MIGRACIONES-FRANCIA: Sarkozy pierde la inocencia

El ecuatoriano Félix Moncada Suárez y su familia ya estaban preparados el 19 de este mes para abordar un avión en el aeropuerto de Roissy, cerca de Paris, con destino a Quito. No deseaban viajar. A último momento, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, dio marcha atrás a su resolución que obligaba a esta familia a regresar a Ecuador.

Crédito: Ministerio del Interior.
Crédito: Ministerio del Interior.
Por ahora, Felix continúa en Francia junto a su esposa, su hija de 13 años y su hijo de nueve.

Sin embargo, permanecer puede ser la mera prolongación de la agonía, y no necesariamente buenas noticias. El 30 de junio vence el plazo fijado por Sarkozy para la deportación obligatoria de 30.000 menores, la situación podría ser aun más dramática.

Los Moncada viven en Francia de forma ilegal desde 2000. Podrían ser expulsados nuevamente después del 30 de junio. Otra vez la policía podría conducirlos hasta el aeropuerto y obligarlos a embarcar.

"Estamos exigiendo al gobierno la legalización de la residencia de los Moncada en Francia", dijo a IPS Annette Huraux, integrante del Servicio Ecuménico de Asistencia Mutua (Cimade), organización católica de ayuda al inmigrante.
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Cimade presionó a las autoridades contra la expulsión de los Moncada, y mantiene la presión.

"Bombardeamos al ministro del Interior con llamadas telefónicas, cartas, correos electrónicos y listas con cientos de firmas en defensa del derecho de los niños Moncada a permanecer en Francia, al menos hasta que termine el año escolar", indicó Huraux.

En octubre pasado, el gobierno emitió un decreto elaborado por Sarkozy que ordena la expulsión de unos 30.000 menores, hijos de inmigrantes ilegales que residen en Francia, para el 30 de junio de este año.

Esa fecha coincide con el cierre del año escolar 2005-2006. Las familias de inmigrantes señaladas deberían ser justo antes del inicio de las vacaciones de verano europeas, el 1 de julio.

Esta decisión forma parte de una política del gobierno francés de poner un freno a la inmigración. Las expulsiones han aumentado año tras año. En 2004, 16.000 inmigrantes fueron obligados a partir y en 2005 casi 20.000. Este año, se espera que esa cifra aumente hasta 30.000.

"Esta es una política inhumana, especialmente para los dos niños que han pasado la mayor parte de su vida en Francia y han ido a la escuela aquí", dijo a IPS Richard Moyon, de la Red Educación sin Fronteras, organización humanitaria de maestros y trabajadores de la enseñanza pública francesa.

"Felix estuvo detenido un mes, desde mediados de abril, en un centro de expulsión del gobierno cerca del aeropuerto de Roissy. Su esposa y sus hijos fueron detenidos en la víspera de la supuesta partida", indicó Moyon.

Los Moncada han tenido suerte hasta ahora. Les ayudó el hecho de que no son muchos los ecuatorianos, ni de hecho los sudamericanos, que viven ilegalmente en Francia, lo que significó que tuvieran una reserva hecha para partir en un avión de línea.

En el caso de los inmigrantes originarios de Maghreb o de África subsahariana, las deportaciones se producen en masa con muy pocas posibilidades de interrumpirse.

"La mayoría de las veces las deportaciones se coordinan con otros países europeos. Por ejemplo, si el gobierno alemán está expulsando a varios inmigrantes de los países del Maghreb, los pone a todos juntos en un avión", dijo a IPS Frederic Carrillon, de Cimade.

"Si queda lugar, las autoridades alemanas llaman a las de Paris y les preguntan si tienen inmigrantes ilegales de Argelia y Marruecos para deportar. Si les dicen que sí, el avión procedente de Alemania aterriza en Paris para que suban más personas que serán deportadas desde acá", explicó.

A pesar de que el decreto de octubre de 2005 permite que los hijos de inmigrantes ilegales en Francia terminen el año escolar, se han producido muchas expulsiones.

El 13 de mayo la policía francesa detuvo a Mariam junto a su hija Aïssata Sylla, de tres años, y a su hijo Mohamed, de cinco, y puso a los tres en un avión rumbo a Malí. Los dos niños habían nacido en Francia e iban a una escuela preescolar en Orleans, 100 kilómetros al sur de Paris.

Pero como consecuencia de las protestas de profesores, organizaciones eclesiásticas y padres, un tribunal de Paris dictaminó que habían sido expulsados ilegalmente y que podían volver a Orleans. Se espera su regreso en breve.

"Soy la mamá de uno de los compañeros de clase de Mohamed en la escuela preescolar. Mi hijo y yo estamos muy disgustados con la suerte de estos niños. Yo misma he visto a Mohamed y a su mamá casi todos los días desde hace años y nunca me percaté de la agonía que vivía su familia", relató Isabelle Fenioux, vecina de la familia Sylla en Orleans.

"Tengo que agradecer a todos los que se han levantado contra la denigración de esta familia en nombre de Francia", declaró en una carta a los activistas que trabajaron para impedir la deportación.

La red Educación sin Fronteras, que reúne a unas 130 asociaciones de maestros y padres, sostuvo que el gobierno francés deberá aceptar las responsabilidades médicas que surjan de su decisión de expulsar a Aïssata y Mohamed.

El grupo urgió al gobierno en una declaración a dar a la familia Sylla "un permiso de residencia permanente en Francia, garantizarles condiciones de vida decentes y velar por la atención médica y psicológica de los niños. No debemos aceptar que después del 30 de junio, Mariam, Mohamed y Aïssata sean deportados nuevamente".

Pero sólo unos pocos se benefician de un apoyo de este tipo para quedarse.

Amine Bouaziz nació en Argel en marzo de 1988. En 2001 fue adoptado por su tío, un ciudadano francés que vive en Perpignan, cerca de la frontera con España..

La adopción fue un asunto de vida o muerte. El papá de Amine estaba en un hospital psiquiátrico en Argelia y su mamá no podía hacerse cargo de él.

Amine terminó el ciclo de enseñanza secundaria y estaba por ingresar en la universidad cuando fue capturado el 15 de mayo por un escuadrón de la policía francesa. El 22 de mayo un tribunal de Montpellier rechazó su pedido de permanencia en Francia para proseguir sus estudios.

"No pudimos convencer a las autoridades para que le prolongaran su permiso de residencia. Es probable que en las próximas semanas sea expulsado de Francia", informó su abogada, Aude Gangloff.

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