No hubo rumores, el ejército no reforzó su presencia en las calles y ni siquiera se vio a Fidel Castro más cansado que de costumbre en su discurso del 26 de julio. El anuncio del retiro temporal del mandatario cubano sorprendió al mundo y demostró que el gobierno socialista se preparaba para lo peor.
Mientras la comunidad cubana de la sureña ciudad estadounidense de Miami celebró toda la noche por adelantado la muerte de Castro, la vida en esta isla caribeña sigue de momento su rumbo, marcada por la tristeza de muchas personas, la alegría privada de otras y la incertidumbre de la gran mayoría ante lo que vendrá.
"No hay razones para esa euforia", dijo a IPS el opositor cubano Eloy Gutiérrez Menoyo sobre la reacción de la diáspora cubana. Ex comandante de la revolución y luego preso del régimen por más de 20 años, Gutiérrez Menoyo regresó del exilio en agosto de 2003 y decidió quedarse en Cuba para luchar por un cambio político desde adentro.
"Estoy como loca. No pude dormir en toda la noche pensando en lo que puede pasar. Este país nunca será el mismo sin Fidel", dijo a IPS Estrella López, de 67 años, jubilada del sector del comercio. "No es la primera vez que se enferma, pero ahora es distinto. Cualquier cosa puede pasar", añadió.
López habló con entera confianza, pero la mayoría de las personas consultadas prefirieron el silencio. Al contrario de lo que suele suceder en este país, donde todo el mundo habla abiertamente en cualquier esquina, la cuestión de la enfermedad de Castro era evitada en los lugares públicos.
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Pero periodistas de medios de prensa cubanos afirman que las llamadas telefónicas solicitando información sobre la salud del presidente no cesan desde que se conoció la noticia, el lunes por la noche.
Castro fue operado de urgencia de "una crisis intestinal aguda con sangramiento (sic) sostenido" y le esperan varias semanas de reposo por delante, sostuvo la "Proclama al pueblo de Cuba", un documento sin precedentes en la historia de la Revolución Cubana, firmado con su letra a la hora local "6:22 pm del lunes 31 de julio de 2006".
A punto de cumplir los 80 años, el 13 de agosto, y con 47 años en el poder, amado y odiado con el mismo fervor por seguidores y enemigos, el mandatario delegó por primera vez y "provisionalmente" todas sus funciones en el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, su hermano Raúl.
"No albergo la menor duda de que nuestro pueblo y nuestra revolución lucharán hasta la última gota de sangre" para defender "las medidas que sean necesarias para salvaguardar este proceso histórico", afirmó el mandatario en el comunicado que designó, además, a las personas que estarán a cargo de otras tareas que seguía personalmente.
La designación del ministro de Defensa al frente del gobernante y único Partido Comunista, del Consejo de Estado y como comandante en Jefe del ejército corresponde a un plan diseñado durante años que, al contrario de lo que piensan algunos analistas, podría ser garantía de estabilidad en la inevitable crisis que sucederá a la muerte de Castro.
Raúl Castro, general del ejército, cuenta con apoyo de las Fuerzas Armadas, y un número importante de ministerios están dirigidos por personas que proceden de la vida militar. Él es, quizás, la única persona con respaldo necesario para unificar diversas tendencias en el seno del Partido Comunista y del gobierno.
Raúl, de 75 años, "es garantía de seguridad" porque controla las Fuerzas Armadas y policiales y "también es garantía de institucionalidad, aun cuando en todo este tiempo el gobierno no se haya caracterizado por la institucionalidad. La gente ve como natural que sea él quien tome el mando", dijo a IPS el opositor Manuel Cuesta Morúa.
Para el portavoz de Arco Progresista, una coalición de la oposición moderada, la incertidumbre en este país "es más bien psicológica" y tiene que ver con "hasta dónde podría prevalecer el actual modelo". Así, la preocupación se refiere a "si habrá cambio o una marcha atrás que derive en un endurecimiento mayor de la política interna".
"Con Raúl podría existir una oportunidad para dar paso a un cambio al estilo chino. El país necesita refrescar su base económica y de pluralismo. Es una oportunidad para dar paso a una transición siguiendo los deseos de muchos cubanos: apertura, mejor situación económica y mayor comunicación con el mundo y libre movimiento", opinó.
