RUMANIA: Mineros aplastados por derrumbe comunista

La ciudad rumana de Petrosani, de unos 50.000 habitantes, es una cruda representación de las consecuencias del abrupto pasaje de un régimen socialista a un capitalismo desenfrenado.

El gobierno rumano anunció que hasta 2020 suprimirá 4.000 empleos en la minería del valle del Jiu, lo que pondrá fin al proceso de reforma iniciado a mediados de los años 90.

En el marco de ese proceso, tres de cada cuatro minas de carbón de la zona fueron declaradas no rentables y clausuradas.

Entre 2004 y 2006 unas 30.000 personas quedaron sin trabajo. Petrosani, a 350 kilómetros al norte de Bucarest, es el principal poblado de los seis ubicados en el valle del Jiu, de donde se extrae la mayor parte del carbón de Rumania.

"Algunas de las minas clausuradas hubieran necesitado de muy poca inversión para seguir funcionando en forma adecuada", señaló Iacob, ex electricista de una de ellas.

Pero los radicales acuerdos de reforma firmados en 1997 por el gobierno rumano con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial no repararon en esos detalles.

Tras la caída del bloque socialista europeo en 1989, todos sus gobiernos, sin importar su orientación política, adoptaron un patrón de reformas de corte occidental

Ni siquiera los socialdemócratas, más sensibles a cuestiones de justicia social, repararon en el impacto negativo de algunas de las medidas incluidas en los paquetes de reforma acordados con los organismos multilaterales de crédito.

Muchos sectores se vieron afectados por la reestructura de la economía. Pero la lucha de los mineros de valle de Jiu no despierta simpatías en el grueso de la población.

Los mineros son vistos con suspicacia por su participación en la represión de las manifestaciones a favor de la democracia de principios de los años 90. El entonces presidente Ion Iliescu (1990-1996 y 2000-2004) solicitó a sus líderes que se trasladaran a Bucarest para sofocar las protestas.

"Ahora que se pudran en Petrosani. Cuando en 1990 vinieron aquí a golpear estudiantes creyeron que tendrían poder para siempre. Se merecen lo que les pasa", señaló Manuela, una estudiante universitaria en Bucarest.

Eso que "les pasa" a los mineros es pobreza y exclusión social. Otrora próspera, Petrosani es ahora un pueblo fantasma. No hay otra actividad productiva y los trabajadores que se quedaron sin empleo no pueden encontrar otro.

"Tenía 17 cuando cerraron la mina. Había empezado a trabajar hacía un año. Pero me di cuenta rápido que no iba a tener suerte a menos que me fuera a otro lugar", relató Lucian, un obrero de la construcción de 24 años.

Muchos jóvenes abandonaron Petrosani en los 90.

No hay mucho para decir de lo que dejaron atrás. De día, los vecinos conversan en los parques, pues no deben apresurarse para llegar al trabajo. Hay poco dinero para gastar y, por lo tanto, la industria del entretenimiento no existe.

Petrosani es una ciudad gris, dominada por decrépitos edificios de la característica escuela arquitectónica socialista.

Muchas familias viven en condiciones de extrema pobreza. En una zona llamada la "colonia", los habitantes viven en apartamentos sin agua, electricidad ni calefacción. A veces tampoco tienen ventanas ni paredes.

"Si quieres ver cómo es la vida de un ex minero tienes que ir a la colonia. Allí puedes ver la tragedia, pero muchos no se animan a ir allí porque les da miedo", explicó un residente del centro de esa ciudad.

La estructura laboral dejó a la población en una situación muy vulnerable ante cualquier modificación en el sistema de producción de carbón.

Pero los cambios no fueron anticipados en la Rumania comunista, que gradualmente pasó a tener una economía cerrada, muy dependiente de la explotación de sus recursos minerales.

En 1989, sobrevino el fin del régimen comunista y el equilibrio del sistema centralizado se derrumbó. La tarea más difícil, aún sin solución, es la relocalización de los trabajadores de los sectores afectados en otras áreas de actividad.

Algunos ex mineros rechazaron las ofertas que recibieron. Después de años de trabajar en uno de los sectores más pujantes de la economía, se resisten a aceptar salarios más bajos en otras áreas de actividad.

Muchos mineros de Petrosani se acogieron al plan de retiro voluntario, establecido por el gobierno en 1997, y recibieron una indemnización de entre 12 y 20 meses de salario. Algunos utilizaron el dinero para comenzar un negocio propio.

El resto se sintió engañado una vez que se les acabó el dinero.

"Decidimos acogernos al plan porque creímos que era una cantidad mayor y también porque había mucha presión de la prensa y del gobierno para que dejáramos el empleo y encontráramos nuevos", relató un ex minero.

La mayoría de los residentes de Petrosani perdieron las esperanzas. Sólo los jóvenes tienen motivo de optimismo.

Lucian está decidido a quedarse en el poblado con su esposa embarazada. Cree que podrá llevar una vida decente sólo porque trabajó en España e Italia y aprendió a construir casas, dijo a IPS.

"Las casas no son para los habitantes de Petrosani, sino para empresarios de Bucarest que quieren pasar sus vacaciones en las montañas del valle del Jiu", dijo, riéndose.

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