En medio de las turbulencias causadas por el alza del precio del gas natural argentino, Chile anunció su intención de desarrollar la industria del biocombustible, con el objetivo de seguir diversificando su matriz energética.
La noticia fue divulgada este jueves en el Seminario Internacional sobre Agroenergía y Biocombustibles, organizado por la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que finaliza mañana.
Los biocombustibles, considerados limpios para el ambiente, se producen a partir de materias primas agrícolas o forestales como caña de azúcar, remolacha, maíz, plantas herbáceas energéticas, semillas oleaginosas (como el raps), desechos agrícolas, residuos forestales y estiércol.
"El tema energético es un asunto estratégico, fundamental para el desarrollo futuro del país. Aquí no caben improvisaciones ni las buenas intenciones", dijo la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, invitada a la inauguración del encuentro.
"En esta materia, simplemente, no podemos fallar. Sólo el trabajo serio, la planificación, los estudios y mantener un adecuado clima de inversión garantizan el éxito", agregó Bachelet.
El desarrollo de la agroenergía es una prioridad para el gobierno, por lo que espera que para 2010 pueda haber "algún grado de presencia ya sea de biodisel o de etanol en el mercado", principalmente en base a maíz, remolacha y raps, dijo a IPS el ministro de Agricultura, Álvaro Rojas.
"Queremos que este seminario sea un hito", "un punto de partida" para esta industria, añadió Rojas, en referencia a los contactos que estableció el gobierno con las delegaciones de distintos países de la región, como Argentina y Brasil, más avanzados en la materia.
Para ello, el gobierno creó un comité interministerial formado por las carteras de Agricultura, Minería y Energía y Bienes Nacionales y la Comisión Nacional de Energía (CNE), el cual debería liderar la formulación de una política nacional de agroenergía y biocombustibles que requiere de una alianza pública y privada.
Rojas planteó que el país tiene potencial para desarrollar esta industria, sobre todo en el centro y sur del país en terrenos de baja producción destinadas principalmente al autoconsumo. A su juicio, esto beneficiaría tanto a los pequeños productores como a la sociedad en su conjunto.
El funcionario de gobierno puntualizó que "ya hay pequeñas plantas de raps trabajando para satisfacer la demanda de aceite para la alimentación de los salmones de cultivo, las que pueden ser una primera fase de un desarrollo orientado hacia el biodiesel".
Para este año, el gobierno comprometió 200 millones de pesos para realizar diversas acciones concretas.
Entre ellas destaca la creación de la Unidad de Desarrollo de Biocombustibles dentro de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, que pertenece al Ministerio de Agricultura, la organización de seminarios informativos a lo largo del país y la realización de giras al extranjero, con delegaciones público-privadas, para conocer la realidad de otras naciones.
También se invitará a expertos del exterior y se convocará a las facultades de agronomía de las universidades nacionales para que apoyen al desarrollo de esta actividad desde sus investigaciones.
En su intervención, Bachelet recordó que hasta ahora Chile ha sido principalmente un comprador de energía.
"Hoy en día, alrededor de 72 por ciento de nuestra matriz energética es importada, razón por la cual se ve directamente afectado por la volatilidad internacional de los precios y la escasez prevaleciente en los mercados de origen de nuestras importaciones de combustibles", dijo.
El representante regional de la FAO, el brasileño José Graziano Da Silva, señaló que el hecho de que "los nuevos combustibles puedan ser 'sembrados' en los campos, en vez de extraídos del suelo, indica una transformación estructural amplia y profunda".
"Ésta exige que gobiernos, autoridades e investigadores renueven su mirada sus agendas y evaluaciones sobre el futuro del espacio rural", apuntó, considerando que la agroenergía incentiva la agricultura, la silvicultura y la industria forestal.
El ministro de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil, Luis Carlos Guedes Pinto, señaló a la prensa que esta actividad hay que mirarla no sólo con "ojos financieros", sino también desde el punto de vista social y ambiental, dado que su desarrollo requiere de la entrega de estímulos específicos, como créditos a los pequeños campesinos, como se ha hecho en su país.
Brasil, pionero en la región, produce etanol a partir de la caña de azúcar y actualmente se encuentra fabricando biodiesel a partir de semillas leguminosas y aceite de ricino y de palma. Argentina también está produciendo biodiesel, pero a partir de soja. Además, hay avances en República Dominicana y Cuba con caña de azúcar.
Durante el seminario, la FAO mostró su propuesta para la creación de la Plataforma Internacional de Bioenergía (IBEP) "como una forma de coordinar el esfuerzo mundial para avanzar en el desarrollo de esta nueva fuente energética".
Esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas postula que, a pesar de que muchos países ya llevan a cabo actividades de bioenergía, es necesario reducir la considerable diferencia de conocimientos, tecnología, capacidad y habilidad que hay entre los países más ricos y los más pobres del mundo.
Sara Larraín, del no gubernamental Programa Chile Sustentable, dijo a IPS que "en principio es positivo que el país se abra a nuevas fuentes energéticas, que puedan ser obtenidas independientemente, que generen empleos y que eviten la dependencia de combustibles extranjeros, caros y sucios".
Sin embargo, advirtió que los biocombustibles también tienen sus riesgos, como la propagación de los monocultivos, que pueden desplazar a la agricultura para la alimentación, el uso de fertilizantes y pesticidas y la utilización de productos transgénicos como maíz y soja.
Para evitarlos, a su juicio, se requiere de un marco regulatorio claro.