El análisis positivo de Raúl Castro como sucesor fue compartido por Gutiérrez Menoyo. "La presencia de Raúl es más factible para aprovechar y poder hacer determinados cambios hacia la democracia que a Fidel Castro le cuesta hacer", opinó el presidente de la organización de exilados Cambio Cubano.
A juicio de Gutiérrez Menoyo, "el socialismo del nuevo siglo, el que plantea (el presidente de Venezuela, Hugo) Chávez, requiere una democratización" y, a pesar de tener una imagen "dura", Raúl "es más objetivo en ese aspecto" que su hermano Fidel. "Si todo sigue igual, seguiría secuestrado y embargado el futuro", afirmó el opositor.
Lo que podría ser el inicio de una "transición" desde adentro no tiene puntos de contacto con la propuesta del gobierno estadounidense para una transición política del régimen socialista cubano, complementada el 10 de julio con un nuevo informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre.
El informe, ampliación del plan aprobado por el presidente George W. Bush en 2004, prevé la creación de un fondo de 80 millones de dólares para apoyar a la sociedad civil cubana en los próximos dos años, exclusivamente para aquellas organizaciones opuestas al gobierno de Castro.
Además, propone rastrear el destino de exportaciones cubanas, prohibir el envío de remesas por terceros países, limitar los viajes de sectores religiosos y revisar las reglas de ventas de equipos médicos a Cuba para que no sean utilizados en programas de asistencia de este país en el exterior, entre otros aspectos.
"La transición en Cuba debe preocuparnos a nosotros los cubanos. Estados Unidos tiene bastantes problemas con Iraq, el Líbano e Israel", comentó Gutiérrez Menoyo.
Este "hubiera sido el momento de hacer una separación de poderes. ¿Por qué repetir el mismo esquema que ha funcionado con él? ¿Qué necesidad hay de mantenerlo todo controlado por una sola persona cuando hay otros dirigentes capaces? Raúl tampoco está joven y debe cuidar su salud", opinó una profesora universitaria.
En tanto, un historiador retirado opinó que "ante un momento de contingencia militar como el que estamos viviendo, no queda otra salida que tener todo el control".
Como siempre en los momentos difíciles desde el triunfo de la revolución el 1 de enero de 1959, La Habana mira con preocupación hacia Washington y la actitud que podría asumir en un momento definitorio para la vida de este país, como puede ser la muerte de Castro. El temor a una intervención militar reaparece.
Aunque Castro ha demostrado una capacidad de recuperación poco usual, el escenario que se abre para la sociedad cubana está lleno de incertidumbre. "Lo que más me preocupa es lo que está en la cabeza de la gente. ¿Qué pasará cuando Fidel muera? Eso nadie lo sabe", comentó a IPS una analista que no quiso dar su nombre.
"Los disturbios del 5 de agosto de 1994, antes de la crisis de los balseros, son una prueba de cómo se comportan las masas. Las mismas personas que gritaban 'Abajo Fidel', empezaron a gritar 'Viva Fidel' cuando él apareció. Ese comportamiento hace muy difícil cualquier pronóstico", opinó.
Esos disturbios, los primeros desde el triunfo revolucionario, fueron seguidos por el éxodo de unos 30.000 cubanos a Estados Unidos. La crisis interna se conjuró rápidamente con el arresto de varios cientos de personas y la presencia de Castro en el lugar de los incidentes.
Para Cuesta Morúa, "la etapa que se abre es de reacomodo psicológico ante esta situación en que Fidel Castro no estará presente por un tiempo, y también de incertidumbre en cuanto hacia dónde se dirige el país, en una combinación de lo interno y externo que incluye la posición de Washington".
Los medios de comunicación reportan que la Casa Blanca está "monitoreando" la situación en Cuba. En un artículo editorial, el diario El Nuevo Herald, con sede en Miami, aseguró que "el momento es de cautela y prudencia" y llamó a la comunidad inmigrante cubana a "apelar más que nunca al cumplimiento de la ley" y a "mantener la calma".
Miguel Acosta, practicante de una religión afrocubana, relató que en las últimas horas había recibido encargos diversos: "un trabajito" (ceremonia) para que Fidel se salve o para que no pueda volver al poder. "Yo estoy pidiendo salud, estabilidad y calma. No queremos sangre, queremos paz", dijo el santero.
* Con aportes de Patricia Grogg (La Habana).