Divisar en zonas inhóspitas de la frontera sur de Estados Unidos una bandera blanca bajo la cual hay agua potable ha salvado la vida en la última década a decenas de inmigrantes que lograron burlar la vigilancia policial o los muros que dividen a ese país de México.
Sin embargo, cerca 4.000 inmigrantes no recibieron ayuda y murieron en los últimos 13 años. La cifra promete elevarse si llegan a ampliarse de 112 a 1.226 kilómetros las barreras levantadas en la frontera, tal como ordena una ley que fue firmada el jueves por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
"Estamos furiosos por la nueva ley, pero no vamos a quedarnos congelados. Buscaremos ampliar nuestros programas para evitar que las muertes se multipliquen", dijo a IPS Enrique Morones, líder de Ángeles de la Frontera, un grupo de 1.000 voluntarios estadounidenses que apoyan a los inmigrantes que ingresan a su país por tierra desde México.
Desde que se construyeron a mediados de los años 90 los primeros muros de 112 kilómetros en la línea fronteriza, que tiene una extensión total de 3.200 kilómetros, Ángeles de la Frontera se dedica a colocar, especialmente en zonas montañosas y desérticas del sudoccidental estado de California, estaciones de ayuda para los inmigrantes.
El agua que los activistas dejan en esos lugares, bajo una bandera blanca y luces intermitentes, representa en ocasiones la salvación para muchos viajeros.
"No sabemos con exactitud cuántas vidas hemos salvado, pero aunque sea una, ya nos declaramos satisfechos", dijo el activista en entrevista telefónica desde la ciudad californiana de San Diego.
Detrás de los muros de metal y concreto que dividen a California del estado mexicano de Baja California, hay lugares montañosos y el desértico Valle Imperial, con temperaturas extremas.
En su intento por burlar los estrictos controles fronterizos, los traficantes de personas optan por conducir a los inmigrantes a través de zonas inhóspitas. Por ese viaje cobran entre 2.000 y 3.000 dólares.
Algunos periplos tienen éxito, pero otros no. Según Ángeles de la Frontera, suman ya 4.000 los muertos desde 1993, cuando comenzó la construcción de los muros.
"Ahora quieren levantar nuevas vallas, lo que es totalmente absurdo, eso no frenará la inmigración, sólo la hará más peligrosa. Parece que el gobierno de Estados Unidos se volvió completamente loco", declaró Morones.
La organización de voluntarios planifica extender la colocación de sus estaciones de ayuda a nuevos lugares, pues entiende que los riesgos de muerte de los inmigrantes aumentarán exponencialmente en los próximos años.
La firma de la ley que ordena la construcción de más muros generó una avalancha de críticas contra el gobierno de Bush. Pero observadores estiman que las barreras no llegarán a construirse por falta de fondos.
Organizaciones humanitarias, gobiernos latinoamericanos, activistas y la Iglesia Católica, entre otros actores, calificaron la nueva norma estadounidense como absurda, vergonzosa y hasta insultante.
Según trascendidos, en la XVI Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, que se celebrará entre el 3 y el 5 de noviembre en Uruguay, gobernantes de América Latina, el Caribe, España y Portugal emitirán una resolución de rechazo a la construcción de las barreras.
Además, se cocina un pronunciamiento de varios miembros de la Organización de los Estados Americanos que llamará a Washington a reconsiderar la medida.
La ley sobre la construcción del muro, proyectado como una doble barda con un corredor vehicular en el medio, autoriza además a poner en funcionamiento nuevas cámaras de vídeo, sensores y aviones no tripulados de vigilancia, e incrementar de 13.300 a 14.800 el número de agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense.
Tal reforzamiento dejó de lado un proyecto de reforma migratoria integral que incluía vías para la legalización de entre 10 y 12 millones de inmigrantes indocumentados que actualmente viven en ese país, la mayoría de origen latinoamericano.
Unos 500.000 inmigrantes ingresan cada año sin permiso a Estados Unidos, a pesar de los controles ya existentes, mientras 1,5 millones son detenidos y deportados.
De América Latina y el Caribe proceden, por nacimiento y ascendencia, unos 40 millones de habitantes de Estados Unidos. La mayoría son mexicanos.
El gobierno mexicano de Vicente Fox solicitó sin éxito a su par de Estados Unidos desde 2001 la concertación de una reforma migratoria. Además, desplegó en las zonas de la frontera con ese país grupos que brindan ayuda con alimentos y medicinas a los inmigrantes.
El líder de Ángeles de la Frontera informó que este sábado unos 200 activistas se reunirán en la frontera de California y Baja California para realizar una protesta contra la intención de erigir nuevos muros.
"No hay que callarse, pero también debemos hacer cosas prácticas, y una de ellas es multiplicar nuestra ayuda a los inmigrantes en las zonas de desiertos y montañas", señaló.
El activista indicó que mantiene conversaciones con otras organizaciones que apoyan a los inmigrantes para diseñar estrategias de asistencia.
"Los inmigrantes no deben ser vistos como delincuentes o terroristas, tal como pretende Estados Unidos. Sólo son trabajadores que buscan mejores oportunidades en un país que demanda su mano de obra", dijo.
Los opositores de Bush sostienen que la firma de la ley que endurece los controles migratorios sólo busca atraer electorales hacia el gobernante Partido Republicano.
El 7 de noviembre se realizarán elecciones legislativas en Estados Unidos y, según encuestas, los republicanos podrían sufrir una contundente derrota.