Las relaciones entre el Estado cubano y la Iglesia Católica (formales y de diálogo, pero no idílicas), podrían mejorar con una no descartada visita papal que parece interesar más a La Habana que al Vaticano.
Aunque remota, nadie se atreve en Cuba a descartar la visita del papa Benedicto XVI, luego de dos invitaciones verbales del presidente Fidel Castro. "El no es un Papa viajero", recuerdan los católicos, y los analistas consideran que el momento es "favorable"..
Castro reiteró su deseo de recibir al Papa al cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, quien pasó por La Habana en una gira realizada en febrero por varios países del Caribe para presentar el Compendio de la doctrina social de la Iglesia Católica
"Fue un gesto de cordialidad, en un contexto en el cual (Castro) se refirió con palabras elogiosas al santo padre", explicó a IPS el secretario adjunto de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC), José Félix Pérez Riera.
Pérez Riera recordó que es la Iglesia nacional la que invita oficialmente al Papa a un país, aunque la visita se prepara junto con las autoridades civiles. "Una invitación al Papa es algo muy complicado", recordó el párroco de la Iglesia de Santa Rita, ubicada en el barrio de Miramar del oeste capitalino.
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Aun sin rechazar de plano la posibilidad ("ojalá el Papa pueda ir a muchos países, incluyendo el nuestro", dijo), el sacerdote exhortó a tomar nota de las "posibilidades reales" de la agenda del pontífice de 78 años.
"El Papa va a viajar a Alemania, luego a Turquía y el año próximo a Brasil, con motivo de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam). Un paso por Cuba no aparece como algo real que pueda ocurrir al menos en un futuro próximo", indicó.
El investigador Jorge Ramírez Calzadilla coincide en que resulta "difícil" la comparación con el fallecido Juan Pablo II en materia de viajes. El Papa polaco (1978-2005) comenzó su pontificado mucho más joven que Benedicto, y en enero de 1998 añadió a esta nación caribeña de gobierno socialista a su extensa lista de países visitados.
"Tampoco creo que Cuba esté en las prioridades de Benedicto XVI. Quizás le interese un país más poblado, con mayor cantidad de católicos que el nuestro", dijo a IPS Ramírez Calzadilla, jefe del departamento de estudios socio-religiosos del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Socio-religiosas (CIPS).
Ramón Torreira, también del CIPS, sostiene que las relaciones entre el Estado cubano y la Iglesia Católica nacional, complejas en las últimas cuatro décadas, pasan ahora por uno de sus momentos más favorables.
En ese contexto, otros analistas creen que una visita del pontífice daría buenos frutos al Vaticano, al gobierno y a la Iglesia cubana, que al calor de los preparativos reactivaría una campaña de evangelización similar a la que precedió el viaje de Juan Pablo II, quien permaneció cinco días en este país.
"En todo caso, me parece que Cuba se muestra más interesada que la santa sede en ese eventual viaje, planteado verbalmente por Castro en dos ocasiones en meses recientes", dijo a IPS el secretario del capítulo cubano de la Comisión para el Estudio de la Historia de la Iglesia en Latinoamérica, Enrique López Oliva.
A fines de 2005, Castro recibió al cardenal Tarcisio Bertone, a quien también habría transmitido la invitación.
La preparación del viaje de Carol Wojtyla requirió un arduo y sistemático trabajo entre autoridades de gobierno y de la Iglesia, que fue "excelente" y tuvo éxito, a juicio de Pérez Riera. "Si hay que preparar una visita del Papa, se preparará", afirmó.
El diálogo abierto entonces se mantiene hasta hoy. "Aspiramos a que la fluidez aumente. Las relaciones entre la Iglesia y el Estado son relaciones formales en las que se tiende a una mayor comunicación", indicó.
No se vive una "situación idílica" en que todos los problemas estén resueltos, "pero tampoco es de enfrentamiento y de rechazo mutuo. Estamos entre personas que conversamos y sobre temas acerca de los cuales no siempre hay coincidencia", abundó.
Uno de los propósitos de la nueva presidencia de la COCC, encabezada desde febrero por el arzobispo de Camagüey, Juan García Rodríguez, es volver más sistemático el diálogo, y tratar cuestiones de interés para la vida de la Iglesia y de la sociedad.
"Un tema profundo que le podría interesar a todos es la familia, ver qué podemos hacer para que la familia permanezca unida, disminuyan los conflictos en ella, el divorcio, padres separados. Son preocupaciones comunes, que no necesariamente nos colocan en el ámbito de confrontación", aclaró Pérez Riera.
En encuestas realizadas por la Iglesia Católica en todas las diócesis del país para preparar el Plan global de pastoral 2006-2010, que regirá su labor en los próximos cinco años, se señaló a la familia como la prioridad a ser atendida, pues se considera que "atraviesa por situaciones de vida muy difíciles".
Según el resultado de esos sondeos, los problemas que pesan en el ámbito familiar abarcan salario insuficiente, escasez de vivienda, creciente "permisivismo sexual", agudización de las uniones consensuales, "larga tradición de divorcio" y separación de las familias ya sea por emigración, estudios o trabajo.
Entre las demandas insatisfechas de la Iglesia Católica en Cuba figuran el acceso a los medios de comunicación y a los centros educativos, todos en manos del Estado, así como la autorización para construir más templos, pues todos los existentes datan de antes de 1959, cuando se inició el gobierno encabezado por Castro.
Unas 1.200 "casas misión", abiertas en hogares católicos de zonas apartadas o urbanizaciones posteriores a 1959, cubren de alguna forma el déficit de parroquias. Según la COCC, en Cuba hay 330 sacerdotes, de los cuales 155 son cubanos, y 646 religiosas, 130 nacidas en este país.
Las casas misión surgieron luego del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) de 1986, que junto a la visita de Juan Pablo II es considerado por Pérez Riera uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX para el catolicismo cubano.
El ENEC estuvo precedido de un proceso de reflexión que abarcó a todas las diócesis del país, en el cual la Iglesia Católica tomó conciencia de la realidad social, aceptó su "durabilidad" y asumió ante ella lo que es propio de ella: la misión evangelizadora.
"De lo que hasta entonces había sido como una pastoral de conservación, de entendimiento, de repliegue sobre nosotros mismos, al interior de los templos, pasamos a una pastoral más de puertas abiertas. Hasta físicamente los templos abrieron sus puertas más allá de los horarios de misa", indicó el párroco.
La Iglesia cubana llegará al V encuentro de CELAM hablando un mismo lenguaje que el resto de los obispos de la región, "en una cierta paridad de situaciones evangelizadoras", a diferencia de citas como las de Medellín, en 1968, Puebla, en 1979 y Santo Domingo, en 1992, dijo Pérez Riera.
Por lo atípico de su contexto, la Iglesia cubana no se sentía identificada con los análisis y las propuestas que allí se hicieron. "Diría que la peculiaridad de nuestra realidad nos colocaba siempre en una especie de marginalidad involuntaria", señaló. (