El reciente colapso de una plataforma de hielo del Ártico canadiense ilustra por qué Canadá es el principal contribuyente con el Año Polar Internacional, uno de los mayores programas de investigación científica del mundo, enfocado al cambio climático.
Más de 60 naciones —desde Chile hasta China— y 50.000 científicos e investigadores estarán involucrados en el cuarto Año Polar Internacional (IPY, por sus siglas en inglés), en realidad un bienio que se extenderá entre el 1 de marzo de 2007 e igual fecha de 2009.
Hace poco, científicos canadienses informaron que colapsó la barrera de hielo Ayles, de entre 3.000 y 4.500 años y una de las seis que quedan en Canadá. Con 66 kilómetros cuadrados y 40 metros de grosor, esa nueva isla de hielo es pequeña comparada con las gigantes barreras heladas antárticas, como la Larsen B, de 2.700 kilómetros cuadrados, que se desprendió en 2002. Sin embargo, su colapso es el mayor en 25 años.
Las barreras heladas del Ártico se están deshaciendo en pedacitos silenciosamente, y son 90 por ciento más pequeñas que hace 100 años.
El IPY estudiará las regiones ártica y antártica, con énfasis en los efectos del calentamiento global, provocado por los gases de efecto invernadero, para lo cual cuenta con una inversión de 500 millones de dólares, de los cuales 160 millones provienen de Canadá.
"Los cambios en las regiones polares se están acelerando. Estas zonas experimentan los impactos del cambio climático primero; es importante saber qué está ocurriendo para aprender a adaptarnos", dijo a Tierramérica el biólogo David Hik, presidente de IPY Canadá.
"Se pronosticó que de aquí a 40 años puede haber un Ártico sin hielo durante los meses estivales, lo que impactará mucho en la región y sus habitantes", aseguró Hik.
"El sistema climático global es un balance entre las regiones frías y las cálidas del planeta", explicó a Tierramérica David Carlson, director de la Oficina de Programa del Año Polar Internacional, en una entrevista desde la ciudad británica de Cambridge.
Y los cambios en las regiones frías afectan modelos climáticos globales que tienen un fuerte impacto en el resto del planeta, indicó.
El último esfuerzo internacional importante para estudiar las regiones más frías del mundo tuvo lugar hace 50 años y se llamó Año Geofísico Internacional. Consistió en una histórica colaboración científica que involucró a 67 naciones. Los datos que produjeron se usan todavía hoy.
Esa fue una era de exploración y descubrimiento de regiones remotas y prohibidas que habían cambiado poco en millones de años.
Hoy los científicos del IPY sienten urgencia por comprender los vínculos entre el cambiante hielo polar, los océanos y el permafrost con el resto del planeta, a causa de los impactos potencialmente masivos, señaló Carlson.
Por eso también participan en el IPY países no polares, como China y Malasia. Y como este es el proyecto científico internacional más grande en 50 años, representa una gran oportunidad para la colaboración científica.
El Año Polar es organizado por el Consejo Internacional de Ciencia y la Organización Meteorológica Mundial bajo el patrocinio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
También hay mucho interés público, como resultado de la amplia atención que los medios brindaron a osos polares, pingüinos y cambio climático. Un interés que continuará en las próximas semanas, con la inminente difusión del Cuarto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Producto de seis años de estudios de 2.500 científicos de 130 naciones, el reporte incluirá nueva información sobre las modificaciones en el hielo polar.
Los investigadores del IPY no solamente estudian los cambios geofísicos, sino también la ecología marina y terrestre de las regiones polares. Y, en el Ártico, temas sociales y económicos.
"También hay cuatro millones de personas que viven en la región del Ártico, que están ya enfrentando condiciones cambiantes que afectarán al resto del planeta", dijo Carlson.
Los cambios económicos tienen un impacto importante en la región, dado que el clima más cálido, sumado al aumento de los precios de recursos como el petróleo, el gas y los minerales convirtió partes de la región ártica en las comunidades de crecimiento más acelerado de Canadá, según Hik.
"En apenas 15 años, el norte de Canadá se transformó en uno de los mayores productores mundiales de diamantes", ejemplificó.
La cuenca ártica posee 25 por ciento de las reservas mundiales no descubiertas de petróleo y gas. Pese a las duras condiciones, la exploración y el desarrollo están en auge en la región. Un gasoducto de 10.000 millones de dólares, desde el océano Ártico y a través del canadiense valle de Mackenzie para proveer al sur, se encuentra finalizando su etapa de planificación, dijo.
Organizaciones ambientalistas criticaron los proyectos de investigación de Estados Unidos en el IPY que colaboran con empresas petroleras para buscar reservas de combustibles fósiles en el Ártico.
"Ya nos estamos aproximando a un límite crítico del calentamiento global y la búsqueda de más depósitos petroleros y gasíferos empeorará ese problema", declaró Tony Juniper, director británico de Amigos de la Tierra, a The Associated Press en abril.
Tratados internacionales impiden la explotación económica de recursos en la Antártida. Pero la realidad en el Ártico es que "en el futuro podría haber una plataforma petrolera en pleno Polo Norte", señaló Hik.
* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 13 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.