La tendencia de gobernantes argentinos a forzar cambios de reglas electorales para perpetuarse en sus cargos parece haberse topado con un freno social. En apenas dos semanas, se puso fin al sueño de al menos tres gobernadores provinciales que pretendían un tercer mandato consecutivo.
El 29 de octubre, el gobernador Carlos Rovira, por culminar su segundo periodo en la nororiental provincia de Misiones, perdió la consulta sobre una reforma constitucional que sólo perseguía incorporar la cláusula de la reelección indefinida.
El fracaso habría pasado inadvertido en el plano nacional si el presidente Néstor Kirchner, partidario de las reelecciones, no hubiera viajado a Misiones para apoyar a Rovira, uno de sus aliados.
La oposición, expresada en la figura del obispo católico Jorge Piña, había concitado a su vez el respaldo de todo el arco opositor a Kirchner. El prelado, llamado a resistir el intento reeleccionista, obtuvo lo que buscaba y volvió a su labor pastoral.
Pero la derrota tuvo amplios alcances. Allegados a Kirchner sostienen que el presidente resolvió tomar nota del resultado y restar apoyo a gobernadores que pretendían renovar sus mandatos, cambiando las reglas de juego mediante reformas constitucionales o interpretaciones judiciales de las normas electorales.
El cambio de posición responde más al clima de la opinión pública que a un asunto de convicción propia acerca de la inconveniencia de las reelecciones. En los años 90, Kirchner impulsó la reforma de la Constitución de su austral provincia, Santa Cruz, para postularse como gobernador toda vez que quisiera. De hecho, fue tres veces gobernador.
El resultado en Misiones, que casi ningún encuestador preveía, obligó al gobierno nacional a poner las barbas en remojo y desentenderse de su apoyo a los gobernadores que ya tuvieron dos mandatos.
El viernes, el mandatario de la norteña Jujuy, Eduardo Fellner, en su segundo periodo consecutivo, renunció a forzar una reforma constitucional que le permitiera postularse a un tercero. "El presidente me sugirió que desistiera", explicó luego de reunirse con Kirchner.
Más explícito, el jefe de Gabinete de Kirchner, Alberto Fernández, indicó que el presidente expresó a Fellner que "las reelecciones no deben ser temas que sirvan para generar falsos dilemas y dividir los esfuerzos de los argentinos".
Funcionarios del gobierno nacional procuran convencer también al gobernador de la norteña Tucumán, José Alperovich, otro que quiere postularse por tercera vez, para lo cual consiguió una reforma constitucional en 2004 con el explícito apoyo de Kirchner.
Una misma estrategia se desplegó el lunes con el gobernador de la central provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, quien también procura el derecho a acceder a otro mandato, pero por la vía de una interpretación judicial de la letra de la Constitución bonaerense.
Solá era vicegobernador en 2002, cuando debió asumir la gobernación en lugar de Carlos Ruckauf, llamado a integrar el gobierno nacional. En 2003, se postuló y fue elegido gobernador. Este año pidió a la justicia que se expidiera sobre si se debía considerar ese reemplazo como su primer mandato.
Esa apelación tenía el aval de Kirchner y el cuestionamiento de la oposición. Solá mantuvo su reclamo hasta que el presidente le dejó entrever que retiraba su apoyo.
Tras reunirse con el presidente, Sola declaró que no deseaba "que nadie piense" que quería "eternizarse" en el cargo. "No estoy aferrado a un sillón", dijo. No obstante, admitió que se había creado "un dilema falso" acerca del respeto a las instituciones y por eso resolvió desistir de su solicitud ante la justicia.
En síntesis, en apenas 15 días, tres gobernadores provinciales con aspiraciones de continuar en sus cargos decidieron hacerse a un lado en los próximos comicios. Para algunos observadores, este "efecto dominó" resulta alentador frente a la práctica de reelecciones sin fin que es una expresión de baja calidad institucional.
En 1983, con el retorno de la democracia tras siete años de dictadura, ningún mandatario provincial tenía posibilidad de ser reelecto. Pero ya en 1986, el entonces gobernador de la norteña La Rioja, Carlos Menem, modificó la Constitución de su distrito y consiguió ser reelegido dos veces.
Esa plataforma permitió a Menem lanzarse a la Presidencia en 1989. Una vez en la primera magistratura, impulsó una reforma de la Carta Magna que introdujo el aval para una reelección presidencial consecutiva. Así fue reelegido en 1995. El sueño de perpetuarse se frustró cuando intentó una nueva reelección, en 1999.
Para entonces, numerosos gobernadores lo habían emulado en sus distritos. Hoy, sólo en tres de las 24 provincias el gobernante en funciones no puede aspirar a un segundo mandato consecutivo. En las demás, está permitida la reelección inmediata, y en cinco distritos ésta puede ser indefinida.
Kirchner, con respaldo en las encuestas para aspirar a un nuevo mandato en 2007, se muestra remiso a tomar una decisión y deja abierta la posibilidad de que en su lugar se presente otro candidato que podría ser su esposa, la senadora Cristina Fernández.
Para el analista Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, la derrota de Rovira obligó a Kirchner a cambiar de estrategia, y eso se advierte en su pedido a los gobernadores aliados de que abandonen sus ambiciones reeleccionistas.
"Lo de Misiones fue un traspié para su proyecto encubierto de imponer la reelección indefinida a nivel nacional", sostuvo Fraga. "Ahora, mantener el apoyo a las reelecciones provinciales tiene un costo político mayor", interpretó el consultor.
"Piña dijo que la derrota de Rovira en Misiones era un golpe para la operación piloto de una elección indefinida de Kirchner. Lo dijo públicamente", afirmó Fraga a IPS.
"Pienso que para Fellner y Solá es definitivo, pero si el presidente tuviera una victoria contundente en 2007, puede tener margen para volver sobre el tema", agregó.