CORRUPCIÓN: Las pocas nueces del ruidoso Wolfowitz

La campaña contra la corrupción emprendida por el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, es puramente retórica y no llega a atacar las irregularidades que pululan en los proyectos financiados por la institución, según sus críticos.

Pero nadie debería sorprenderse, aseguran.

La única experiencia de Wolfowitz en materia de desarrollo antes de su llegada al Banco fue su intervención en la política de Estados Unidos para la reconstrucción de Iraq, que incluía multimillonarios proyectos cuestionados por corrupción y mala gestión, recordaron los activistas.

El 31 de marzo de 2005, la investidura de Wolfowitz como presidente del Banco Mundial fue aprobada por el consejo de directores de la institución.

Su nominación había despertado el escepticismo entre funcionarios del Banco y la incredulidad de activistas por el desarrollo, que amenazaron desde el principio con complicarle la tarea que se le asignaba.
[related_articles]
Ahora, este ex subsecretario (viceministro) de Defensa de Estados Unidos y uno de los principales arquitectos de la invasión a Iraq parece haber hallado un salvavidas para su imagen: una campaña de combate contra la corrupción.

En el marco de esa campaña, Wolfowitz suspendió los desembolsos de préstamos a Chad en respuesta a la enmienda de una ley que determina el rumbo de los ingresos petroleros del país y cuya redacción original había sido negociada con el Banco.

Wolfowitz también apercibió a India por irregularidades en las compras correspondientes al Proyecto de Salud Reproductiva e Infantil II, financiado por el Banco, y congeló desembolsos por unos 400 millones de dólares para obras de transporte en ese país por irregularidades en las garantías.

El presidente del Banco Mundial también insistió con endurecer las condiciones para aliviar la deuda de República del Congo con la institución a causa de las acusaciones por corrupción en la empresa petrolera del Estado.

En Uzbekistán, la elaboración de la Estrategia de Asistencia del País, informe periódico que establece la política crediticia del Banco para las naciones a las que presta dinero, fue demorada por preocupaciones relativas a la gobernanza.

En cuanto a la actividad interna del Banco, Wolfowitz anunció la reestructura del Departamento de Integridad Institucional para aclarar sus facultades y añadir eficacia a sus operaciones.

En febrero, encabezó gestiones contra altos funcionarios de otras instituciones multilaterales de crédito, como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Africano de Desarrollo.

Estas medidas, promovidas a través de una andanada de comunicados de prensa elaborados por la oficina de relaciones públicas del Banco —cuyos funcionarios reciben elevados salarios—, le valieron aplausos de legisladores y gobernantes conservadores estadounidenses.

Los elogios resonaron en recientes audiencias del Senado y declaraciones del Departamento del Tesoro (ministerio de hacienda), el organismo gubernamental que tiene mayor incidencia en el funcionamiento interno del Banco Mundial, donde Washington cuenta con una mayoría relativa de los votos por la magnitud de su aporte monetario.

Las gestiones de Wolfowitz contra la corrupción fueron aplaudidas también en organizaciones de la sociedad civil que alientan el desarrollo del Sur, así como por grandes medios de comunicación de Estados Unidos.

Funcionarios del Banco, que tuvieron una tensa relación con Wolfowitz por su papel en la sangrienta guerra de Iraq, que se cobró miles de vidas y miles de millones de dólares, rápidamente se pusieron a la defensiva.

La respuesta de la presidencia del Banco no se hizo esperar, con un nuevo alud de declaraciones a los medios de comunicación sobre corrupción interna y constantes amenazas de reorganización del personal.

Pese a su relativo éxito, la campaña de Wolfowitz todavía carece de alcance real. Parece más relacionada con la construcción de una imagen para su presidente que con las operaciones sustanciales del Banco.

Wolfowitz, una incondicional del ala neoconservadora del gobernante Partido Republicano estadounidense (fuerza motora de la política exterior de ese país durante la primera presidencia de Bush, entre 2001 y 2004), no pasó la prueba de Iraq.

Antes de mudarse a su nueva oficina en la calle H de Washington, en junio de 2005, el único énfasis de Wolfowitz en materia de desarrollo había sido la tambaleante reconstrucción del país del Golfo, que, paradójicamente, ya era objeto de críticas por corrupción e irrelevancia.

