MUSEOS-VENEZUELA: El cuartel de la memoria

Todavía se leen mensajes garabateados en sus paredes: «Quien se para de frente es quien escribe la historia», el menos solemne «Carrasquel estuvo aquí por un herror que metió (sic)», el romántico «Maryte, te amo» o los comunes trazos cuneiformes con los que los presos llevan la cuenta de sus días y sus noches.

Entre los sitios que en el pasado fueron celdas, pasadizos, corredores, depósitos, armerías, patios y caballerizas hoy se afanan decenas de albañiles con sus cargas de arcillas, ladrillos, cementos, maderas y pinturas. Están reconstruyendo, para transformarlo en museo de la memoria política venezolana, el Cuartel San Carlos de Caracas.

Se trata de una fortaleza, de forma cuadrada, de aproximadamente 100 metros por lado, erigida en tiempos de la colonia española, entre 1785 y 1790, como baluarte norte frente al Ávila (la montaña que separa Caracas del mar) en un esquema de defensa de la capital. Su nombre rindió homenaje al monarca español Carlos III.

Conserva aún formas y estructuras originales: los albañiles han levantado capas de pisos para llegar al de piedra, el espesor de las paredes principales de tierra pisada con ladrillos superpuestos es de una vara castellana (84 centímetros) y dos grandes patios interiores están flanqueados por corredores con arcadas.

Pasaron los siglos, cambiaron los regímenes políticos y el cuartel se mantuvo como fortaleza y cárcel, hasta que, ya demasiado vetusto, fue desafectado a mediados de la década pasada y el Ministerio de Defensa lo entregó al de Cultura.

"Ahora emprendimos su rescate y reconstrucción como espacio para sostener la memoria política venezolana, y la refacción de sus áreas permitirá entretanto albergar como museo colecciones de otros de Caracas", dijo a IPS José Manuel Rodríguez, director del estatal Instituto del Patrimonio Cultural.

Rodríguez explicó que, hasta donde fue posible, se ha ido a las bases originales del edificio, incluida una exploración arqueológica para obtener balas, cartuchos, enseres y piezas diversas que muestran el tipo de actividad en el cuartel hace más de 200 años.

Casi durante toda su historia albergó tropas y prisioneros. Los primeros presos políticos de que se tiene registro fueron algunos combatientes que llegaron en 1806 con el precursor de la independencia Francisco de Miranda, a los que les siguieron jóvenes de la aristocracia caraqueña que en 1808 solicitaron una junta de regencia independiente de la de Madrid.

La edificación se resintió con terremotos que asolaron a Caracas en 1812, que lo inutilizó hasta que fue reparado hacia 1840, y en 1900, el cual lo mantuvo durante dos décadas en el olvido.

Vuelto a ser utilizado desde 1920 por la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935), en febrero de 1928 fue escenario de un intento de copamiento por jóvenes universitarios, encabezados, fusil en mano, por Rómulo Betancourt (1908-1981), considerado el "padre de la democracia" venezolana y dos veces presidente (1945-1948 y 1959-1964).

En 1945 fue escenario de refriegas, que llevaron al poder a Betancourt, con jóvenes oficiales que luego impusieron otra dictadura y, restablecida la democracia, se decidió en 1960 su utilización como cárcel para insurrectos civiles y militares.

En 1962 llegaron como detenidos los jefes izquierdistas de dos sublevaciones de aquel año, encabezados por el capitán de navío Manuel Ponte, quien murió en prisión y con cuyo nombre otros ex presos han activado una Fundación a la que, informó Rodríguez, se entregará la administración del cuartel cuando terminen las refacciones.

Al año siguiente, los jefes y parlamentarios del Partido Comunista (PCV) y su aliado Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) fueron encarcelados en el cuartel.

Tres jefes del PCV, Pompeyo Márquez, Guillermo García Ponce y Teodoro Petkoff, hoy día con diferentes ubicaciones políticas, se fugaron espectacularmente el 5 de febrero de 1967 por un túnel construido desde una casa cercana.

Desde hace décadas hay nuevos trazados para calles y casas cercanas y, entre ellas y los muros del cuartel, la Fundación Ponte ha comenzado a presentar actos culturales y musicales, para reagrupar a ex presos e interesar a los vecinos por la memoria "de quienes aquí lucharon, resistieron y padecieron, privados de su libertad, torturados o muertos, por su rebeldía", dijo la portavoz Hindu Anderi.

Presente en uno de esos actos, Carlos Betancourt, el principal comandante de la guerrilla izquierdista en el oriente de Venezuela en los años 60 y 70, dijo a IPS que "tiene mucha importancia, desde el punto de vista cultural, que se rescate la memoria de lo que han sido las luchas revolucionarias en Venezuela".

"Pero en cada acto deberían acompañarse las expresiones culturales con otras políticas que incrementen las fuerzas del pueblo, que sigue necesitado de organizarse por la base y lejos de la burocracia", agregó.

Betancourt, preso en el cuartel desde 1972, lideró la segunda gran fuga, el 18 de enero de 1975, después de que 23 guerrilleros de Bandera Roja (escisión del MIR) y del Frente de Liberación Nacional (escisión del PCV) cavaron un túnel desde dentro del cuartel (durante meses ocultaron la tierra extraída entre dos techos) y se escaparon.

A comienzos de la década de 1980 se extinguió la lucha armada en Venezuela.

También estuvieron presos en este lugar, entre 1978 y 1984, los diputados izquierdistas Salom Meza, Fortunato Herrera y David Nieves, acusados de participar en el secuestro del industrial estadounidense William Niehous, ocurrido en 1976 y rescatado en 1979.

Entre 1976 y 1983 fueron prisioneros del cuartel los terroristas anticastristas Orlando Bosch (cubano), Luis Posada Carriles (cubano-venezolano), Freddy Lugo y Hernán Ricardo (venezolanos), sindicados de dinamitar un avión cubano de pasajeros que estalló el 6 de octubre de 1976 en pleno vuelo sobre el Caribe. Después que el 4 de febrero de 1992 el entonces comandante de paracaidistas Hugo Chávez lideró una cruenta y fallida rebelión militar, fue encarcelado en San Carlos junto con decenas de oficiales que le acompañaron en la asonada y muchos de los cuales ocupan actualmente cargos relevantes en su gobierno o en el parlamento.

Para evitar entonces manifestaciones de apoyo a Chávez en el cuartel, ubicado al norte del casco histórico de Caracas, se le trasladó junto a otros líderes, en abril de aquel año, a una cárcel distante 30 kilómetros de la capital del país.

Además, los oficiales alzados en otra cruenta asonada, el 27 de noviembre de 1992, y algunos civiles que les respaldaron, estuvieron detenidos en el cuartel San Carlos.

En 1994, cuando el socialcristiano Rafael Caldera comenzó su segunda presidencia (1994-1999), amnistió a todos los insurrectos y, al año siguiente, ordenó al despacho de Defensa que renunciase al cuartel para destinarlo a propósitos culturales.

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