Es difícil encontrar a una persona que no lo conozca. Ubicado en la otrora calle Real de esta occidental ciudad cubana, el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo apoya a personas vulnerables e impulsa planes de tratamientos de desechos urbanos, de uso del biogás y de reforestación.
Pero esta es sólo la cara más conocida de una institución que promueve amplios espacios de reflexión con el fin de facilitar la participación de diferentes actores de la sociedad civil, en un diálogo constructivo sobre los problemas actuales de Cuba y el porvenir de esta isla de régimen socialista.
"Si no somos parte de la solución, entonces somos parte del problema", es una de las máximas del centro que organiza talleres, encuentros y realiza consultorías pastorales sobre deberes humanos, reconciliación y paz, resolución de conflictos, diálogo interreligioso, violencia de género y sexualidad, entre una amplia diversidad de temas.
"El futuro no está en encerrarnos sino en abrirnos, sin perder lo esencial de nuestro proyecto", dijo a IPS el pastor Raimundo García, director ejecutivo de esta institución fraternal religiosa, creada a comienzos de los años 90 en Cárdenas, ubicada a unos 150 kilómetros de La Habana.
Alejado de la alternativa de cambios políticos propuesta para Cuba por el gobierno estadounidense de George W. Bush y convencido de que la "construcción de un socialismo participativo es deseable y posible", García estima que el país vive aún "una falta de diálogo y de participación" que atenta contra el mejoramiento del sistema político.
"Más que ecuménica, ésta es una institución inclusiva. En nuestra Asamblea y Junta Directiva hay cristianos de diferentes denominaciones, pero también tenemos practicantes de otras religiones, personas no creyentes y miembros del Partido Comunista. Hemos logrado respetarnos todos y llegar a un consenso", dijo García.
El Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo se define a sí mismo como "una institución fraternal religiosa con profundos objetivos sociales, inclusiva y no lucrativa", que pretende "potenciar la cultura, el humanismo y las más altas virtudes cristianas"..
"Yo siempre pensé que había que crear en Cuba centros en los que se pudiera contribuir a dialogar, en un espacio que no fuera ni el estatal ni el de la Iglesia, sino un espacio intermedio donde pudieran encontrarse todos", indicó García, uno de los líderes religiosos que, tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, optó por permanecer en la isla.
Graduado del Seminario Teológico de la Convención Bautista de Cuba Oriental, el director del centro cardenense ha sido pastor durante 42 años y vivió intensamente lo que ha venido a llamarse "el período de sobrevivencia" de las instituciones religiosas en el país, entre inicios de los años 60 y fines de los 80.
Tras décadas de ver la religión como un "oscurantismo" y una práctica muchas veces "contrarrevolucionaria", los cambios en la política oficial hacia quienes profesan alguna fe sucedieron a una reunión realizada el 2 de abril de 1990 entre el presidente de Cuba, Fidel Castro, y 70 líderes de iglesias evangélicas y dirigentes ecuménicos.
A más de 10 años de fundado, el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo atiende unas 140 personas en condiciones vulnerables. Los servicios incluyen alimentación, lavandería, aseo personal cuando es necesario y apoyo espiritual o religioso, en el caso de que la persona sea creyente.
Con cierta frecuencia, un espacio interior al aire libre acoge a personas portadoras del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, y sus familiares que han encontrado allí el lugar ideal para reunirse, hablar de sus problemas y realizar acciones de autoayuda.
Además del programa de acompañamiento, el centro realiza acciones de protección del ambiente y reacciona ante diferentes situaciones de emergencia comunitaria, como son la búsqueda de financiamiento para contribuir a mejorar las condiciones de instituciones estatales que brindan servicio social.
También ha trabajado por la normalización de las relaciones de Cuba con Estados Unidos y Europa, a favor de un "diálogo constructivo" con sectores de la emigración y en la educación en derechos humanos, un tema casi tabú en la isla por su usual vinculación a las demandas de la oposición política que actúa en condiciones de ilegalidad.
Como tantas personas en Cuba, García ha sentido en ocasiones la sensación de que podrían volver los "tiempos duros", cuando iniciativas como las del Centro eran totalmente imposibles de concretar. Sin embargo, está convencido de que "la historia no retrocede", no se puede volver al pasado.
A su juicio, Cuba no debe cortar las líneas del diálogo. Por el contrario, "hay que profundizarlas, ver qué piensa la gente en los diferentes sectores, cómo podemos colaborar en un proyecto común. Puede que algunos funcionarios empiecen a pensar de nuevo en la centralización total del Estado, pero se ha comprobado que así no funciona".
"Nosotros no podemos volver a lo que éramos en el pasado. Si cerramos los ojos o hacemos como el avestruz, entonces sí vamos a destruir lo que tenemos", alertó.