Brasil, el mayor exportador mundial de tabaco, lleva adelante la campaña más exitosa contra el consumo de cigarrillo en América Latina: logró reducirlo 13 por ciento gracias, entre otras cosas, al uso de crudos pictogramas sobre los efectos del tabaquismo en la salud.
Una foto de José Carlos Marques Carneiro sin sus dos piernas, amputadas entre 1981 y 1983, ilustra parte de los paquetes de cigarrillos en Brasil con el texto: "Él es víctima del tabaco. Fumar causa enfermedad vascular y puede llevar a la amputación". La imagen fue cedida para campañas en Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón.
Carneiro empezó a fumar a los 15 años. Hoy, 44 años después, es un símbolo de la lucha antitabaquista.
"Los primeros síntomas aparecieron en 1976, pero era una enfermedad de difícil diagnóstico que sólo se evidenció en 1981, cuando ya sentía picazón, entorpecimiento, dedos helados, la planta del pie quemando como si estuviera sobre hielo", contó Carneiro a Tierramérica.
Tras varias cirugías y amputaciones graduales, se volvió un antitabaquista activo. Desde 2003 su imagen integra varias campañas, por contrato con el Ministerio de Salud, que decidió emplear fotos de víctimas del tabaquismo en las advertencias contra sus daños.
"Mi alegría es saber que mi foto ayuda a que los niños no tengan una vida como la mía, celebro cada cigarrillo evitado", dijo Carneiro.
Brasil logró reducir de 32 por ciento en 1989 a 18,8 por ciento en 2003 la proporción de fumadores mayores de 15 años, gracias a inquietantes imágenes como las de Carneiro y otras fuertes medidas restrictivas impuestas pese a la resistencia de la industria tabacalera.
La publicidad de cigarrillos está limitada a locales de venta, se ampliaron los lugares donde no se puede fumar y se prohibió en los productos el uso de adjetivos como "light" y "suaves", que sugieren menos daños de manera engañosa, según las autoridades.
Se estima que mueren 200.000 brasileños al año por problemas vinculados al tabaco.
"El triunfo más importante del movimiento contra el tabaquismo fue eliminar la aprobación social del tabaco", evaluó Paula Johns, coordinadora de la Red Tabaco Cero (RTZ), que reúne a más de 100 organizaciones sociales, asociaciones médicas y científicas.
En este proceso fue decisivo José Serra, ministro de Salud entre 1998 y 2002, reconoció Johns. Las organizaciones civiles apenas se articularon en los últimos años, ganando fuerza para presionar decisivamente por la ratificación brasileña de la Convención Marco para el Control del Tabaco, que el Senado aprobó recién en octubre de 2005.
"Los avances futuros dependen de una asociación gobierno-sociedad civil", según Johns.
Otro secretario de la RTZ, Paulo Cesar Correia, recordó que los médicos han ejercido un papel de difusión decisivo. En esa tarea se destacó José Rosemberg, quien publicó en 1979 el primer libro científico sobre el tabaquismo como problema de salud pública.
Pero pese a que los avances son importantes, hay numerosos retos por delante. "Muchos comerciantes aún violan la prohibición de venta a menores de 18 años y se sigue fumando en locales vedados, ante la omisión de autoridades municipales", lamentó Tania Cavalcante, coordinadora del Programa Nacional de Control del Tabaquismo, impulsado por el Ministerio de Salud.
Actualmente, las dos mayores fabricantes de cigarrillos en Brasil, Souza Cruz, filial de British American Tobacco, y Philip Morris, reconocen que su producto está "asociado a riesgos de salud", como cáncer, enfisema, otras "enfermedades graves" y la dependencia, justificando el derecho gubernamental de regular la venta y publicidad.
Ambas intentan asumir prácticas de responsabilidad social y reducción de daños, pero no dejan de destacar que la actividad tabacalera genera 2,4 millones de empleos directos e indirectos en Brasil. Se estima que unas 200.000 familias cultivan tabaco en el país.
La sustitución del cultivo es uno de los desafíos que enfrenta Brasil, junto con otros países productores, aunque no a corto plazo dada la lentitud de la reducción del consumo global, según especialistas.
"El problema sólo surgirá probablemente en 25 o 30 años", dijo a Tierramérica Vera Costa e Silva, quien dirigió durante un lustro la Iniciativa Liberarse del Tabaco (FTI por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de Salud y hoy es consultora del Ministerio de Salud brasileño.
Una prioridad que ella defendió en la Conferencia de las Partes de la Convención —celebrada del 6 al 17 de febrero en Ginebra— es el combate al contrabando. Treinta por ciento de los cigarrillos consumidos en Brasil es ilegal, lo que estimula el consumo por el bajo precio. La industria manifestó su pleno apoyo a la iniciativa.
La sustitución del cultivo es difícil, porque "no existe hoy una siembra tan rentable como el tabaco, especialmente para los pequeños agricultores", comentó Adoniram Sanches Peraci, director de Financiamiento y Protección a la Producción de la agricultura familiar en el Ministerio de Desarrollo Agrario.
Para obtener la renta de dos hectáreas de tabaco, una familia tendría que cultivar 10 hectáreas de maíz en el sur de Brasil, donde no hay esa tierra disponible, observó.
Pero el gobierno busca alternativas con los campesinos y por ahora estimula la sustitución ofreciendo créditos baratos, con intereses de tres por ciento al año, contra 8,75 por ciento que cuestan los destinados al cultivo tabacalero.
Entre tanto, los juicios contra la industria continúan. La Asociación de Defensa de la Salud del Fumador (Adesf), inició en 1995 una acción judicial colectiva contra Souza Cruz y Philip Morris, en nombre de "las víctimas de la publicidad engañosa".
El abogado Luis Mónaco, director jurídico de la Adesf, estima que el proceso puede costar 52.500 millones de reales (24.400 millones de dólares) en indemnizaciones. "Ganamos dos sentencias favorables", informó y aseguró confiar en que obtendrán el triunfo final.
Pero en los numerosos procesos judiciales individuales que su asociación patrocina por todo el país, los fallos son dispares. En Río de Janeiro un juez negó la indemnización pedida por Carneiro, pese a que la amputación de sus piernas lo obligó a una jubilación precoz. El juez alegó que cuando él empezó a fumar no había ley protegiendo al consumidor.
"Ahora apelaremos a una instancia superior", dijo Carneiro, quien aseguró que no se rendirá.
* El autor es Corresponsal de IPS. Con el aporte de Gustavo Capdevila (Ginebra). Este artículo fue publicado originalmente el 18 de febrero por la red latinoamericana de Tierramérica.