Con la premisa, según expertos locales, de anteponer la salud humana al interés económico, Cuba se lanzó de lleno a la industria de las vacunas para competir en el mercado internacional con productos en algunos casos únicos.
Los científicos cubanos se afanan en la investigación de productos terapéuticos contra el cáncer o para combatir el paludismo y el cólera, enfermedades que causan estragos en naciones pobres.
A la vez, el primer destino de todo nuevo fármaco es el mercado cubano y la red hospitalaria nacional. Fuentes médicas indicaron que ocho de las 13 vacunas incluidas en el programa nacional de inmunización se elaboran en el país.
"La mitad de nuestros proyectos están dedicados a las vacunas, un tema que a las grandes compañías farmacéuticas no les resulta atractivo desde el punto de vista económico", comentó a IPS Carlos Borroto, vicedirector del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).
El gobierno de Fidel Castro definió, desde comienzos de los años 80, a la biotecnología como una de las áreas prioritarias para el desarrollo económico y social del país. En esa medida, concedió al sector un respaldo que se mantuvo inclusive durante la crisis de los años 90, desatada por la desintegración de la Unión Soviética, su principal socio comercial.
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Portavoces de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informaron que Cuba figura, junto a México y Brasil, entre los países que en las últimas dos décadas del pasado siglo hicieron importantes inversiones en instalaciones y ampliación de las capacidades de producción de vacunas y otros medicamentos.
Cuba dedica anualmente 1,7 por ciento de producto interno bruto (PIB) a la ciencia y a la innovación tecnológica, un indicador que supera el de América Latina en su conjunto, de 0,7 por ciento en promedio, según datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Esta isla caribeña cuenta con 222 centros científicos, que agrupan a 31.000 trabajadores, aunque seis instituciones principales concentran el ciclo completo que va desde el resultado de la investigación hasta la producción y comercialización e impacto en la salud.
El llamado Polo Científico de La Habana está integrado por el CIGB, el Instituto Finlay de Sueros y Vacunas, el Centro de Inmunología Molecular, el Centro de Inmunoensayo, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas y el Centro Nacional de Biopreparados.
Las instituciones del Polo no compiten entre sí como pudiera suponerse, sino que trabajan bajo el principio de la colaboración y cada proyecto involucra generalmente a más de una entidad.
"Prácticamente todos los productos son resultado de la integración, que es algo que nos da fuerza en comparación con otros países", explicó a IPS el director de Regulaciones y Ensayos Clínicos del CIGB, Pedro López-Saura.
El CIGB fue el primero en vincularse con una compañía comercializadora, Hebert Biotec, fundada en 1991, una operación considerada clave para su desarrollo. En la actualidad, cada entidad tiene su empresa encargada de las ventas externas, aunque todas son financiadas por el Estado.
De los laboratorios de esa institución líder del desarrollo científico cubano, que acaba de celebrar su vigésimo aniversario de fundada, salió justamente un eficaz antídoto contra la hepatitis B, enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es causante de 520.000 muertes al año en todo el orbe.
Heberbiovac HB, la primera vacuna obtenida en Cuba con técnicas de biología molecular, se exporta actualmente a unos 20 países y su utilización en esta isla contribuyó a reducir de manera considerable la incidencia del mal entre los 11,2 millones de habitantes.
Los casos de hepatitis B bajaron de más de 2.000 casos anuales antes de iniciar la vacunación en 1992 a menos de 50 en la actualidad. Fuentes médicas han señalado que la tendencia es a eliminar la enfermedad.
Pero la más ampliamente introducida en América Latina sigue siendo VAMENGOC-BC, la única vacuna existente en el mundo para combatir la meningitis producida por el serogrupo B, que además es el predominante en la región.
El centro Finlay también desarrolla actualmente una vacuna contra el cólera, cuyo principio activo es una cepa atenuada cubana (Tor 638), que contiene una manipulación genética considerada novedosa.
Esta cepa atenuada ha sido modificada para que su capacidad de generar protección inmune se mantenga sin que se desarrolle el cuadro patológico. El nuevo producto en preparación se administra de forma oral, en una dosis única, y en este momento está en fase de estudios clínicos en voluntarios sanos para la evaluación de la seguridad del candidato.
Contra este mismo patógeno, en el propio Instituto Finlay se desarrollan otras dos vacunas. Una de ellas basada en cepas inactivadas y una segunda a partir de la obtención de subunidades del virus mediante la aplicación de novedosas técnicas de biología molecular.
Este último proyecto está en fase de investigación y desarrollo de procesos. Asimismo, en el país se hacen investigaciones para obtener vacunas contra el virus de la hepatitis A, contra el dengue, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, el paludismo y la leptospirosis, entre otros.
Acuerdos de intercambio con varios países canalizan la transferencia de tecnología para la producción de vacunas como la Heberbiovac HB y la VAMENGOC-BC, abaratando los altos precios que imponen los laboratorios transnacionales.
Una operación conjunta con Brasil, por ejemplo, permitirá exportar "a precios competitivos" vacunas contra la meningitis para inmunización masiva en África, dijo a IPS Marcel Biato, ministro consejero de la embajada de ese país en La Habana.
Una de las nuevas tendencias de la industria cubana y mundial de vacunas es la generación de productos combinados para inmunizar, en los que se mezclan los principios activos de dos o más antídotos ya disponibles en el mercado, para disminuir el número de inyecciones a usar en el tratamiento preventivo.
El Instituto Finlay y el CIGB asumieron el reto científico que ello implica y lograron una formulación combinada que protege contra la difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis b, introducida con buenos resultados en el Programa Nacional de Vacunación.
Desde septiembre, los niños y niñas de la isla reciben la vacuna pentavalente, que inmuniza contra las cuatro enfermedades anteriores, más la meningitis bacteriana causada por Haemophilus influenzae tipo b.
Según fuentes calificadas, se trata de la segunda vacuna de este tipo en el mundo después de la obtenida por Francia y se ha demostrado que es segura, al probarse en más de 500 niños de entre seis y 10 semanas de nacidos.
En tanto, el Centro de Inmunología Molecular desarrolla en la actualidad ocho proyectos de sustancias terapéuticas contra distintos tipos de cáncer, tres de los cuales ya están en fase III de ensayos clínicos.
Esa fase se realiza después de establecer una probabilidad razonable de la efectividad del medicamento y tiene como objetivo obtener información adicional de su efectividad para indicaciones específicas y una definición más precisa de los efectos adversos asociados al producto.