INTEGRACIÓN-AMÉRICA DEL SUR: La decisión de Michelle

El gobierno de Chile anunció esta semana, luego de la visita de la presidenta Michelle Bachelet a Brasil y de renovadas señales de un «nuevo trato» para el conflicto marítimo con Bolivia, un ambicioso plan de integración portuaria que propondrá en junio a la Comunidad Sudamericana.

La prensa local afirmó este viernes que el anuncio del canciller Alejandro Foxley es una señal positiva hacia Bolivia, cuyo vicepresidente, Álvaro García, dijo el miércoles que La Paz no llevaría su reivindicación de una salida soberana al océano Pacífico a la Organización de Estados Americanos (OEA) y privilegiaría la negociación bilateral con Chile.

La propuesta de integración portuaria, que actualiza los proyectos de corredores bioceánicos para facilitar flujos comerciales de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay a través del océano Pacífico, fue analizada el martes en Brasilia entre Bachelet y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

La visita a Brasil, que incluyó una breve escala en Asunción donde se reunió con el presidente Nicanor Duarte, fue la segunda salida al exterior de la presidenta chilena tras asumir el cargo el 11 de marzo. Ese mismo mes viajó para encontrarse con los mandatarios Néstor Kirchner, de Argentina, y Tabaré Vázquez, de Uruguay.

"Bachelet ha privilegiado la relación con los países latinoamericanos", en un "creciente ejercicio de levantar la vista para tratar los temas de más amplio alcance", señaló el analista local Víctor Maldonado, en un comentario sobre el primer mes del primer gobierno presidido por una mujer en este país sudamericano de 15,6 millones de habitantes.

Juan Francisco Coloane, sociólogo y profesor de Ciencias Políticas, experto en relaciones internacionales, señaló a IPS que Chile necesita salir del "ostracismo en el diálogo político con las naciones de la región (latinoamericana)".

Un ostracismo que, a su juicio, no es aislamiento, como sostienen otros colegas suyos, añadió.

Coloane indicó que ese ostracismo se relaciona con la prioridad que dio especialmente su antecesor, Ricardo Lagos, a los acuerdos comerciales. Chile tiene en la actualidad más de 40 tratados y convenios de libre comercio, lo cual exalta un "bilateralismo salvaje" en las actuales condiciones de crisis del multilateralismo, apuntó.

Lagos negoció exitosamente, durante sus seis años de gobierno, tratados de libre comercio con Estados Unidos, Corea del Sur y China, y dejó avanzadas gestiones en esa misma dirección con India y Japón, a la vez que firmó un vasto acuerdo de integración política y comercial con la Unión Europea.

Bachelet, de la misma coalición de centroizquierda que Lagos, marcó cambios de énfasis desde la campaña electoral respecto de la prioridad que asignaría a los vínculos con América Latina, objetivo que el canciller Foxley orienta en primer lugar a estrechar lazos con los vecinos sudamericanos.

Según Coloane, los viajes de Bachelet a Argentina y Brasil, los dos "colosos" sudamericanos, representan en primera instancia pasos para enfrentar el prejuicio generado en círculos locales e internacionales sobre el aislacionismo chileno, "más que esfuerzos para reconstruir agendas internacionales amplias e integradoras en la región".

Una referencia en ese sentido es la ratificación por parte de Bachelet de la posición de sus antecesores y de la misma coalición, el socialista Lagos y los democristianos Eduardo Frei Ruiz Tagle (1994-2000) y Patricio Aylwin (1990-1994), de no propiciar el ingreso de Chile como miembro pleno del Mercosur, el bloque creado en 1991 precisamente por los cuatro países que ha visitado.

"El Mercosur (Mercado Común del Sur) está diseñado bajo preceptos integradores de la anterior concepción internacionalista", con un diseño esencialmente político, previa al fin de la guerra fría en 1991 y sobre todo previa a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, apuntó Coloane.

Hoy "existe el plan de construir un nuevo internacionalismo bajo un eje económico claro", lo cual plantea desafíos a la supervivencia del Mercosur, tanto por la hegemonía estadounidense como por la ofensiva económica de China en la región, que incluso podría hacer que Europa revise su apoyo a este bloque sudamericano, según el experto.

El escenario es complejo para Chile, porque mientras persista en mantener la condición de asociado externo del Mercosur que adquirió en 1996, sin sumarse como miembro pleno al bloque no habrá una restauración completa de "las confianzas" con Brasil y Argentina, comentó Coloane.

En este ajedrez subregional, el gobierno de Bachelet tiene que congeniar los objetivos políticos de su estrategia exterior con aspectos económicos, tales como su necesidad de suministros de energía a través del gas natural argentino o boliviano, y el resguardo de las inversiones de empresarios chilenos en todo el Cono Sur.

Las inversiones chilenas en Brasil superan ya los 4.000 millones de dólares, según se encargó de recordar Lula el martes, además de agradecer el compromiso de Chile con la Comunidad Sudamericana, mientras Bachelet reiteraba el respaldo a un asiento permanente de Brasilia en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

La Comunidad Sudamericana, creada en 2005 bajo el impulso del presidente brasileño, examinará en su reunión de cancilleres de junio en Santiago la iniciativa chilena de integración portuaria, definida por Foxley como una "propuesta moderna" que busca solucionar conflictos con una "mirada de futuro" y no con "la revisión de tratados".

Las palabras del canciller, dirigidas obviamente a Bolivia, buscan crear un contexto favorable para el chileno José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, quien realizará el 20 de este mes una visita a La Paz para reunirse con el presidente de ese país, Evo Morales.

La reunión de cancilleres de la Comunidad Sudamericana tendrá lugar en Chile después de la asamblea número 36 de la OEA, programada desde el 4 al 7 de junio en República Dominicana, donde se espera que Bolivia se abstenga, por primera vez en muchos años, de demandar un compromiso hemisférico con su reivindicación marítima.

Bolivia, que perdió su litoral en el océano Pacífico en la guerra que libró aliada con Perú contra Chile entre 1879 y 1883, se opuso tenazmente en 2005, con Carlos Mesa en la presidencia, a la elección de Insulza como secretario general de la OEA, que en cambio fue apoyada decididamente por Lula, Kirchner y el presidente venezolano, Hugo Chávez.

Argentina y Brasil apoyaron en forma vehemente la candidatura de Insulza "para que Chile no se les 'escapara', no en términos del Mercosur sino de un mayor alineamiento con Estados Unidos", señaló Coloane, quien estima que esa es otra "deuda" heredada del gobierno de Lagos que Bachelet debe atender.

El gobierno estadounidense de George W. Bush apostó en la última fase de la elección en el foro hemisférico por el canciller de México, el conservador Ernesto Derbez, hasta que su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, literalmente le quitó hace un año el piso a su postulación ante el mayoritario respaldo continental a Insulza. (

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