En el Iraq ocupado por Estados Unidos, los servicios de agua, electricidad, educación y seguridad, así como los índices de pobreza, son mucho peores que durante los 12 años de sanciones económicas, cuando gobernaba el dictador Saddam Hussein (1979-2003).

También fue Wolfowitz quien tomó la decisión de abrir sólo el juego a empresas estadounidenses para que se beneficiaran con los contratos por la reconstrucción de Iraq, que suman miles de millones de dólares. Luego se vio obligado a modificar esa decisión.

Desde que asumió la presidencia del Banco Mundial, Wolfowitz evitó examinar proyectos de la institución en Iraq, a pesar de la existencia de numerosos informes sobre fraude en la nación ocupada y dentro de su gobierno, patrocinado por Estados Unidos.

Por ejemplo, un préstamo del Banco Mundial por 100 millones de dólares destinado a la construcción de 82 escuelas se resolvió en noviembre pasado sin las debidas diligencias en materia de control de la corrupción.

Lo mismo ha sucedido con proyectos en los que el Banco está involucrado, relativos al suministro de agua, los servicios sanitarios, el desarrollo urbano y las emergencias de salud de Iraq, al igual que otros de asistencia técnica, los que suman de 500 millones de dólares, según los críticos.

Ahora Wolfowitz está contemplando la ampliación de las operaciones del Banco Mundial en Iraq, al tiempo que transcurre la conflictiva ocupación estadounidense.

"Que él esté en un cargo que le permita predicar la gobernanza en Iraq parece una gran hipocresía", dijo Antonia Juhasz, autora del libro "The Bush Agenda: Invading the World, One Economy at a Time" ("La agenda de Bush: Invadir el mundo de a una economía"), de próxima publicación.

"Tal vez él sea consciente de que el público cuestionaría toda la gestión del Banco Mundial si se concentrara demasiado en Iraq, pues que él mismo participó en la constitución de su corrupto gobierno", afirmó Juhasz.

Otros críticos opinan que Wolfowitz ganaría simpatizantes con más facilidad para su cruzada contra la corrupción si afrontara objetivos más ambiciosos.

En ese sentido, señalan que el cuestionado proyecto de salud reproductiva de India no llega ni de cerca a las grandes sumas involucradas en enormes proyectos de infraestructura que podrían ser fácilmente aprovechados por empresarios y funcionarios corruptos.

"Si está realmente preocupado por la corrupción, debería analizar las obras civiles, la infraestructura. Pero no lo hará, porque la cuestión es conceder préstamos", dijo una fuente cercana al Banco que pidió reserva sobre su identidad.

Los números le dan la razón al informante. El Banco Mundial elevó el monto de su participación en proyectos de infraestructura de 5.400 millones de dólares en 2003 a 7.000 millones el año pasado, y se fijó el objetivo de alcanzar los 10.000 millones de dólares dentro de dos años.

Esa cifra equivale a 40 por ciento de los préstamos otorgados cada año por el Banco.

Por otra parte, Wolfowitz ha apuntado por ahora contra proyectos desarrollados en naciones pequeñas y pobres, sin atender el papel de los gobiernos más poderosos y las corporaciones del Norte industrializado en el Sur.

Organizaciones de la sociedad civil como el Proyecto por un Gobierno Responsable (GAP), con sede en Washington, cuestionan también la falta de protección del Banco a funcionarios que denuncian actos de corrupción, lo cual, advierten, deja en evidencia la falta de seriedad de la campaña de Wolfowitz.

El GAP difundió en febrero un estudio encargado por el propio Banco Mundial que identifica graves fallas en la política de la institución hacia los denunciantes internos, que, según el informe, están desprotegidos de eventuales represalias.

Aunque el estudio fue presentado a las autoridades del Banco en abril de 2005, un mes después de que Wolfowitz se hiciera cargo de su presidencia, no fue difundido, pese a los reiterados pedidos en tal sentido de organizaciones no gubernamentales y del presidente del Comité de Finanzas del Senado estadounidense Charles Grassley.

"Todo esto mantiene el modelo del Banco Mundial, que promueve retóricamente la transparencia mientras mantiene en secreto las propuestas administrativas para combatir la corrupción", se quejó GAP.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe