JAPÓN: Corea del Norte, escollo para nuevo primer ministro

Varios desafíos en materia de política exterior aguardan al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, pero el más acuciante lo representa Corea del Norte, en especial desde su anuncio el 9 de este mes de que había realizado ensayos nucleares.

Crédito: Gobierno de Japón
Crédito: Gobierno de Japón
Japón promueve sanciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra Corea del Norte e implementó medidas unilaterales aún más duras como respuesta al desafío nuclear de Pyongyang.

Este asunto pasó a ser urgente en la agenda de la política exterior de Japón, que hasta ahora la atención era absorbida por China en razón de su carácter de competidor económico y posible desafío militar y cuestionan el respaldo de Tokio a las invasiones de Estados Unidos a Afganistán e Iraq.

"Abe (que asumió en septiembre) es conocido por su dura postura respecto de Corea del Norte", recordó el viceprimer ministro Hitoshi Tanaka, responsable de un sorpresivo viaje que el jefe de gobierno anterior Junichiro Koizumi realizó en 2002 a Pyongyang.

Esa visión, explica Tanaka, podría colocar a Japón en una buena posición para desempeñar un papel significativo en la resolución de la actual crisis nuclear, en parte porque Abe no necesita probar sus credenciales nacionalistas y porque Corea del Norte respeta ese tipo de política de fuerza.
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Pero, advierte Tanaka, "no creo que ningún país, ni Estados Unidos ni Japón, pueda desempeñar un buen papel como negociador si hay un punto débil, como lo es que China o Corea del Sur ayuden a Corea del Norte".

Tanaka participó en Washington en el seminario Voces Asiáticas, de la Fundación para la Paz Sasakawa y su alocución versó sobre distintos asuntos en materia de política exterior que deberá afrontar el nuevo primer ministro.

La crisis de Corea del Norte, arguyó, necesita más que un simple enfoque coordinado entre varios países y una clara declaración de lo esencial. Lidiar con ese país requiere preparase para lo peor y comprometerse a serias negociaciones.

Las esperanzas están puestas, aunque débiles, en una diplomacia bien coordinada para convencer a Corea del Norte de cambiar el rumbo de su política, explicó Tanaka, y recomendó que "el gobierno de Estados Unidos se prepare esta vez para negociaciones muy serias a cargo de altos funcionarios gubernamentales".

Para que Corea del Norte desmantele en forma comprobable su programa nuclear, necesitará algo a cambio como "una perspectiva de futuro en materia de normalización y cooperación económica".

Pero Mike Mochizuki, profesor de ciencias políticas de la Universidad George Washington, es escéptico en cuanto al espacio de maniobra que tiene Japón para lidiar con el régimen comunista de Corea del Norte teniendo en cuenta la postura de Estados Unidos hacia ese país.

"Ya se nos conoce por la retórica de que Estados Unidos no quiere recompensar un mal comportamiento o involucrarse en negociaciones bilaterales", señaló en el mismo seminario. "Soy bastante pesimista respecto de cuanta flexibilidad pueda tener el gobierno de George W. Bush para cambiar el curso de la política hacia Corea del Norte".

Aparte del asunto de Pyongyang, Japón enfrenta otros desafíos en la región.

La última vez que China y Japón estuvieron bastante igualados en cuanto a su poderío geopolítico, como fue en la década del 90 del siglo XIX, con el primero en auge y el segundo en declive, ambos países libraron una pequeña guerra que resultó humillante para la dinastía Qing del gigante asiático.

Ahora que el crecimiento económico chino está por alcanzar al japonés, al parecer en la próxima década, Tokio está cada vez más dedicado a reestructurar las relaciones bilaterales para que ambas potencias igualen su poderío.

Además se plantea el asunto de la democracia.

"La sociedad china ya no está aislada del resto del mundo", sostuvo Tanaka. "Hablamos de unos 300.000 policías de Internet en ese país, pero no pueden frenar toda la información compartida por la población. Tarde o temprano, China tendrá que enfrentar esta cuestión de la libertad política".

El ex viceprimer ministro se refirió también a cambios estructurales como la modificación en la forma de pensamiento de Japón.

"Los japoneses creen que somos una nación normal", explicó. La población considera que los otros países "no deben intervenir demasiado en los asuntos que consideran específicos de Japón como puede ser la visita del anterior primer ministro al santuario de Yasukuni, diseñado para inflamar el orgullo nacional y donde se rinden honores a militares acusados de crímenes de guerra en China y Corea del Sur.

"Koizumi simbolizó ese tipo de cambio psicológico que se está dando en el país", añadió Tanaka.

Pero se apresuró a añadir que Koizumi no se hizo simplemente eco de la opinión pública. "Su virtud era su habilidad para cambiar la perspectiva de la población y no basarse en el sistema político tradicional". Abe heredó ese nuevo rasgo fundamental de la política japonesa, apuntó.

La decisión de Abe de viajar a China y Corea del Sur antes de ir a Washington mostró la importancia que éste le concede al mantenimiento de buenas relaciones con sus vecinos, pero también su determinación a cambiar la actitud de la población japonesa.

"Por ahí algunos piensan que un poco de tensión entre Japón y China es bueno para Estados Unidos, porque es algo que podemos utilizar para reforzar nuestra alianza de defensa con el primero de ellos", señaló el panelista Randall Schriver, ex subsecretario adjunto de la cancillería de este país para asuntos de la región de Asia Pacífico.

"Pero habiéndome desempeñado en más de una agencia federal, no creo que tengamos la habilidad ni el control del mando para, de hecho, permitirnos ese tipo de tensión", remarcó.

"No veo una competencia explícita en materia de seguridad entre China y Japón", indicó Mochizuki.

"El peso militar sigue estando a favor de Japón. Junto con Estados Unidos, ambos superan a China en materia de aviación. En cinco o 10 años el equilibrio puede modificarse. Llegado ese momento, los japoneses tendrán que considerar si deben mejorar sus capacidades militares", apuntó ese profesor de Ciencias Políticas.

Otro asunto que también tensa la situación en la región de Asia Pacífico está vinculado a los crecientes sentimientos nacionalistas, mencionó Tanaka.

Al respecto se registraron protestas por la visita de Koizumi al santuario de Yasukuni, la confrontación coreano-japonesa por varias islas pequeñas, y el conflicto coreano-chino por viejas disputas territoriales desde la dinastía Koguryo.

Abe heredó una fuerte alianza entre Estados Unidos y Japón.

"Japón tiene que ser un socio total a medida que avanzamos", arguyó Schriver. "No sólo se trata de compartir la carga, sino la responsabilidad y las acciones. Es importante que tengamos un socio afín en Asia".

Koizumi pretendía que Japón desempeñara un papel mayor en materia de política internacional pero para contar con el respaldo de la población tuvo que presentar a los países vecinos como peligrosos, ya sea mencionando una bomba en Corea del Norte o refiriéndose al nacionalismo chino, que ahora son problemas de Abe, sostuvo Mindy Kotler, director del Asia Policy Point.

Resta por saber si Abe mantendrá una línea dura.

Según Kotler el enfoque del nuevo primer ministro no será tan instrumental como el de su predecesor. "Abe realmente tiene esta perspectiva conservadora acerca de cómo funciona el mundo", apuntó.

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