La senadora y precandidata presidencial argentina Cristina Fernández de Kirchner emergió como interlocutora de la comunidad judía internacional, al cierre de una breve gira que la llevó a Ecuador y a Venezuela, éste último con un gobierno crítico de Israel y aliado de Irán.
Fernández, esposa del presidente Néstor Kirchner, se despachó con un discurso de apenas 15 minutos en la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela (CAIV), en el que denunció la intolerancia y el antisemitismo, tras elogiar "la tradición judía de defender la memoria, la verdad y la justicia".
"Ser judío en Venezuela o Argentina significa estar enraizado en la historia e intereses de nuestras comunidades", postuló la senadora, y evocó informes según los cuales bajo la última dictadura argentina (1976-1983) "cuando alguien además de disidente era judío, recibía el doble de vejámenes y torturas".
"Tengan la certeza de que todos y cada uno de los que tenemos responsabilidades institucionales levantaremos no solamente nuestra voz sino nuestra acción concreta ante cualquier signo de antisemitismo. No estamos dispuestos a regalar lo que es una tradición histórica de América Latina", dijo bajo los aplausos de medio millar de escuchas.
Freddy Pressner, presidente de la CAIV, dijo a IPS que "nos sorprendió y nos agradó muchísimo el discurso de la senadora. Recogió, resumió y refrendó lo que habíamos dicho otros oradores" en el acto que celebró los 40 años de la entidad.
Organizaciones judías de Argentina y Estados Unidos se han quejado por lo que consideran sesgo antisemita del presidente venezolano Hugo Chávez, lo que éste ha rechazado, así como por algunas expresiones, caricaturas y titulares de la prensa oficialista de este país que desfavorecen las tesis israelíes.
En noviembre de 2004, el colegio y club Hebraica, donde Cristina Fernández habló a la CAIV, fue allanado por la policía, que alegó búsqueda de evidencias acerca del asesinato, en aquel año, de un fiscal que investigaba a opositores políticos, Danilo Anderson.
Chávez criticó enérgicamente a Israel por invadir Líbano a mediados de 2006, y colocó las relaciones bilaterales cerca de la ruptura al retirar al encargado de negocios venezolano.
El mandatario "aprovechó la oportunidad para acrecentar su protagonismo internacional", observó a IPS en esa oportunidad el analista de temas internacionales Adolfo Salgueiro, "y consiguió irritar aún más al imperio (Estados Unidos)", que luego hizo campaña para impedir el acceso venezolano a un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En paralelo, Chávez ha tejido una "alianza estratégica" con Irán, defendido el derecho de Teherán a desarrollar su programa nuclear y, el domingo, basándose en "informes de la prensa rusa" denunció la existencia de planes de Estados Unidos para lanzar un ataque sobre territorio iraní el 6 de abril.
En sus reuniones, Chávez y el gobernante iraní Mahmoud Ahmadinejad se tratan de "hermanos". El presidente de la CAIV, Pressner, expresó la "indignación" de la comunidad judía de Venezuela, de unos 25.000 miembros en este país de 27 millones de habitantes, por la visita del presidente de Irán a Caracas en septiembre de 2006.
Ahmadinejad ha negado el holocausto judío bajo el régimen nazi alemán (1933-1945) tal como lo presentan historiadores en Occidente, y se ha pronunciado por la desaparición del actual Estado de Israel. Venezuela, con Chávez, ha dado un giro a su tradicional diplomacia de mantenerse distante de esos conflictos internacionales.
Mientras tanto, en Buenos Aires, la justicia dictó orden de captura contra ocho dirigentes iraníes, incluido el ex presidente Alí Akbar Hashemi Rafsanjani (1989-1997) y varios de sus colaboradores, como responsables del ataque terrorista de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó 85 muertos y 300 heridos.
Con ese panorama, dirigentes de la CAIV y del Congreso Judío Latinoamericano se entrevistaron con el presidente argentino Kirchner en febrero para solicitarle que intercediese ante Chávez —con el que ha tejido una estrecha alianza política y económica— para mejorar el clima de relaciones que les concierne, según trascendió.
En la cita se convino convertir a la senadora Fernández en oradora de orden en el acto del 40 aniversario de la CAIV, lo que se cumplió la noche del sábado en Caracas.
"Cuando el presidente Kirchner me transmitió la invitación, no sólo no dudé un instante sino que sentí un inmenso honor y cierto orgullo personal por este reconocimiento", dijo Fernández, y el auditorio le gratificó con la primera de una decena de salvas de aplausos.
Horas antes, Fernández había almorzado con Chávez, junto a los cancilleres Jorge Taiana, de Argentina, y Nicolás Maduro, de Venezuela. Se trató de la reunión bilateral de mayor nivel desde que Estados Unidos criticó a Buenos Aires por albergar hace dos semanas un mitin de Chávez contra la visita que entonces realizaba su homólogo estadounidense George W. Bush a Uruguay.
"Algunos dicen que puede ser la próxima presidenta de Argentina", dijo Chávez al presentarla a sus colaboradores. Poco antes, en Quito, primera escala de esta breve gira, el presidente ecuatoriano Rafael Correa pronosticó en su programa semanal de radio que la senadora "muy probablemente será la futura presidenta", en reemplazo de su esposo.
La pareja Kirchner-Fernández guarda como un as de su baraja política la decisión acerca de quién de los dos disputará la presidencia argentina en los comicios de octubre.
Lo cierto es que la senadora emprendió una nueva presentación internacional, con un viaje a Francia en febrero, el periplo por Ecuador y Venezuela, de presidentes izquierdistas, y seguirá en abril con una visita a México, que Estados Unidos considera un firme aliado en la región y donde gobierna el conservador Felipe Calderón.
A la demostración de equilibrio al reunirse con diferencia de pocas horas con Chávez y la comunidad judía siguió otra, en el discurso mismo en la CAIV, que fue improvisado y marcó distancias ante las apasionadas tesis favorables a las políticas israelíes y a las fronteras que se ha fijado Israel, expuestas por oradores que la precedieron.
Ante la preocupación porque en América Latina los éxitos de la izquierda puedan acompañarse de una ola de antisemitismo, Fernández replicó que "nunca como ahora los gobernantes de la región se parecen tanto a sus gobernados", con una larga tradición de "respeto, tolerancia y convivencia".
"No son los problemas étnicos y religiosos los que sacuden la región, sino ser el continente más injusto, donde es más profunda la brecha entre pobres y ricos", aseveró.
Usando como ejemplo las dictaduras padecidas por Argentina, destacó que "muchas veces, en nombre de unas presuntas falsas defensas de nacionalismos, hemos tolerado cosas que no deberíamos tolerar", y abogó por una América Latina donde "el ciudadano común pueda alzar su voz ante la violación de cualquier derecho humano". Luego, sin mencionar expresamente a ningún país, remarcó que "tenemos la obligación de volver a reconstruir en el mundo la multilateralidad, que la ONU sea la organización que nos contemple y nos contenga a todos, que sus decisiones sean respetadas cuando nos sean favorables y cuando no también".
Junto a miembros de la CAIV la escuchaban diplomáticos de medio centenar de países y delegados del Congreso Judío Latinoamericano.
La dirigente de 54 años cerró su discurso, impactando con su voz clara y dicción precisa, con la afirmación de que el ataque sufrido por la AMIA "no fue como se ha dicho un atentado antisemita, sino contra la nación argentina".