ha superado a Iraq, que quedó en el segundo puesto, en una clasificación global de países donde las minorías están más amenazadas, según la encuesta anual. Sudán quedó en tercer lugar.

Los estados africanos constituyen más de la mitad de la lista de los primeros 20. Entre los países de África donde las minorías son atacadas están Sudán, Nigeria, Angola, Burundi y Ruanda.

Consultado sobre por qué el problema es tan agudo en África en comparación con otras partes del mundo, Lattimer dijo a IPS que ese continente "sufrió durante mucho tiempo una gran cantidad de conflictos civiles, y esto afecta a las minorías de manera desproporcionada".

En parte, argumentó, "esto es un legado de la época colonial, pero en algunos estados, políticos del gobierno y de la oposición continúan usando la condición étnica como un factor movilizador, a menudo con consecuencias desastrosas, como vimos antes en Ruanda y vemos ahora en (la occidental región sudanesa de) Darfur".

En otros estados, especialmente en la República Democrática del Congo, las milicias étnicas fueron usadas por otros países para controlar de modo ilegal valiosos recursos minerales, agregó.

En Asia, Sri Lanka saltó 47 lugares desde el año anterior, y ahora está en la lista de los primeros 20.

Esto se atribuye a la reanudación de las luchas, principalmente en la región oriental de Sri Lanka. Los orígenes de la guerra se remontan a un conflicto étnico que ya lleva décadas.

El informe señala que los minoritarios tamiles y musulmanes no solamente quedan atrapados en el fuego cruzado entre fuerzas del gobierno y los rebeldes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil-Eelam, sino que también son el blanco específico de abusos a los derechos humanos, incluyendo secuestros y desapariciones a causa de su estatus de minorías.

Otros países asiáticos donde las minorías están amenazadas son Afganistán, Pakistán, Birmania y Tailandia.

En Pakistán, las comunidades minoritarias que son reprimidas incluyen a ahmadis, hindúes, baluchis, mujahires, pashtunes y sindhis, según el informe. La cooperación de Pakistán en la guerra contra el terrorismo resultó en una virtual impunidad para violaciones a los derechos humanos cometidas contra minorías, agrega.

La lista del MRG también incluye a Angola, Rusia, Haití, Irán, Yemen, Líbano y Guinea.

Según el estudio, los efectos negativos de la actual guerra contra el terrorismo comprenden la mayor islamofobia en la Unión Europea, de 27 miembros, entre ellos Gran Bretaña, lo que afectó a millones de árabes y sudasiáticos, así como a otras minorías musulmanas.

"La observación de que Estados Unidos dio a aliados clave un pase libre en materia de derechos humanos a cambio de su apoyo desde los ataques del 11 de septiembre es parcialmente correcta", dijo Mouin Rabbani, editor colaborador del Middle East Report, con sede en Washington.

"No se trata de que dejó de haber un examen serio de la situación de derechos humanos, sino de que los estados que eran aliados de Estados Unidos (antes de 2001) ya estaban exentos de cualquier tipo de observación, excepto en casos donde la presión política interna dictara lo contrario", arguyó.

"La observación de que se redujeron las exigencias solamente se aplica a gobiernos cuya relación con Estados Unidos cambió en las postrimerías del 11 de septiembre", dijo Rabbani a IPS.

Pakistán, por ejemplo, había perdido parte de los beneficios de ser el aliado clave de Estados Unidos en Asia meridional y había tensiones en la relación entre Washington y el régimen de Pervez Musharraf.

Todo eso cambió cuando Pakistán surgió como socio crucial tras la invasión estadounidense a Afganistán, en octubre de 2001, y eliminó los cuestionamientos sobre la legitimidad del régimen militar de Musharraf y sus conductas dentro de Pakistán, agregó.

En el caso de Israel, por ejemplo, "no pienso que haya una diferencia apreciable desde el 11 de septiembre", opinó Rabbani.

Tal vez hubo más apoyo a medida que los enemigos de Israel eran identificados cada vez más con los de Washington, pero ésta es una cuestión de grado, no de dirección.

"La afirmación de que desde septiembre de 2001 hubo un aumento drástico de la islamofobia en Europa es enteramente correcta. Si bien el fenómeno no estaba ausente antes, la evidencia empírica disponible sostiene esta conclusión", agregó.

"La 'guerra contra el terrorismo' volvió al mundo un lugar más peligroso para las minorías, porque los gobiernos o bien estigmatizaron a comunidades enteras como 'terroristas' y tomaron como blanco a la población civil, o bien comprometieron su apoyo a la guerra con el fin de que Estados Unidos hiciera la vista gorda ante la ya existente represión de las minorías", dijo Lattimer a IPS.

De ahí que las Naciones Unidas y la comunidad internacional tengan la responsabilidad de declarar de modo inequívoco que los castigos colectivos, el perfil racial de sospechosos de terrorismo y otras medidas adoptadas contra comunidades por su religión o etnia son inaceptables, aseguró.

"La comunidad internacional no debería continuar permitiendo que atrocidades contra civiles sean excusadas como acciones contra 'simpatizantes terroristas' o como daños colaterales", agregó Lattimer.

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