ENERGÍA-EUROPA: Rumania al rescate

A la Unión Europea (UE) cada vez le incomoda más depender de Rusia para abastecerse de energía. Por lo tanto, Rumania, miembro del bloque desde este año, abre paso a un proyecto de gasoducto desde Azerbaiyán, crucial para el continente.

El presidente rumano Traian Basescu defiende con fuerza del proyecto Nabucco, que incluye la construcción de cañerías para transportar gas natural desde el mar Caspio a Europa occidental, como alternativa al fluido importado por el gasoducto Druzhba, controlado por Rusia.

Dhzrujba, el mayor gasoducto del mundo, transporta unos 500 millones de barriles de petróleo al año desde el sudeste de Rusia hacia Ucrania, Hungría, Polonia y Alemania.

Nabucco llevaría gas desde Azerbaiyán —y tal vez de Irán y Turkmenistán, si llega a extenderse— a Europa a través de Georgia, Turquía, Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria.

Se espera que para 2020 ese complejo de unos 3.400 kilómetros de extensión tenga una capacidad de transporte de 30.000 millones de metros cúbicos por año.
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Los países de la UE procuran la independencia energética de lo que muchos consideran un "chantaje político" de Moscú..

"Ejemplos recientes de ese 'chantaje político' fueron la obstrucción de la entrega a través de Ucrania en enero de 2006 y de Belarús en enero de 2007", dijo a IPS Iulian Chifu, de la Unidad de Advertencia Temprana del Centro para la Resolución de Conflictos, con sede en Bucarest.

En ambos casos, Rusia cuadruplicó el precio que demandaba por el gas y el petróleo distribuido a Ucrania y Belarús. Pero los dos países se negaron a pagar, y Moscú les cortó el suministro.

La razón esgrimida fue el desacuerdo sobre al precio, pero Chifu dijo a IPS que lo que condujo al aumento por parte de Rusia fue la insatisfacción del presidente Vladimir Putin con cambios en la política exterior de Ucrania y Georgia.

A la UE le entusiasma implementar el proyecto Nabucco desde este año para concluirlo en 2012, y acordó cubrir 70 por ciento del costo de construcción a través del Banco Europeo de Inversiones y del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo.

La nueva política energética de la UE presentada en Berlín el 10 de enero declara prioritaria la construcción del gasoducto de Nabucco, que podría suministrar alrededor de cinco por ciento de la demanda europea de gas.

En caso de que Rusia —de la que Europa obtiene 25 por ciento de su gas y 30 por ciento de su petróleo— decida interrumpir la distribución, Nabucco podría brindar el mínimo necesario para satisfacer las necesidades básicas.

El apoyo brindado por la UE al proyecto procura alentar la participación de los países de tránsito que más dudan en involucrarse.

Hungría, que ingresó en el bloque en 2004, y Bulgaria, que como Rumania se incorporó el 1 de enero, tienen buenas razones para evitarlo, y eso podría interrumpir toda la obra.

Estos dos países podrían optar por unirse a un proyecto alternativo propuesto por Rusia: completar Corriente Azul, un sistema de cañerías desde Rusia hacia Hungría occidental a través de Turquía, Bulgaria y Serbia.

El proyecto ruso tendría su última escala en Hungría, al este de Austria, donde terminaría Nabucco.

Budapest coincidió, en principio, con participar en Nabucco, pero su gobierno continuó negociando con Gazprom, el monopolio ruso del gas. Sofía también negoció con Gazprom.

Pero, a diferencia de Rumania, que puede satisfacer autónomamente 70 por ciento de su demanda de energía en caso de necesidad, Bulgaria habría sido incapaz de hacerlo en los últimos meses de 2006 sin renovar su contrato de distribución con la empresa rusa.

El ministro búlgaro de Economía y Energía, Rumen Ovcharov, explicó en ese momento que aunque su país estaba comprometido con mantenerse alineado con las políticas energéticas de la UE.

Pero acotó que aún debía mantenerse en buenos términos con Rusia, al menos hasta que se abrieran rutas para el gas desde otros países.

Por otra parte, el actual gobierno rumano mantiene una posición antirusa. En la campaña electoral de 2004, Basescu promovió un "eje Washington-Londres-Bucarest" para su política exterior.

Menos dependiente del gas y el petróleo ruso, Bucarest puede darse el lujo de jugar duro con Moscú.

Pero tal vez lo más importante sea que Rumania no tiene otra opción que Nabucco. A diferencia de Bulgaria y Hungría, Rumania no está incluida en el plan Corriente Azul, lo que aumenta el compromiso con el proyecto europeo.

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