MÉXICO: Un país con tres presidentes

La izquierda de México se propone refundar el país desde un gobierno simbólico y designado por sus seguidores, que se dedicará al activismo social, y un frente partidario que actuará en el plano institucional. Su reto es convencer de sus metas a la ciudadanía y sumarla a estas estrategias.

El movimiento opositor, que tiene ya asegurada "una dimensión suficiente como para obligar a una respuesta del régimen", se convertirá en catalizador de "las más diversas inconformidades" y dificultará que se consolide el gobierno del presidente electo, el conservador Felipe Calderón, dijo a IPS Manuel Camacho, uno de los líderes de la izquierda.

En una asamblea bautizada como Convención Nacional Democrática, que de acuerdo a sus organizadores reunió a un millón de personas en la capital, la izquierda designó el sábado como "presidente legítimo" a Andrés López Obrador, derrotado por Calderón en las elecciones presidenciales del 2 de julio mediante fraude, según ese sector político.

La Convención, nacida de una idea propuesta por López Obrador el 13 de agosto, sesionó durante algo menos de cuatro horas el sábado y volverá a reunirse el 21 de marzo de 2007. Tomaron parte delegados de cada estado del país, en algunos casos emanados de asambleas partidarias, aunque cualquier persona puede inscribirse para participar.

La Convención se mantendrá como "asamblea soberana", y en su marco se integrarán comisiones para debatir asuntos como política nacional, resistencia civil y proceso constituyente.
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Pese a pronósticos del oficialismo, el acto se realizó sin visos de violencia.

Así, hoy México tiene un presidente en funciones, Vicente Fox, otro electo, Calderón, quien asumirá en diciembre, y uno más proclamado en una asamblea pública.

La declaración de López Obrador como presidente despertó diferentes reacciones. Algunos observadores consideran que es una farsa, otros saludaron la medida, mientras hay quienes ven en ella otro elemento de polarización de la sociedad.

"El nuevo movimiento de la izquierda es parte de un proceso de definición muy válido en la democracia, pero de ahí a decir que López Obrador es el presidente legítimo hay una gran diferencia", señaló a IPS Silvia Alonso, directora de la organización no gubernamental Alianza Cívica.

"Aunque el escenario actual es delicado, abre oportunidades. Ojalá la derecha se dé cuenta del papel de la izquierda y logre crear un ambiente propicio para alcanzar acuerdos", expresó la directora de Alianza Cívica, que desde 1994 impulsa la participación ciudadana en asuntos públicos y realiza tareas de observación electoral.

El gobierno de Fox minimizó este lunes la estrategia de la izquierda, mientras el gobernante y conservador Partido Acción Nacional (PAN), al que pertenece Calderón, señaló que al negarse a reconocer a las instituciones, López Obrador perjudica al país.

En México sólo hay un presidente constitucional, que es Fox, y otro electo que es Calderón, por lo que "si algún ciudadano en lo particular decide estar al margen de nuestras propias leyes, asumirá sus propias responsabilidades", declaró el portavoz del gobierno, Rubén Aguilar.

Para el columnista del semanario de izquierda Proceso, Miguel Granados, "en vez de mofarse o temer, el gobierno que se va, el que viene y su partido" deberían esforzarse "por comprender la esencia y el sentido de esta hora posterior a las elecciones".

Para Granados, el reto de la izquierda es que la "caudalosa corriente ciudadana que sigue a López Obrador, que es parte del pueblo, no su totalidad", persuada de sus metas al resto de la sociedad.

López Obrador, de la ex coalición Por el Bien de Todos, que aglutinó a los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Convergencia y del Trabajo y desde el jueves conforma el Frente Amplio Progresista, recibió el 2 de julio los sufragios de 20 por ciento de los 71,3 millones de electores inscritos en el padrón.

Tras su negativa a reconocer el triunfo de Calderón —que obtuvo 20,8 por ciento de los votos— y sus acciones de resistencia y ocupación por 48 días de la plaza capitalina del Zócalo y la céntrica avenida Reforma, el apoyo que recibe de la opinión pública, medido por encuestas, ha mermado.

"Aun cuando su resistencia civil ha debilitado su popularidad, no hay duda de que cuenta todavía con el apoyo de varios millones de mexicanos. Si se empeña en desestabilizar el país, como ha ofrecido que lo hará, hay buenas razones para pensar que pueda lograrlo", escribió el columnista del diario Reforma, Sergio Sarmiento.

En el plano internacional, el único gobierno que se ha negado a reconocer a Calderón fue el del presidente venezolano Hugo Chávez, para quien la derecha mexicana cometió fraude.

López Obrador señala que aceptar a Calderón como presidente representa ir en contra de sus principios y de la "verdadera voluntad popular".

Tras ser proclamado en su simbólico cargo, el ex alcalde de la capital mexicana dijo que el mismo representaba "un acto de resistencia civil pacífica" y un "tengan (sus adversarios) para que aprendan a respetar la voluntad popular".

López Obrador asumirá ese cargo en noviembre y designará un gabinete con el que se dedicará a recorrer el país y recoger las demandas de la población. En algunos aspectos la propuesta se parece al gabinete en las sombras que funciona en ciertas democracias.

Además, el líder izquierdista realizará un seguimiento personal a todos los actos de Calderón en un intento de obstaculizar su gestión.

Ya que para él Calderón es un presidente espurio, no dialogará ni negociará con él ni con el gobernante PAN, ha dicho.

Pero los partidos políticos que confirman la izquierda, sus legisladores y autoridades locales sí lo harán. Antes de la instalación de la Convención Nacional Democrática, las fuerzas de Por el Bien de Todos anunciaron la creación del Frente Amplio Progresista, una coligación de aliento más largo que la disuelta coalición electoral.

Con el Frente y la Convención, la izquierda impulsará los cambios políticos y económicos que el país necesita, explicó Camacho, ex canciller del gobierno de Carlos Salinas (1988-1994), del histórico Partido Revolucionario Institucional, luego convertido en estrecho colaborador de López Obrador.

El líder será un "presidente legítimo" que ejercerá una función crítica frente al "presidente legal", pero sobre todo será "quien escuche al pueblo, lo reconforte y le dé liderazgo en la defensa de sus causas", afirmó.

Mientras, el Frente Amplio Progresista competirá institucionalmente "contra el polo de la derecha".

Entre los objetivos de la izquierda se encuentra la acción contra el libre comercio y las privatizaciones y a favor de la lucha contra la pobreza. Además, se propone definir reformas a la Constitución y las instituciones electorales que, a su entender, están ahora al servicio del poder económico.

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